Capítulo 1

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CAPITULO 1




Severus no podía creer que eso le estuviese sucediendo. Su mayor prueba no era frente al mago más tenebroso de todos los tiempos, tampoco contra el habilidoso e inteligente Dumbledore... no, era en ese momento en que tenía que hacer acopio de toda su destreza para permanecer en pie y continuar con aquella máscara fría e indiferente. No sabía cuánto tiempo más iba a poder lograrlo, sobre todo teniendo esos brazos temblorosos rodeándolo por su cintura, y aquellas lágrimas humedeciendo su espalda.



— Por favor... —imploró una voz ya debilitada y ronca tras de él.



No recordaba cuantas veces había escuchado esa súplica en los últimos ¿cinco minutos? No tenía idea del tiempo en que habían permanecido en la misma posición. Su mano se aferraba con fuerza a la manija que lo sacaría de su despacho, sin atreverse aún a girarlo.



— Sev, por favor... perdóname. —le volvieron a suplicar.



Severus bufó exasperado, había soñado tantas veces con ese instante, y no sentía el placer que creería lo inundaría al escucharlo suplicarle su perdón. En su lugar había un dolor tan indescriptible y una furia como jamás había sentido en toda su vida.



— Déjame... no tiene caso. —le respondió sin dejar ver su rabia.


— ¡Te lo suplico!... una oportunidad es lo que te pido, es sólo una oportunidad para demostrarte lo arrepentido que estoy, mi amor.



Fueron esas dos últimas palabras lo que terminó de enloquecerlo, la rabia traspasó el dolor, y de un solo movimiento se volteó y empujó a Harry lejos de él. Ante la sorpresa, el joven héroe salvador del mundo hacía un año, no pudo mantener el equilibrio y cayó de espaldas contra el suelo, pero no se quejó, de sus labios sólo volvió a salir un "por favor" quebrado por sus sollozos.



— ¡No vuelvas a mencionar el amor! ¡No seas hipócrita! —gritó Severus respirando agitado—. ¡Eso es falso viniendo de ti, Potter!


— ¡Pero yo te amo!... ¡Te amo! —respondió desesperado—. ¡Tienes que creerme!


— ¡Es demasiado tarde, no lo dijiste cuando tenías que hacerlo!



Severus vio como las dos grandes esmeraldas brillaban de arrepentimiento y que sufría tanto como él. Sintió a su propio corazón rompiéndose al mirar como Harry bajaba la mirada y abrazaba sus propias rodillas. Estuvo a punto de lanzarse a abrazarlo y limpiar sus lágrimas con sus besos, pero fue la tímida respuesta del chico la que lo detuvo en seco.



— Estaba asustado... confundido.

— ¡¿Asustado?! ¡¿Confundido?! —Bramó Severus acuclillándose para sujetarlo con fiereza por los hombros.



Harry se sobrecogió temeroso, ni en sus peores pesadillas creyó ver un odio tan intenso en los ojos de su estricto ex profesor de pociones. Ese brillo de desprecio era mayor que cualquiera que le hubiese dirigido nadie, ni siquiera a él mismo en su época de estudiante, ni a Sirius cuando lo quiso condenar al beso del dementor... a nadie.



— ¡¿Y porqué demonios no lo dijiste antes?! —le reclamó indignado—. ¡¿Porqué esperar hasta el último momento?!... ¡Respóndeme!



Pero Harry no dijo nada, sus labios temblaban como queriendo articular algunas palabras pero el miedo lo había enmudecido, ni eso consiguió que el profesor bajara la guardia o se condoliera de él. A la mente de Severus regresó una escena parecida, sucedida casi un año antes.

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