•VII•

861 87 0
                                    

Prisión de alta seguridad, Rusia.

POV Luna.

Yelena y yo estábamos cambiándonos en la parte de atrás del helicóptero. Yo sabía que tenía que ser respetuosa, aunque ya había visto muchas veces el cuerpo a medio vestir de Yelena. Hubo algo nuevo que captó mi atención. En la parte baja de su espalda desnuda, tenía una cicatriz que yo no recordaba que tuviera. Se veía reciente, aún tenía un tono rosa.

—¡Hey! —gritó Natasha desde la cabina delantera, mirándome amenazante—. Mirada arriba Vázquez.

Me sonrojé al instante y mi cabeza comenzó a ir más deprisa.

—Yo no... —comencé a balbucear con la atenta mirada de ambas rusas—. No es lo que piensan... yo estaba... o sea si miré... pero no por... no por tú ... La cicatriz.

Yelena sonrió con ternura terminando de subirse el traje. Después se colocó su chaleco. Yo por lo mientras estaba encontrando la forma de aventarme sin paracaídas y acabar con toda la vergüenza que tengo ahora mismo.

—Es nueva —me dijo Yelena llegando a mi lado—. Hace unos cinco meses, la misión se complicó más de lo previsto y el objetivo me rozó con un cuchillo.

—No estaba mirando mientras te cambiabas —dije deprisa y cerrando los ojos—. Lo juro, sé que no tenemos nada y...

—¿Desde cuándo no tenemos nada? —me interrumpió Yel.

—Es que... En la gasolinera dijiste...

—Dije que éramos amigas, por el momento —aclaró la rubia tomando mis mejillas—. Sigo sintiendo lo mismo de siempre.

—Yo igual —susurré acercándome más.

—¡Sigo aquí! —gritó de nuevo la vengadora.

—¡Ten por seguro que lo notamos Natalia Alianovna! —gritó Yelena enojada por la interrupción

—Uh, casi uso mi nombre completo —dijo Natalia con falso temor—. Hasta sudé frío.

—пошел на хуй (vete a la mierda)—respondió Yelena.

—¡Qué boca! —me burlé de ella.

—Cállate y hazme una trenza como antes —pidió con ojos de cachorrito—. Por favor Luna.

Trence su cabello y después hizo lo mismo con el mío. Natasha seguía pilotando. Cuando sentí el frío más intenso sabía que estábamos a punto de llegar.

—Necesito saber con exactitud que habilidades tienes —me dijo Natasha.

—No te ilusiones —le advertí—. Son habilidades muy egoístas. Me curo a gran velocidad. Si me rompo la mitad de los huesos en una caída, no tardo más de cinco minutos en estar como nueva.

—Para algo puede servir —me dijo de igual manera la pelirroja—. ¿Qué hay de las balas?

—Lo mismo, mi cuerpo expulsa la bala y sana al instante —le aclaré.

—¿Y por qué las esquivaste en la persecución? —me preguntó la vengadora con una ceja levantada.

—Que me cure con velocidad no significa que no me duela como la mierda —expliqué

En cuanto estuvo todo listo, el muñeco entregado, nosotras en posición y vi movimiento en la prisión que estaba abajo de nosotras, supe que Alexei no había seguido ni una mierda del plan.

—Hiciste una escena, ¿verdad? —dijo Natasha por el pinganillo.

Vi como guardias y convictos salían al patio en desorden. Distinguí al tipo grotesco que buscábamos cuando se subió a uno de los balcones y cayó a causa de una descarga que le dio un guardia. Me reí tratando de ocultarlo.

The only one that can hurt meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora