Capítulo 4

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CAPITULO 4



Dumbledore caminaba apresurado por los pasillos de San Mungo y no se detuvo hasta toparse con la puerta marcada con el número diez, entró y se topó con dos de sus ex alumnos sentados a cada lado de una cama donde reposaba alguien dormido. Ron y Hermione se pusieron de pie al verlo llegar, las expresiones de ambos eran de suma congoja.

— Que bueno que pudo venir, profesor. —le saludó Hermione.


— Gracias por avisarme... ¿Qué le sucedió? —preguntó mirando preocupado el rostro del joven moreno durmiendo en la cama, con un rictus de tristeza en su rostro.


— No ha despertado desde hace dos días. Pensamos que era sólo cansancio, tiene un año durmiendo sólo un par de horas al día, y luego se le ocurre hacer ese tonto hechizo.


— ¿De qué hechizo hablan?

— No lo sabemos con exactitud, pero Harry usó la fotografía del profesor Snape que aparecía en el Profeta para hacerlo, creo que quería llevar con él el sufrimiento que le hizo pasar en ese momento al Profesor. —respondió Ron.


— De verdad que es un hechizo tonto. —musitó Dumbledore sintiéndose culpable por haber dado ese ejemplar del Profeta a su antiguo alumno—. ¿Qué dicen los médicos?


— Están seguros que se repondrá, pero necesitaban sedarlo para que repusiera sus fuerzas, su magia estaba debilitándose más a cada minuto que pasaba. —respondió Ron.


— ¿Piensan que deberíamos avisar al profesor Snape?


— Ojalá y lo supiera, Hermione. —respondió Dumbledore, había estado en su despacho esperando a su profesor de pociones cuando recibió la llamada de sus ex alumnos avisándole de la situación crítica de Harry, así que salió velozmente para allá sin haber podido ver a Severus.


— Profesor, usted conoce al profesor Snape muy bien... ¿no puede hacer nada por ayudarlos? —cuestionó Hermione angustiada por su amigo—. Harry está sufriendo mucho... todavía lo ama.


— Yo quisiera, pero no me atrevería a hacer mucho. Todavía recuerdo cuando nos comunicaron su decisión de casarse, me costó trabajo aceptarlo pero finalmente los ayudé a que los demás lo hicieran también... ¿y todo para qué? A veces me pregunto si no me habré equivocado y no quiero volver a hacerlo. Antes no tenía miedo de intervenir, me creí demasiado inteligente para poder resolver los posibles efectos que causaran mis decisiones... pero jamás me imaginé que al apoyar a Harry en ese entonces supondría el destrozar a alguien a quien considero como mi propio hijo. Severus ya no es el mismo y no puedo ayudarlo a recuperarse, tampoco tiene deseos de hacerlo, estoy seguro que se siente demasiado viejo para arriesgarse a nada más... los años le han caído encima con toda la amargura.


— ¿Entonces vamos a dejar que esos dos sigan separados y sufriendo?


— Hermione... ¿se te ocurre algo que podamos hacer?


— No sé, quizá si el profesor Snape supiera porqué actuó así Harry.


— Eso empeoraría las cosas. —manifestó Ron.


— ¿Puedo saber de qué hablan? —interrogó Dumbledore.


— Unas horas antes de la boda... —empezó Hermione luego de intercambiar una mirada con su pareja—... Harry recibió una llamada de Malfoy, usted sabe que ellos habían sido amigos por ese entonces, así que Harry se marchó con él a tomar una cerveza de mantequilla a las Tres escobas. Estando ahí, Draco le habló de sus padres y la forma en como se conocieron y se casaron para enseguida hacerse mortífagos, le relató de la vida monótona que llevaban y de todas las veces que Lucius le fue infiel a Narcisa, le dijo que su vida de casados era un infierno y que en ese entonces estaban en proceso de divorcio.

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