•VI•

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POV Yelena.

Luna estaba dormida en la parte de atrás del coche, mientas Natasha conducía y yo iba de copiloto.

—Esta es la primera pieza de ropa que compre para mí, ¿sabes? —le enseñé mi chaleco nuevo a Natasha.

—¿Eso? —apartó los ojos del camino un segundo para ver mi chaleco.

—Si ¿No te gusta? —pregunté.

—Es como Uh —mastico su goma de mascar—. Un armamento del ejército ¿o...?

—Okay —la interrumpí—. Tiene un montón de bolsillos.

Natasha se rio sin despegar la mirada del camino.

—Los uso todo el tiempo e hice mis propias modificaciones —le comenté.

—¿Si? —se rio más de mí.

—Cállete. El punto es que nunca he tenido el control de mi propia vida antes y ahora si —me defendí—. Quiero hacer cosas.

—Me gusta tu chaleco —me dijo sonriendo con honestidad.

—Lo sabía, lo sabía —cerré los ojos y apreté mis puños—. Esta cool ¿verdad?

—Si, me gusta bastante —me respondió.

—Caben un montón de cosas —le mostré algunos de los bolsillos—. Ni siquiera te lo imaginas.

Cheque que Luna estuviera bien allá atrás, a veces tenía pesadillas y tenía que despertarla cuanto antes. Estaba totalmente hermosa, su cabello rizado caía sobre su rostro moreno. Siempre me había parecido la mujer más guapa que había visto.

—Es incómodo para mi ver como babeas por ella —me comentó Natasha fingiendo vomitar—. Se preocupa mucho por ti, como, demasiado.

—Se supone que yo soy la mayor, pero siempre me hizo sentir protegida —le dije—. Lo gracioso es que todos dentro de la Red Room pensaban que nos odiábamos.

—¿Por qué? —pregunto la pelirroja.

—Pelábamos por las misiones —me reí con nostalgia—. Lo que no sabían es que lo hacíamos para evitarle a la otra ir.

—¿Por qué no están juntas?

—No lo sé —dije con sinceridad mirándola dormir—. Éramos novias antes de que la liberara Oksana y cuando me libero no sabía en qué punto nos dejaba esa separación de un año.

Recuerdo como fue el último día de Luna en la Red Room, yo estaba enojada con ella por haberme ganado la misión. Era una misión en solitario y yo no quería que Luna corriera riesgos sola sin ningún tipo de refuerzos.

2015, Red Room.

—¿En serio vas a estar enojada la última noche antes de irme? —me dijo Luna sentándose a mi lado.

Miré a la pared sin responderle, lo que hizo que Luna se acercara más a mí.

—¿Ni un beso de despedida? —intento verme la cara, pero yo me volteaba.

Al ver que yo no cedía con ninguno de sus encantos, suspiró frustrada, se levantó de mi cama y camino hacia mi puerta.

—Te veré en tres días —me dijo abriendo la puerta—. Cuídate por favor Lena.

Antes de que saliera me levante de golpe y la tome de la mano.

—No quiero que te vayas —dije al fin—. Estoy molesta porque vas a ir a una misión tú sola, sin ningún refuerzo, es muy peligroso.

—Esa es la razón por la que tenía que ganar —me dijo abrazándome—. No quiero que la esté en riesgo, seas tú.

—Quédate a dormir —le dije escondiendo mi cara en su cuello.

—Yelena —me hizo que la mirara a los ojos—. Sabes que si me quedo aquí, no vamos a dormir.

—Entonces quédate —le susurré.

Luna me miró a los ojos por un momento antes de darme un beso húmedo y hambriento. Me tomó de la cintura y me arrinconó entre la pared y su cuerpo.

—¿Qué quieres que te haga, amor? —me dijo pasando su lengua por mi cuello y mandíbula.

—Te quiero a ti —le susurré lento y muy cerca de su oído—. Toda la noche, encima de mí.

—Hecho.

Después de estar despiertas toda la noche, a la mañana siguiente me despedí de mi novia sin saber que nos volveríamos a ver hasta después de un año.

—Deberían hablar —me sugirió Natasha.

—Cuanto todo esté más tranquilo.

El coche se quedó en silencio después de la conversación sobre Luna.

—No sé donde está la Red Room lo siento —dije rompiendo la tranquilidad.

—Lo sé —me dijo—Pero conozco a alguien que si lo sabe.

—¿Quién?

—Necesitaremos un Jet —comentó.

—————

—Dije que necesitaba un jet —dijo Natasha al momento que vimos el pedazo de chatarra que trajo su amigo.

—¿Sabes lo que no me has dado?—dijo el hombre bajando las escaleras de la chatarra—. Tiempo. Ni dinero, no estoy hecho de Jets.

—Uh —Luna negó lentamente—. Siempre el dinero como prioridad, ¡la avaricia!

—Creí que eras el mejor —comenté decepcionada—. Un verdadero profesional.

—Perdóname, Zarina —se molestó—. ¿El apartamento gratis y el Kissel para toda la vida no fue de tu agrado?

—Uh —reí con ironía

—¿Había Kissel? —preguntó Luna confundida—. ¿Nadie pensaba decírmelo?

—No dejes que te saquen de quicio —dijo Natasha para reconfortarlo.

—No, me ofende que duden de mi profesionalismo —siguió discutiendo.

—Me instalaste un generador que murió en seis horas —le comentó la pelirroja mientras revisaba de cerca el "jet"

—¿Tú también? —la señaló dolido—. ¿Son equipo?

—Ah, que sensible —seguí molestándolo—. Ya veo porque lo conservas.

Me acerqué a la parte delantera y empañé el cristal con mi aliento. Luna no tardó mucho en seguirme y hacer lo mismo, incluso trazamos corazones y dibujos tontos en el cristal.

Cuando el chico saco el resto del equipamiento enseguida capto mi atención una barra de cereal en la bolsa de lona. Le di la mitad a Luna.

—Dejé eso ahí desde hace cinco años —me advirtió Natasha.

La ignoramos y mordimos la barra al mismo tiempo.

—¿Qué tal está? —nos preguntó la vengadora.

—Uh —mastiqué con dificultad—. Está seco.

—Muy seco —confirmó Luna.

Ambas subimos al helicóptero, viendo que se veía igual de viejo por dentro.

Natasha lanzó la bolsa de lona con fuerza, y el chico cerró después de que la pelirroja entrará.

—Hay dos trajes más en la bolsa —nos informó Natasha—. Seguro les sirven.

The only one that can hurt meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora