Día de primavera

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-CAPÍTULO FINAL-



¿Qué puede llevar a una persona a hacerse daño? ¿Es muy débil? ¿Es cobarde? ¿Es valiente? ¿Es consciente de lo que realmente hace? ¿Está mal de la cabeza? ¿Está tratando de llamar la atención? ¿Está tratando de pedir auxilio?

No lo sabe, pero mientras ve a su pequeño novio dormir plácidamente a horas de la madrugada puede darse cuenta de que la perfección existe.

Él es perfecto.

Posiblemente no tiene nada que ver las autolesiones con la belleza, pero no opacan para nada su perfilado rostro, su brillosa piel y el sedoso cabello. Aun así, quiere saber qué pasa por la cabeza del menor mientras se autolesionaba, mil razones aparecen en su mente, o simplemente no quiere aceptarlo.

Sin embargo, sabe que hacer todo eso no debe ser una decisión fácil y menos ver que la persona que más amas en el mundo lo hace y no poder hacer nada.

¿Cómo elegir el método? ¿Cómo elegir una navaja o un cuchillo? ¿Todos lo hacen de la misma manera? ¿Sentirán miedo o mucha angustia?

Suspira y perfila el rostro del menor mientras los primeros rayos de sol aparecen a través del gran ventanal con cortinas atadas a los lados. La desnudez de la esbelta y pequeña figura a su lado lo hacen querer abrazarlo y no soltarlo nunca más.

Puede imaginar la adrenalina de agarrar una navaja y pasarla por sus muslos, pasarla por sus finos brazos mientras la piel enrojece y se hincha para dejar una cicatriz notable. Cuando das ese paso, retrocedes muchos más y nada vuelve a ser lo mismo para nadie... primero tú solo cambias tu forma de pensar y luego daña a las demás personas de tu entorno, no quieres hacerles daño, pero inevitablemente sucede.

Todos los meses de recuperación no fueron en vano y puede notarlo al ver la sonrisa de Thomas en las mañanas, su bonita sonrisa al comer algo que realmente le gusta y lo hace sin sentirse culpable. Cuando ve las muñecas de sus brazos sin raspones ni heridas profundas, solo pequeños rastros de lo que alguna vez fue una lucha que ganó, él ganó.

No puede sentirse más orgulloso cada vez que la balanza señala unos gramos más de peso y sonríe al verse bonito usando la ropa que le gusta. Él sonríe de verdad ahora y tiene la sonrisa más bonita del mundo.

Pero por desgracia, vivimos en un mundo en el que nos equivocamos y el mínimo estímulo nos hace perder el rumbo. No es la primera ni la última persona que pasa por eso, no es la primera ni la última persona en convivir con una persona con un trastorno alimenticio, no es la primera ni la última persona en convivir con una persona que se autolesiona.

A veces le gustaría hablar con la versión pequeña de Thomas, decirle que existen otras maneras, otra manera de afrontar los problemas y situaciones difíciles que la propia mente crea. Le gustaría hablar con el pequeño Thomas, un pequeño niño que comía mucho pastel en las fiestas infantiles y terminaba comiendo muchas rebanadas.

Le diría que es perfecto y no permita que nadie más le haga cambiar de opinión. Le diría que es hermoso y es amado. Le pediría que no se rinda nunca, que se guste a sí mismo antes de fijarse en gustarle a los demás.

No te rindas, por favor, no te rindas.

A veces habrá altos y bajos, a veces pensarás que vas por el camino correcto, a veces llorarás de frustración al pensar que eres la peor persona del mundo.

Día de primavera L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora