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Era tan joven, solo tenía 25 años, lista para emprender viaje pues su vida por fin comenzaba. Fue con esa noticia que sus amigas la invitaron a una fiesta. Fiesta que fue organizada para ella.
En dicha fiesta había una persona, persona a la cual no pensaba encontrarse, no después de aquella pelea que ambos tuvieron. La cual había Sido muy, muy fuerte.
— Yang mi, es bueno verte de nuevo. ¿Cómo estás? Espero que mejor, te fuiste tan enojada, me preocupo que hubieras tenido un accidente pero--
— estoy bien, no me sucedió nada. Gracias por preocuparte. ¿Que tal estás tú?— cruzó sus brazos con incomodidad. Desvió su mirada del hombre de ojos verdes brillantes.
Ninguno de los dos era japonés, ella era sur coreana y él inglés.
Yang mi, tiene familia materna en Japón, y después del despido de su padre, ambos progenitores pelearon y se divorciaron, así ambas ( ella y su madre) se refugiaron en la adinerada familia japonesa de la que la mayor provenía.
— yo estoy bien, por cierto felicidades por haberte graduado. — el muchacho le sonrió con un pequeño sonrojo.
— gracias... Edric... — siguió sin mirarlo,pero hizo una pequeña reverencia como agradecimiento. Realmente se sentía incómoda.
Edric Robinson, hijo único de una familia no muy adinerada. Quienes fueron trasladados por trabajo a Japón.
Ambos se conocieron en la universidad, llegando a ser grandes amigos, su relación avanzo tanto que una bonito sentimiento crecía entre ambos. Pero todo acabo cuando Yang mi se cambió de carrera y comenzó a ignorarlo.
— . . . — silencio es lo único que había entre ambos.
Habían comenzado todo tan bonito para que de un momento a otro ella comenzará a ignorarlo, por eso, él la busco y busco, pidiéndole una explicación. A los cuantos intentos ella explotó y comenzó a gritarle, el tampoco pudo contener su frustración y ambos pelearon. Destruyendo por completo cualquier cosa que pudieran haber tenido.
Y después de aquello paso mucho tiempo hasta que ella por fin se graduó. Y jamás volvieron a hablar.
—imagino que...¿Te irás?
— supongo que sí, sabes que quiero--
— conocer el mundo... Lo sé... Lo sé perfectamente... Yang mi— la llamo girando hacia ella, esperando que la joven de ojos color miel lo viera.
—¿Que sucede?— no lo miro, se nego a mezclar la miel con la menta. No podía, no era una buena combinación.
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