Capítulo 2

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Llegaron a la zona residencial más acaudalada de Seúl. Como Jimin cayó presa del sueño en el regazo del alfa durante el viaje, éste no tuvo más remedio que cargarlo mientras recorría el trayecto a pie hasta su departamento. Con una ayudita por parte de Namjoon, Taehyung atravesó el umbral sin mayores inconvenientes.

El chofer prefirió hacer ojos ciegos ante los fluidos que sus pasajeros compartían alrededor de sus entrepiernas. Consideraba su puesto de trabajo lo bastante importante como para hacer algún comentario al respecto, de modo que se los guardó.

–Que descanse, señor Kim –sonrió, despidiéndose del alfa de mayor rango. No pudo evitar pensar que el diminuto pelirrosa se veía adorable entre los brazos de su jefe. Ambos lograban un desconcertante equilibrio entre personalidades y corpulencia que le parecía irracional que no se dieran una oportunidad.

–Gracias, Namjoon. Ten una buena noche, te veré en la mañana –respondió su jefe, feliz de poder hallarse en la quietud de su vivienda, lejos de la esquina donde los omegas carenciados se prostituían.

Llevó a su chico a cuestas hasta la habitación principal, donde terminó por recostarlo en un lado de la cama matrimonial. Con frecuencia llevaba a Jimin a su departamento para que durmiera allí y se mantuviera lejos de las calles. Era la única forma en que se aseguraba de vigilar que estuviera a salvo hasta que amaneciera.

El omega parecía muy agotado, porque ni siquiera se inmutó cuando fue despojado de sus prendas, quedando sólo en ropa interior.

Taehyung trató de no reparar demasiado en el cuerpo frente a él, haciendo la vista a un costado. En otras ocasiones, sin quererlo realmente, llegó a verle en esas condiciones. Por supuesto, jamás se le cruzó por la cabeza tomar ventaja del estado indefenso del menor. Sólo lo desvestía para su comodidad.

Tras quitarle los tacones, le colocó con rapidez una de sus sudaderas grandes del gimnasio mientras Jimin se quejaba en sueños y se aseguró de arroparlo bien con las mantas para que no pasara frío. La piel contraria necesitaba entrar en calor, dados los ocasionales temblores. El alfa aumentó el nivel de la calefacción desde un panel digital empotrado en la pared, volviendo más confortable el dormitorio.

Tomó el short de lentejuelas y la camisa que le había quitado a Jimin, dispuesto a llevarlos a la lavandería.

Frunció el ceño al evaluar los trozos de tela.

Ver a la razón de su existir con esas ropas tan vulgares le partía el corazón. Lo peor era que no tenía derecho a exigirle que modificara su conducta, porque Jimin era quién mandaba en su propia vida. Lo único que podía hacer era molestarse interiormente sin poder discutir siquiera al respecto. No estaban cortejándose y, técnicamente, Jimin era un omega libre. Podía hacer lo que quisiera con su cuerpo sin tener que rendirle cuentas a nadie.

Su lobo gruñó enojado. Ningún otro alfa tenía derecho a tocar a su omega. Porque era suyo.

Se despidió dejando un inocente beso en la frente del pelirrosa e iba a retirarse para desvestirse, darse una buena ducha y dormir en el cuarto de invitados cuando una manita pálida sujetó su grueso antebrazo.

Girándose, se topó con el rostro redondeado e infantil, cargando una adorable expresión de adormecimiento que por poco le hace soltar una risa.

No me dejes –pidió el lobo de su destinado, adueñándose de los irises grises de Jimin y cambiándolos por el colorido de un cielo despejado.

–¿Necesitas algo, Minnie?

–Quédate conmigo. Me portaré bien. Lo juro –prometió Minnie, la parte omega de Jimin.– No me dejes solo.

Esclavo del placer || Vmin (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora