DESCUBRIMIENTOS

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Me despierto. Todo está gris y me cuesta adaptarme a este tipo de luz, pero lo hago. Me incorporo lentamente, tengo las extremidades rígidas, como si hubiese estado días sin dormir. La cama de mi hermana está hecha, la de mis padres también. Intento recordar si se iban a alguna parte, pero no lo hago. Me miro la muñeca para ver qué hora es, pero me la encuentro vacía. Bajo las escaleras a todo correr y voy a la cocina a mirar la hora: tampoco hay reloj. Intento encender la tele, pero ésta no lo hace. Pienso que ha podido ser un apagón, sin embargo, todas las luces se encienden: no hay ningún apagón. Busco el fijo, pero no lo encuentro.

Salgo fuera para orientarme sobre la hora, pero todo está envuelto en una espesa niebla, no puedo ver a más de tres metros. Acaricio la niebla. Es increíble, pero puedo tocarla: es tan suave como el terciopelo y tan ligera como la seda. Aunque es muy espesa, lo veo: una sombra negra se desliza y trepa por la verja que hay en mi patio delantero. Corro a esconderme dentro y cierro la puerta, pero pone un pie para evitarlo. Me agarra y yo no sé qué hacer. Me quedo paralizada y me digo para mis adentros: <<Muy bien, Marlene. Ahora te quedas parada esperando a que este siniestro hombre haga lo que sea contigo, porque, para qué intentar escapar, ¿verdad?>>. Veo de refilón una foto de mi familia y eso es lo que me hace volver a la realidad. Le pego un bocado a este hombre alto y fornido, pero ahí se acaba lo bueno; su cara es como la de un demonio: tiene ojos de serpiente, cicatrices espantosas lo mires por donde lo mires, lengua casi tan afilada como sus mortíferos dientes y una nariz tan puntiaguda, que se parece a la de una bruja, aunque sin verruga. Él deja escapar un grito surrealista, como si fuese de varios humanos a la vez, pero, en vez de volver a agarrarme, se ríe, como si supiese que no tengo ninguna posibilidad contra él, y la verdad es que no la tengo.

-Bueno, aunque vaya a matarte, no tengo excusa para ser maleducado. Buenos días. - Dice con un susurro. Espera a que le responda, pero estoy tan aterrada que esas palabras no tienen sentido para mí. -¡He dicho que buenos días!

-Bu... bu... buenos días. - Consigo balbucear.

-Así me gusta. Bueno, te estarás preguntando qué hago aquí, ¿no? - Asiento con la cabeza: no quiero que vuelva a gritarme. - Bien, soy un asesino, pero no uno cualquiera, ya que si mato adquiero un poder limitado. ¿Sabes por qué? - Prosigue sin que le responda - Porque tengo esto. - Saca de un bolsillo un trozo de cristal. Es como una gruesa astilla de madera, pero muy, muy afilada, y de cristal. Tiene un tono azulado, aunque algunas partes están rojizas. - Esto, niña, es el arma más poderosa que hayas podido imaginar. Si se lo clavo a alguien, este maravilloso cristal le quita la vida, y se queda con su sangre humana. Yo me la bebo y, así, adquiero un poder temporal en otro mundo. Pero si bebo antes de matar a alguien, ¿sabes qué pasa? - Niego con la cabeza. - Se te clava en la garganta como si pudiese moverse sola y no la puedes parar. ¿Cómo lo descubrí? Por las malas. -Hace una pausa y yo me aterrorizo al pensar que estoy hablando con alguien muerto. Es raro, aunque tenga miedo, no quiero salir de aquí, de este, espero, sueño. El hombre sigue hablando. - A veces no consigo bastante sangre, o no es la adecuada, y apenas consigo un día de poder. Pero este poder no es como el de los políticos, o como el de las personas que tienen muchas propiedades. Este es un poder que me ayuda a debilitar a mis hermanos, para poder matarlos. Antes, era amable con ellos, ahora la amabilidad es una total pérdida de tiempo. - Mientras habla, yo me voy alejando, porque él se está acercando cada vez más. - Lo bueno es que, cuanta más sangre tiene, menos pesa, tanto como una hoja o incluso como una brizna de hierba. Aunque... volvamos a ti. Contigo obtendré un poder ilimitado, porque tu sangre es especial. Tiene una sustancia que a mí me viene genial: la clorofila. - ¿Qué? ¿Está diciendo que soy una planta? Este tío está loco, aunque, ¿qué asesino no lo está? Él sigue. - Además, podré derrotar a mis hermanos fácilmente. - La idea de que alguien mate a sus hermanos me estremece, aunque no tanto como el hombre que tengo delante. Ya estamos en la planta de arriba, hemos ido subiendo la escalera poco a poco y ahora estoy retrocediendo hacia mi cuarto. De repente, veo la ventana del baño. Normalmente tiene unos barrotes que no te dejan salir, pero el otro día uno se oxidó y, tenía tan mala pinta, que mis padres tuvieron que quitarlo. Y aún no lo han puesto. El resultado es un espacio por el que yo quepo, pero seguramente mi enemigo no. Bueno, seguramente no, seguro. El asesino sigue hablando, pero no hago caso de su discurso. Al final presto algo más de atención y sus últimas palabras antes de acorralarme contra la pared e intentar clavarme su "maravillosa arma" son:

- Ya ha llegado tu hora, preciosa. - Me dice con desdén.

Pero he dicho <<intentar clavarme>>, ya que me agacho y lo esquivo, corriendo hacia el baño. He conseguido quitarle el arma y logro ser más rápida que él para llegar a la ventana, así que puedo colarme a través de ella. Lo que encuentro afuera no es mi calle con baches y coches de diversos colores, no. Es un túnel que gira, con muchos colores, donde no se ve el fondo y donde lo único que destaca es la ventana del cuarto de baño de mi casa. No sé adónde llevará este túnel, pero no me queda más opción que gatear hasta que encuentre el final. Cuando llego, sólo veo un bosque. Salgo del túnel y éste se cierra, de manera sorprendente. Es de noche y, por lo visto, hay animales. O eso, o yo soy el búho que está ululando. Cuando voy a dar un paso más, me desmayo.

Cuando me despierto, no estoy en el bosque, sino en una habitación con paredes de piedra y una chimenea. Me incorporo un poco y veo a un chico bastante guapo que está sentado en una silla mirándome.

- Hola - me dice. Tengo un millón de preguntas, así que me apresuro a responderle, pero me desmayo al pronunciar la primera sílaba.

La siguiente vez que me despierto va mejor, y consigo resolver mis dudas. Él me explica todo. Estamos en un lugar al que vamos los que somos perseguidos por alguno de los hermanos Blood. Los que estamos aquí conseguimos escapar de ellos, que no hacen más que intentarse matar entre ellos. Vivimos en una madriguera donde hay muchas habitaciones, donde viven todos los refugiados. Él me encontró cuando estaba cazando en el bosque y me tuvo a su cuidado mientras me recuperaba. Aunque tienen una especie de granja con gallinas, cabras, burros y todo eso, un poco de carne fresca no viene mal y algunos salen de vez en cuando, si pueden. Cuando le pregunto su nombre, él dice el mío. Yo le digo que ese no puede ser su nombre, pero sigue repitiéndolo. Cuando me levanto para tocarle y calmarle, él se convierte en tinieblas; bueno, todo se convierte en tinieblas. Y me vuelvo a desmayar.

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Todavía tiene que coger ritmo la historia, pero espero que les haya gustado lo que llevo. Mañana intentaré subir, gracias a todos;)

Descubrimientos (LHB#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora