V.

682 71 30
                                    

Han pasado dos semanas desde su último encuentro con el libro, tiene programado para la siguiente noche un viaje con destino a alguna ciudad sumamente capitalista en los Estados Unidos.

Cada vello, imperfección, mancha o el más mínimo desperfecto es borrado de su cuerpo en un día de intensos tratamientos. La portada rosa le espera en el sofá, junto con una botella del vodka más fuerte que logra conseguir.
Es una velada romántica consigo mismo.

Cena a la luz de una vela artificial, comida pedida a domicilio pero no por eso menos valiosa, el álbum Typical Of Me de Laufey le da un toque especial a su noche, en especial porque Magnolia comienza a sonar cuando da el primer bocado.
Seguro Adán le regañaría si se entera que terminó su plato en tan solo tres canciones, pero no lo puede culpar después de un día sin probar bocado más allá de pequeñas piezas de fruta.

Al terminar va por un vaso, sin molestarse en decorarlo o darle buena presentación, sirve el vodka encima de los hielos. Si debe beberse frío o no, le da igual.
Con el cuerpo completo en el sillón lo bebe por completo antes de retomar su lectura donde la marca el separador.

Un hombre soltero en sus mejores años, alcoholizándose en la oscuridad de su apartamento un día antes de emprender camino a otro país donde tendrá que convivir con decenas de cámaras que solo buscan captar su mejor ángulo puede sonar triste para muchos, incluso como un síntoma de depresión, pero no pueden estar más alejados de su realidad.

Ama su trabajo, con todos sus altibajos incluidos.
Ama estar solo casi tanto como ama a su familia que visita o le visita periódicamente.
Ama tener esos momentos de tranquilidad donde es él y solo él, consintiéndose un poco.
Ama su vida.

Desde que vive solo, la emoción de vivir experiencias típicas de un adulto-joven son cubiertas por sus lecturas, y así no sean dirigidas para él, las notas de alguna forma le dan algo en que pensar para variar un poco.

Retoma el capítulo 6, donde segundos después se ve bebiendo de nuevo shot de vodka al recordar en qué se quedó.

Página 161.

"[...] de modo que Henry da la espalda al retrato de Alexander Hamilton."

Nombre perfecto para recordarle que en unas cien páginas se encontrará de nuevo con los subrayados de Ganryu.
Un pesado trago al vodka se añade a su sistema. Ya empieza a dejar de arder la garganta al pasar la bebida.

"Alex, besándole el cuello, se siente a medio camino entre furioso y eufórico, atrapado entre estos años de odio y de otra cosa que está empezando a sospechar que siempre ha estado presente."

Ahí está una de las razones por las que no lee romance. Jamás entenderá como se supone que los lectores empaticen con una persona que confunde el amor con el odio.
Porfavor, escritores, nadie confunde eso.
No es que tenga punto de referencia para saberlo, pero es bastante obvio, ¿no?

"[...] enrosca una pierna en torno a la espalda de Alex para afianzarse, y su delicada sensibilidad de miembro de la realeza desaparece en la forma en que muerden sus dientes."

Por reflejo cruza una pierna por encima de la otra, es cuando se da cuenta de un pequeño detalle. ¿Hace cuanto tiempo no se acuesta con nadie? Candidatos siempre hay.
Quizá volviendo de este viaje vaya a alguno de los bares que frecuentaba en la universidad.

Página 162.

"—¡Se acabó el tiempo! —exclama la voz de Amy por la puerta entreabierta."

Maldita sea, no leo erotismo y cuando lo hago me lo cortan. Piensa Poseidon.

El resto del capítulo se encarga de cerrarle la boca por completo. Solo en esas páginas los protagonistas se aseguran de practicar sexo oral no una, sino dos veces.
No es tan explícito para considerarse sucio o vulgar, pero si lo suficiente para que durante un buen rato Poseidon frote sus muslos entre si.

Después de que la cuarta parte de la botella desaparece, deja de contar los tragos. Es alrededor de las tres de la madrugada cuando hace acto de presencia su antiguo compañero, aquel desestresante que le hizo compañía cuando su carrera apenas despegaba y los trabajos eran más pesados que nunca.
Un bonito dildo que, como no, es azul.

Lo disfruta sobre el sofá, con el sudor bañando casi todo su cuerpo, las caderas arriba y ningún arrepentimiento por haberse desvelado tanto.

Si algún sonido o gemido se escapa entre sus labios no importa, el departamento es lo bastante solitario y las paredes lo suficientemente gruesas para ocultarlos del público.

Cuando termina su ardua labor decide no ponerse pantalón, después de todo es su casa y nadie va a entrar. La camisa basta para cubrir un poco más abajo de la mitad de su cadera.
Pero si de algo está seguro, con todas las copas que trae de más, es que va a alcanzar el correo donde se menciona a Alexander Hamilton antes de caer dormido.

Puede que al día siguiente (o en unas horas, pues ya es otro día) sus recuerdos de la lectura sean casi nulos, pero a las seis de la mañana se encuentra leyendo la segunda frase subrayada.

Es mas bien un párrafo del que seleccionó cierta parte, pero la idea permanece.

"La verdad es que soy un hombre sincero e infortunado que habla de sus sentimientos a todo el mundo y con énfasis."

Hay más texto en el párrafo que no es subrayado, por lo que considera correcto pasarse a la frase final, la cual también está en azul.

"[...] quizá podría exceptuarte a ti..."

Falta poco para que ese correo termine, por lo tanto da vuelta a la hoja, con la respiración entrecortada y haciendo un esfuerzo máximo por enfocar las letras. Se encuentra con otro conjunto de palabras en azul a la cima de la página.

"Seguro que tú y yo haríamos historia."

Justo debajo un post it que, siendo sincero y después de tanto marcatextos, ya extrañaba un poco.

"O en su defecto, la puedo escribir a tu gusto."

Ganryū.

Necesita culpar al alcohol, de otra forma no tendría una excusa decente para cerrar el libro con una pequeña sonrisa entrecortada en sus labios.
Suspira como solo un personaje adolescente cliché puede hacer en los libros, ese mismo que cuando repite la escena en live action da pena ajena. Pero se siente tan bien que termina releyendo la última nota al menos treinta veces, solo para asegurarse de que no olvidará la sensación.

Finalmente cierra los ojos y se recarga en el sofá, dispuesto a dormir.
Pero hay cosas que su yo sobrio no haría jamás y eso lo sabe a la perfección el Poseidon alcoholizado, por lo que haciendo gala de su resistencia, continúa leyendo un poco más.

No hace falta avanzar demasiado, un par de páginas y lo encuentra.
Él también fue un lector que se esforzaba por decorar sus libros hasta que descubrió las ventajas de las biblioteca públicas.

Corre como su estado le permite hasta el escritorio en su habitación, con libro en mano los encuentra y se sienta para recuperar el centro de gravedad antes de abrir la página indicada.
Post it rojo transparente y un marcatextos del mismo color.

"Tu acaparas mis pensamientos tan enteramente que no puedo pensar en nada más; no solo tienes mi mente ocupada todo el día, además te inmiscuyes en ella cuando estoy dormido."

Concluye firmando su nota sobre el post it rojo que marca la página.

P.G.

Hace un último esfuerzo por llegar a la cama y finalmente cae dormido, viendo antes de cerrar los ojos el libro que se queda en su escritorio con el contraste entre azul y rojo en sus hojas.

...

Espero les haya gustado.
Gracias por leer🤍

Musa [Sasaki x Poseidon] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora