Tormenta

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La ligera lluvia se había convertido en una tormenta que duraría toda la noche y hasta el día siguiente, las fuentes advirtieron que sería mejor que no abandonaran sus casas o trabajos hasta que la lluvia amainara. El problema es que la lluvia no da señales de que vaya a parar en algún momento, lo cual es bastante grave para nuestro querido Reigen.

Aunque la temperatura había bajado, el cuerpo de Reigen estaba caliente.

La vida no podría haber sido peor para Reigen, ¿estaba tan necesitado? ¿Cuándo fue la última vez que tuvo sexo?. ni se acordaba, seguro fue algo del momento y en algun motel barato, hace bastante tiempo que no tenia una...relacion a largo plazo, ya se estaba poniendo viejo y no estaba dispuesto a pagarle a alguien para hacer tal acto, no iba a caer mas bajo, mas bajo de lo que ya estaba no podia caer, ya habia hecho sufuciente con excitarse con su ayudante que a sus ojos tendria entre 20/25 años, no mas de eso, y el con sus 35 años, ¿quien querria salir con un fosil?.

Mientras tanto, los ojos de Mob, fingiendo estar sumergidos en la revista que había encontrado, miraban al hombre frente a él, quien parecía moverse incómodo en su lugar, con gotas de sudor corriendo por su rostro, Su boca parecía contener algo raro en la sonrisa nerviosa que estaba tratando de mantener.

Sus ojos aún enfocados en Reigen, se abrieron de par a par cuando vio la mano de mayor bajar y escuchar un leve jadeo proveniente del mayor.

En ese momento, captó lo que estaba pasando. Dejo la revista a un lado, llamando la atención del contrario, que no podía verlo a los ojos pero lo notaba, notaba que le pedia ayuda y Mob era muy amable, no perdería la oportunidad de ayudar.

-¿Esta usted bien Reigen?-
Fingió inocencia ante el mayor, levantándose de su asiento y dirigiéndose al mencionado.
-Parece que se siente mal, ¿tiene fiebre?-
Apunto de tocar su frente, Reigen lo apartó de un manotazo.

-C-Claro que estoy bien chico-
Nervioso, se movió con la silla de ruedas para apartarse de Mob, pero Mob se seguia acercando a el.
-No deberías p-preocuparte por mi, yo estoy viejo además y...-
Lo interrumpieron dos brazos a los costados de la silla y unos ojos negros mirándolo como si estuviera intentando hablarle.

-Bueno...no tiene nada de malo en ayudar-
Habló, mientras acorralaba la silla hasta la pared.
-Ademas usted ahora precisa mi ayuda-
Sus ojos recorrieron su cuerpo hasta la parte baja, donde se encontraba su dolorosa erección que ya estaba aguantando un par de horas...

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