Capitulo IV

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Oh, Dios, Chifuyu estaba apretado alrededor de él., apretado y cálido, y la forma en que gemía enviaba escalofríos de placer a través de todo el cuerpo de Keisuke.

Besó y chupó en un lado de la garganta de Chifuyu, saboreándolo mientras empujaba su polla dentro de él.

Keisuke empujó sus caderas hacia delante despacio y luego duro y rápido. Tan duro y rápido como pudo llegar, considerando el gran bulto del bebé que estaba extendiendo el estómago de Chifuyu.

A Chifuyu parecía no importarle.

―Dios, sí — gimió, girando su cabeza tanto como pudo, hasta que Keisuke cogió la indirecta y le besó en sus perfectamente rellenos labios. Ellos se estaban volviendo de un brillante rosa por toda la atención que Keisuke insistía en darles.

Dios, su compañero se sentía tan malditamente bien alrededor de la polla de Keisuke.

No era suficiente. Keisuke necesitaba más. Él se agachó, no tanto como para tocar y apretar el bulto del bebé, pero sí para agarrar fuertemente las caderas de Chifuyu.

―Levanta tu pierna para mí — dijo Keisuke, su voz baja y rasgada.

Chifuyu no se lo pensó. Hizo lo que él dijo. Keisuke gimió como si se corriera, y la enganchó sobre su propio muslo, dando a las piernas de Chifuyu algo en lo que descansar mientras mantenía sus piernas extendidas.

Eso le permitió empujar hacia delante sin nada en el camino. Se sentía de esa manera, en todo caso, y se sentía increíble y jodidamente bueno por eso. Chifuyu tiró su cabeza hacia atrás y suspiró, aparentemente disfrutando del nuevo ángulo tanto como Keisuke.

―Justo ahí. Justo así — Él suspiró.

Keisuke volvió a acariciar cada centímetro de piel que podía alcanzar. Había algo sobre tocar a su compañero que hacía que no pudiera tener suficiente. Él no era tan tocón y pegajoso cuando estaban fuera de la cama. Eso podía ser demasiado, incluso para su pareja, para manejar.

Pero Keisuke podría aprovechar para salirse con la suya cuando estaban en la cama. Chifuyu parecía apoyarse en cada toque, cada roce y cada caricia. Él gimió y tembló cuando Keisuke les dio la misma atención a los pezones de Chifuyu.

Sí, él amaba tocar y abrazar a este hombre, y el objetivo del sexo era ayudar a Chifuyu, después de todo.

―Dios, Keisuke, me voy a correr — dijo Chifuyu, mirando sobre su hombro, como si tuviera que avisar.

Por esa razón, Keisuke se ralentizó, pero incluso él no tenía la suficiente fuerza alfa dentro de sí para dejar de moverse completamente.

― ¿Quieres que me detenga por un momento?

Eso no sería tan malo, especialmente si Chifuyu simplemente quería esto un poco más duradero, hacer su orgasmo mucho mejor cuando viniera.

― ¡Dios, no! — dijo Chifuyu con un suspiro y una risa. Sus ojos, sexys y medio tapados, miraron a Keisuke, y Keisuke gimió.

Él se inclinó y besó de nuevo a Chifuyu, probablemente un poco demasiado duro, pero él no podía parar. Chifuyu gimió en el beso, alcanzando con su mano la espalda, tratando de sujetarse en Keisuke mientras este empujaba sus caderas duro y rápido.

Ahora, realmente no podía parar. Él estaba justo ahí, al borde del orgasmo. Esa presión construyéndose dentro de él que no podía contener por más tiempo y que no quería hacerlo.

Keisuke se separó del beso justo lo suficiente para dar algunas instrucciones a su pareja, sus bocas todavía lo suficientemente cerca para que apenas se rozaran.

El Compañero Ronroneante del Multimillonario [Libro Tres]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora