Capítulo 3

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CAPITULO 3




Severus no dejaba de maldecirse por continuar recordando la visita de Harry, por sentir aún en sus dedos la humedad de sus lágrimas que él mismo había secado, pero mucho menos se perdonaba que no fuera capaz de entenderlo y disculparlo si todavía lo amaba, porque debía suponer que eso que lo mantenía aún con el corazón latiéndole era el amor.

— ¡No! —negó rotundamente ante sus pensamientos, apretando sus puños tan fuerte que casi los hacía sangrar—. ¡No lo amo! —repitió caminando con desesperación de un lado a otro de su despacho, conteniéndose de romper todo a su alcance.

De pronto, escuchó que alguien llamaba a su puerta, así que respiró hondo y se dirigió a abrir, sin sorprenderse de encontrarse con la presencia de Dumbledore frente a él.


— Albus... debí imaginar que no tardarías en venir.


— Supe que Harry vino a verte. —le dijo adentrándose en el despacho mientras Severus se encargaba de servir un par de tazas de té.


— Así es... pero si sólo has venido a hablar de eso, pudiste ahorrarte tu tiempo. Las cosas siguen igual. —le informó sentándose en un sillón frente a su amigo.


— Entiendo que te sea difícil perdonarlo, pero... ¿Seguro que no puedes hacer un intento?


— Como siempre, defendiendo a tu protegido. —dijo con una melancólica sonrisa.


— Intento defenderte a ti. Veo que sigues sufriendo a pesar de que ha pasado todo un año desde entonces... tal vez sea hora de dejar los rencores atrás y luchar por tu felicidad.


— ¡Si fuera tan fácil! —exclamó deprimente—. Tal vez debería dejar que tú o Harry me obliviaten, o me manden un Imperius, o mejor aún... podría tomar una poción que me ayude a olvidar, eso sería irónico, ¿No te parece?


— Autocompadecerte no te llevará a ningún lado, Severus... pero cualquier decisión que elijas, ahí estaré yo para apoyarte.


— Mi decisión ya está tomada, el mismo Harry la tomó por mí hace un año. Él y yo no nacimos para estar juntos.

Dumbledore no dijo nada más, a él mismo le había costado entender esa relación, recordó como le pidió a Severus que reflexionara cuando por fin se enteró de lo que sucedía entre sus dos ex pupilos, pero finalmente creyó ver que el amor que se tenían era sincero y lo suficientemente fuerte para superar cualquier prueba y les dio su bendición.

No se olvidaba del llanto de Severus luego del abandono de Harry, nunca lo había visto así, ni siquiera cuando regresó arrepentido de haberse alineado a las filas de Voldemort... tampoco lo había visto tan feliz como cuando preparaba su boda con Harry, y ese era el Severus que anhelaba de regreso, no podía resignarse a tener a su lado a un ser apático que pasaba los días encerrado en sus habitaciones. Antes de marcharse, se inclinó hacia Severus y le dio un beso en la cabeza, el hombre no hizo ningún movimiento al respecto, aceptó aquella caricia como si fuera el viento, sin ninguna emoción para su aturdida alma.


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Entre tanto, Harry se reunía con sus dos mejores amigos en la sala de su casa, llevaba con él el periódico que Albus le había dado, él mismo se había encargado de que no resultara dañado con la agresión de Peeves. Lo tendió sobre la mesita de centro para que sus amigos pudieran verlo.


— ¿Ustedes habían visto esto? —les preguntó sentándose en un confortable sillón, encogiendo sus piernas para abrazarse a sus rodillas, dando la apariencia de un niño desprotegido.

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