Texto 8

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Me pregunto constantemente que tiene sentido y qué no. Me pregunto si si quiera es necesario todo esto. Me pregunto mi vida entera, y me pregunto nada. Me pregunto todo aquello que veo, mas no quiero ser filósofo.

Me llamo Arteixo, y no sé qué hacer con mi vida. Me levanto cada mañana, con la esperanza de que pueda sonreírle al mundo. Me levanto esperando ser una rosa blanca, aún si estoy rodeado de una lluvia negra. Me levanto con la esperanza de ser y sentir, y no solo de ser.

Mi vida tampoco es que sea muy complicada, quiero decir, tiene sus cosas. Pero el problema principal, soy yo. Yo y nadie más.

Tal vez solo esté esperando a un fornido hombre que me lleve a donde nunca antes había estado. Tal vez, y solo quizás, quiero la riqueza infinita de un hombre de culposa edad. Tal vez, realmente, lo único que necesite es a mí mismo. Seamos sinceros, ya soy un hombre de 27 años. Ni si quiera sé lo que quiero en mi vida. Sin embargo, amigos del instituto, tienen a sus mujeres embarazadas. Y de mis amigas, tengo 3 casadas y una de ellas a punto de dar a luz a un par de gemelos. Sé que no está bien, pero en estos puntos de mi vida, la verdad es que deseo con toda mi alma que se mueran por alguna complicación. Mientras más tarde en el embarazo mejor. Así se les queda peor el cuerpo.

Lo cierto es que miro atrás en el tiempo y lo único productivo que he hecho con mi vida ha sido permitir que me dejase mi ex-pareja. Parece increíble, pero ni ganas para llorar tenía. Cuando leí que estaba hasta las narices de mí, no pude evitar una pequeña sonrisa. Quizá era lo que llevaba queriendo hacer desde tiempo atrás. Ni si quiera sé porqué. Simplemente, ya me había hartado. La rutina... ¿Qué rutina? Salgo de fiesta cuando me apetece, no trabajo, y en la vida he tenido una pareja estable. Estudié magisterio, y no sé ni cómo logré sacarme la carrera. Bueno, repitiendo cuatro largos años. Debería hasta tener un doble grado ya.

Personalmente, da igual lo que vaya a hacer o no. He asumido que simplemente no voy a hacer nada productivo con mi vida, y pues, aquí estoy. A veces saco alguna canción, pero honestamente son una porquería. Con suerte acabo en el club de los 27. Cumplo casi todos los requisitos: Tener 27 años, drogarse regularmente y ser un músico reconocido. Creo que ni falta hace aclarar que requisito no cumplo yo. 

Recuerdo que de pequeño siempre decía que no quería acabar como mi madre: Amargada, con dificultades para llegar a fin de mes, con su único propósito de vida que era ganar un sueldo a cambio de un trabajo asqueroso en una oficina que ni si quiera le gustaba, divorciada porque su marido no quiso volver a aquel manicomio que comúnmente llamaba "hogar", con dos hijos que ni siquiera aguantaba y una madre con un cáncer terminal que le descuadraba todas las cuentas del mes. Tengo algún ínfimo recuerdo desvanecido de lo que la felicidad era... pero... ¡lo veo tan borroso!

Pero al final, ¿qué me queda? Me miro al espejo y ya puedo comenzar a ver las primeras arrugas. Las drogas me dejan demacrado, sin embargo, las pienso seguir consumiendo. ¿Y todo por qué? Porque este relato es mentira. Mi autor está reflejando su propio miedo en un personaje ficticio llamado Arteixo. Aún no terminó el instituto y ya se agobia por su carrera universitaria y vida de adulto. Qué pringado.

Adelante, os podéis burlar de él en la caja de comentarios.

10 Textos, Si Sé Contar (Libro Experimental)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora