Luces y alcohol

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Me gustaba bailar, ir a fiestas, aunque no suelo hacerlo

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Me gustaba bailar, ir a fiestas, aunque no suelo hacerlo. Las únicas que voy son a los bautizos y quince años. Estaba buscando ropa medio formal, aunque no tenía nada. Alejandro solo estaba costado en mi cama, viendo videos y tatareando algo.

—Como te decía, mejor mañana me rapo.

—Te dije que está bien, por mí no hay problema Ale

—Bueno, son las 6, pasamos por Esmeralda y llegamos a las 7, ¿vale?

—Ajá – tome su mochila y saque dos camisas bien dobladas, una verde agua y la otra azul celeste, una corbata y un moño de los mismos colores. Lo mire, alzó los hombros. La corbata tenía acabados de líneas negras.

—La verde es de tu talla, toma la corbata azul. Me gustaría ir en conjunto.

Sonreí y tomé mi pantalón de vestir y comencé a cambiarme. Ale solo se quedó acostado jugando y podría pensar, que esperando que acabara de cambiarme para volver a quitarme todo. Teníamos tantas cosas en mente, pero era demasiado penoso para hacerlas.

La casa de Esmeralda estaba cerca, como a 10 minutos. Tomo su teléfono porque estaba sonando.

—Buenas, se quiere cambiar a Movistar.

—¿Esmeralda? – pregunte y asintió y se levantó para apurarse a cambiarse. Me ayudo con los botones de mi camisa y tomo la mochila. Al parecer íbamos a tener que pasar antes.

•♥•

Tocamos el timbre y salió Esmeralda traía un vestido verde agua, reímos y Ale me dio un beso en la frente.

—¿a qué hora la traemos?

—A las 11 por muy tarde, mijo.

Esmeralda se despidió de su hermano – que iba a llegar después – y salto hacia nosotros. Comenzamos a caminar y le quite la mochila a Esmeralda para que no cargara y llegara con su bolso.

Alejandro traía un saco, un poco informal, yo traía un chaleco y Esmeralda una gabardina. Íbamos formales, pero no tanto. Al llegar y estaban algunos sentados y hablando, había caguamas y música. No sabía de quien era la fiesta, pero yo venía a cuidar a Esmeralda y Alejandro.

—Nadie va a tomar, ¿vale? Cualquier cosa solo busca a Ale o a mí.

—Siento que voy a ser una molestia.

—No lo vas a ser, cariño – besó su frente y la despeino un poco – ve y diviértete.

Se fue feliz a la pista de baile y nosotros nos miramos felices. Al fin.

¡EL BUFET!

Nos acercamos y servimos de lo que más nos llamaba la atención, estábamos muy felices, eran platos de porcelana y cubiertos metálicos, buscamos una mesa y nos sentamos felices a comer. Alejandro saco un tóper de la mochila y guardo un poco de la lasaña.

HOY NO... (Un Amante Del invierno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora