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2003 Tokyo, Japón.
Jujūn Abe se despertaba con gran emoción, casi no pudo dormir de la emoción. Ese sería su primer día de escuela, y cuando digo primer día de escuela, lo digo literalmente. La joven Abe tiene apenas 13 años y jamás a ido a una escuela no a convivido con humanos, bueno, eso último si es un tanto exagerado. Pero su convivencia es realmente mínima, e inexistente en cuanto a personas de su edad.
Paso su mochila por su hombro, ya estaba lista, su corto cabello negro estaba adornado con una linda diadema verde menta, que combinaba con sus ojos del mismo color, solo que ellos eran de un color más oscuro.
Fue llevada hasta su nueva escuela, claramente sus padres no la dejarían en cualquier escuela, pero tampoco se preocuparían demasiado, solo la metieron el primer colegio privado que encontraron. No le molestaba del todo, estaba feliz por qué por fin conocería a nuevas personas.
Jujūn había vivido privada del inmeso mundo, atrapada en una cajita, una cajita que le impedía ver que sucedía afuera, no tenía idea de nada. No sabía cómo sería su vida nueva, no lo sabía, pero eso era lo emocionante.
Y más para una chica de 13 años con hiperactividad, el no poder quedarse quieta ni un solo segundo y tener padres ricos que no querían lidiar con ella, le consiguió muchos pasatiempos.
- hemos llegado, Abe-sama - el chofer le regreso de su burbuja mental. Ella asintió con emoción y le dejo un caramelo.
Bajo con emoción del costoso coche y se adentro a su escuela, era grande y bella. Los estudiantes caminaban con tranquilidad, muchos ya se conocían, otros eran nuevos, como ella, pero había una gran diferencia entre ellos y ella. Caminaba mientras daba vueltas observando todo, ganándose muchas miradas de los estudiantes, tanto así que en un punto comenzaron a rodearla, haciendo un camino por dónde ella caminaba dando leves brinquitos de emoción.
Su burbuja era hermosa, y pegostiosa, contagiando a algunos alumnos, quienes quedaron enternecidos con la extraña e inocente chica. Y todo era tierno, lindo y armonioso, hasta que chocó con alguien.
-¡ Ayy !- retrocedió algunos pasos, cuando alzó su mirada, era un chico con pelo negro, lentes y ojos azules.
-... - solo bajo la cabeza, como reverencia y siguió caminando. Ella se quedó en medio del pasillo.
-¡ Lo-lo siento !- le grito las disculpas, el contrario se hizo bolita comenzando a temblar y a caminar más rápido. -... Hum ... - hizo un puchero, de su mochila saco el papel en donde estaba escrito en que salón estaba. Se acercó a la primera persona que se encontró y le pidió indicaciones.
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Jugaba con su lápiz, las clases le eran aburridas, sentía que estaba más avanzada que todos ahí y eso le aburría demasiado, ella quería experimentar, quería ver el mundo, no estar en un lugar en donde le estaban enseñando cosas que ya se sabia de memoria.
No había nadie conocido en su salón, no sabía en donde estaba aquel chico con el que se había chocado, ni en donde estaban todos aquellas personas que la habían ayudado a llegar a su salón.
Cuando volviera a verlos les daría las gracias, esperaba poder hacer amigos. La soledad era algo que la ponía muy violenta.
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