𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟑

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Sus maletas continuaban cerradas, chisto su lengua al recordar que su plan debía cambiar radicalmente, pero no se rendiría, no dejaría que meses de trabajo se hundiera en el rostro lamentable de Carter cuando descubrió que ella no buscaba amor, sino su dinero, fue fácil darle lo que deseaba, Roxy con los años aprendió que sus clientes cedían fácilmente en busca de una emoción fuera del matrimonio. Carter tenía un título, dinero, mansiones, y lo mejor; un matrimonio abatido en las penumbras por su evidente ego.

La casa en la villa estaba abandonada ¿acaso pensaba vivir allí con ella?

—A buena hora abandone a ese idiota —refunfuño, pateo una silla y el sonido sordo la obligó a guardar silencio. De todas maneras, la rabia estaba acumulada en su pecho.

Roxy se abrazó percibiendo repentinamente una brisa helada, giró para verificar que las grandes ventanas estuvieras cerradas, lo estaban, un misterioso instinto la guío a enterrar sus largas uñas en las palmas de sus manos. Dio un paso provocando un rechinido, la luz tenue del pasillo disminuyó, su corazón se aceleró al distinguir una sombra traspasar el pasillo.

—¿Quién está allí? — llamó, lo sabía, lo presentía en su respiración irregular. Había un intruso vigilándola.

Una lóbrega risa se auscultó en esa habitación, Roxy bruscamente volteó en dirección a la ventana, una silueta sinuosa se encontraba allí, la reconoció instantáneamente, el cabello ondulado castaño de Giselle se removió por el beso del álgido viento que ingresaba por la gran ventana abierta.

—Oh... —sonrió Roxy, la esposa de Carter le devolvió la sonrisa.

«¿Dónde está el idiota de Peter?», se preguntó torciendo sus labios rojos. Sus ojos divagaron por la habitación. No había manera que ella pudiera colarse subiendo por la ventana.

—Él no puede venir por ti —le confirmó Giselle recorriendo la habitación.

La última vez que contempló a Giselle lucia deplorable, por unos momentos sintió pena por esa mujer, haber tenido que soportar a Carter por unos años era un martirio, y comprendía esa expresión dura que normalmente tenía en su rostro, no obstante, aunque ambas estaban sumergidas en las penumbras discernió en ella una sonrisa campante.

—Creí que estarías muy bien cuidada en un manicomio —comentó ella recobrando la compostura.

—Un tiempo, si —afirmó, alzando su mano—, pero fue muy poco, mi estancia duro unas horas.

—Eso es bueno, madam —los labios rojos de Roxy se alzaron—, me imagino que tu querido esposo te comunico del robo ¿debo suponer que está en camino para meterme presa?

Giselle la observó, sus ojos verdes centelleaban en la oscuridad, por unos instantes Roxy tuvo la tentación de lanzarle una lampara que se encontraba en una mesita para huir, pero no conseguiría nada.

—Él murió.

—Es una broma.

—Fue asesinado —informó secamente—, lo encontraron hace poco en el bosque.

—¡Si vas a acusarme de matarlo! —bramó, iracunda. La sonrisa de Giselle la obligó a guardar silencio.

—No vengo a culparte de nada, sé que fue asesinado por aquello que está acechando el pueblo —comunicó lanzando un agotado suspiro.

La fría noticia provocó que Roxy comenzara a agradecer internamente no haberse cruzado con ese monstruo, pero esa sensación se alivio se deslizó hacia el pavor, Carter quiso huir aterrado porque acuso a la misma Giselle de haber liberado a ese ser sanguinario, mordió su labio inferior para controlar el pánico que despreciaba sentir.

—Tú... —murmuró—, lo de esa bestia es cierto, esa cosa esta contigo.

Giselle alzó una ceja, tenia deseos de retarla por su vocabulario al referirse a Isaac, sin embargo, cerró sus ojos tomando aire.

—Personas como tú, como Carter jamás entenderían que este mundo es inmenso —habló alzando sus manos—, hay tanto que no conocen, y cuando lo tienen frente le temen, lo destruyen. Aman destruirlo.

Roxy contuvo la respiración al escuchar un jadeo de Peter, parecía murmurar de pavor.

—Lo trajiste contigo ¿piensas matarnos, Giselle? ¿acaso vienes a vengarte por haberle robado a Carter? —protestó arrugando sus cejas.

—¿Vengarme? —cuestionó liberando una corta carcajada—. ¿Sabes como se llama a la "bestia" que temía Carter? —cruzó sus brazos sonriendo—. Isaac. Ese es su nombre, no "monstruo". La familia de Carter se dedico a torturarlo por muchos años, lo encerraron sin piedad, Carter planeaba hacer lo mismo, le tenia mucho miedo, pero era igual que su asqueroso padre ¿Crees que yo voy a vengarme?

—Entonces ¿Por qué estas aquí? ¿Por qué...Isaac esta aquí? —preguntó, cautelosamente.

—Es muy fácil —asintió—. Los Nathan eran repugnantes monstruos, pero tenían dinero y un buen título. Es lo único bueno que tienen, lo único que he venido a reclamar.

—Yo... —susurró queriendo negarse a conceder todo, una figura oscura atravesó la puerta, era alto, incluso uno centímetros más que Peter.

—No quiero tener que morderle el cuello frente a usted —advirtió Isaac, sosteniendo el cabello de Peter fácilmente, quien se contorsionaba del sufrimiento al estar bajo el completo dominio de Isaac.

—Tú...

—Isaac —le recordó Giselle a Roxy. El aullido de Peter la obligo a tragarse sus palabras.

—Lo haremos rápidamente —anunció Giselle acomodando su cabello—, no vine a llevarme todo, debo admitir que hiciste un buen trabajo engañando a Carter. Estoy segura que deseas huir con el dinero, solo quiero que me entregues los papeles de las propiedades de los Nathan y los títulos.

—No me creo que no has venido por el dinero —la acusó, desconfiada—. ¡Quieres quitarnos todo!

—No levantes la voz a Giselle —rezongo Isaac, observándola con su gélida mirada ámbar.

—Si, el dinero que tienes no es todo, se que Carter tiene un acuerdo con un banco. Puedes irte libre, no pienso denunciarte. Si deseas puedes hasta usar nuestros nombres donde vayas. Pero, lo que te pido me es necesario para reclamar lo que me pertenece.

Roxy mordió la uña larga de su dedo pulgar, inmersa en sus pensamientos, sus ojos verdes recorrieron el semblante confiado de Giselle para terminar en Isaac conteniendo a Peter ¿podía confiar en ella realmente?

Fueron unos eternos segundos hasta que asintió considerando la situación desfavorable en la que ella y Peter se encontraban.

—Es un trato —aceptó.

Había en Giselle una extraña confianza, una que entre ellas existía, muy tenue, apenas perceptible; el desprecio por Carter era un sentimiento lo suficiente fuerte como para confiar en la palabra de Giselle y el apuesto joven de piel pálida.

Roxy observó el semblante de Giselle al lado de Isaac mientras la luz de la luna los abrazo como un fiel protector, sus labios rojos se curvaron en una sonrisa ladina, el camino de ambas se había cruzado, tan distintas, pero buscaban lo mismo; ser libres.

Fue la ultima vez que vio a Giselle en toda su vida, durante su existencia acomodada oyó ciertos rumores fantasiosos sobre Rose Hill, como muchos lo catalogaban, pero Roxy sonreía porque secretamente conocía que aquel joven de ojos ámbar era real.


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ETERNA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora