11

5 0 0
                                    

Los soldados de Wakanda, los amigos extraños de mi hermano junto a los soldados de Asgard, los magos y la bruja escarlata, los amigos a los que Rocket consideraba una familia e incluso seres de otros planetas que no había visto jamás. Todos ellos estaban ahí, pero yo solo miraba a una persona, a Peter Parker.

Mientras más personas salían de los portales, corrí hasta donde él se encontraba. Al estar cerca quiso decirme algo, pero antes de ello le rodeé con mis brazos dándole un fuerte abrazo mientras una lágrima caía por mi rostro, el cual él correspondió. Me separé un pequeño segundo para mirarle bien, quería asegurarme de que realmente estuviese frente a mí porque aún no era capaz de procesar aquello, después, con una sonrisa, volví a abrazarle. Escuchamos algo muy ruidoso a unos pocos metros de nosotros que provocó que nos distanciásemos para ver bien que era. Se trataba de Ant-man, se estaba convirtiendo en un gigante, era realmente grande y asustaba un poco. Volví mi mirada a Spider-Man.

—Te he echado de menos.

—Para mí ha sido como si solo hubiesen pasado unos pocos segundos —dijo haciéndome reír.

—VENGADORES —se escuchó la voz de Steve—. REUNÍOS.

Todos corrimos hacia aquella masa de asesinos que querían destruir el mundo tal y como lo conocíamos. Podía jurar que todos y cada uno de nosotros sentíamos rabia y odio por aquel ser y por todos sus seguidores, porque todos habíamos perdido algo. Algunos no volveríamos a ver a nuestras familias, como yo a Loki. Otros habían muerto durante cinco años, y los que no, habían sentido la pérdida de sus seres queridos durante ese mismo tiempo. Y esas tres cosas eran por su culpa.

Todos empezamos a luchar, a matar todos los monstruos que nos encontrábamos, solo queríamos venganza contra ellos y paz para el universo. Me acerqué a Strange mientras continuaba con la batalla.

—Doctor, Stark dijo que vio todos los futuros y que solamente en uno ganábamos, ¿no?

—Así es —contestó sin dejar de luchar.

—Usted sabe cómo acaba ese futuro, ¿cierto?

—Sí, pero no puedo decirte nada por qué entonces no pasará —aclaró serio.

—¿En el que ganamos muere el señor Stark? —cuestioné preocupada. El mago se quedó en silencio—. ¡Contésteme! Es importante.

—No, en el que ganamos no morirá él.

—Gracias, doctor.

Eso significaba que mi visión era de un futuro en el que no ganábamos, Stark daría su vida en vano, por lo que debía hacer algo, tal vez si me interponía entre él y esas gemas, sí ganábamos. Seguí luchando, no estaba segura de que era lo que los demás estaban haciendo, solo sabía que necesitaban llevar el guante a alguna parte. De improviso apareció una luz amarilla a toda velocidad y cruzó por la nave de Thanos, destruyéndola a su paso. Era la Capitana Marvel.

—Ya era hora —murmuré.

Ella agarró el guante y fui a respaldarla, puesto que la mayoría de seres se acercaban a ella para conseguir aquel cacharro. Todo pasó muy rápido, el Titán lanzó su especie de escudo hacia ella y el guante terminó en el suelo, vi como Iron Man se acercaba a él mientras Thor intentaba matar al gigante morado. Sabía lo que pretendía hacer, sabía perfectamente cuáles eran las intenciones de Stark y no pensaba dejarle hacerlo por nada del mundo, él no daría su vida y menos si así tampoco conseguíamos ganar. Ya era tarde para cambiar el destino, pensé que tendría más tiempo para pensar una solución, pero todo había sucedido tan deprisa desde que llegamos, que no tuve tiempo para absolutamente nada. Por lo tanto, solo se me ocurrió una idea, una que sabía que no era muy buena, pero solo tenía una y debía intentarlo. Agarré el guante antes que él y me miró con notoria molestia.

—¿Qué haces, niña?

—Salvarle la vida —contesté—. Esto tiene demasiado poder para conseguir que vivas, no le permitiré hacerlo ni en broma.

—¡Tú también podrías morir!

—¡Pero no es seguro! Debo intentarlo, es más probable que viva yo a que lo haga usted, señor Stark.

Negó con la cabeza y se acercó a mí, decidido a arrebatarme el guante. Le lancé hacia atrás, haciendo que cayese en el suelo y lejos de mí, así no podría impedirme absolutamente nada. Thanos buscó el guante por todas partes, pero claramente ya no estaba en el suelo, donde había estado hacía unos pocos minutos. Siguió buscando hasta que su mirada se topó con mi mano, en ella se posaba el guante con las seis gemas. Al colocarlo, no me dolió demasiado, era como si una corriente eléctrica recorriera todo mi cuerpo. Tony estaba un poco dolorido y cansado, pero me seguía exigiendo que no lo hiciera. Le observé con una triste sonrisa, pero la voz de mi hermano me hizo cambiar la dirección de mi mirada.

—¡Freya! No lo hagas, no puedo perderte también a ti.

—Yo no puedo permitir que todo el universo muera.

El morado se acercó a mí para asesinarme y quitarme el guante, pero la capitana se encargó de mantenerlo lejos de mí. Me alcé en el aire y miré fijamente a Thanos, aguanté mis ganas de llorar, sabía que este podría ser mi final y no me sentía preparada, no obstante, debía hacerlo.

—Antes de chasquear tus dedos —hablé—, dijiste que eras inevitable. Te equivocabas, porque ni con todo el ejército del universo has conseguido vencernos. Ahora, déjame decirte, que yo soy Freya Odison. Hija de Odín. Y una vengadora.

Con una sonrisa chasqueé mis dedos mientras escuchaba a todos los del equipo que no lo hiciese, pero ya era tarde. Deseé de todo corazón que las cosas salieran bien, no quería morir. Un fuerte dolor recorrió mi cuerpo, era como si mi cuerpo se estuviera quemando por dentro y yo no tuviese fuerza ni para gritar. Caí al suelo de inmediato, estaba muriéndome, lo notaba y dolía más de lo que jamás pensé que podría doler algo, pero me reconfortó ver que todo aquel mal que nos rodeaba en ese momento, estaba desapareciendo del mismo modo que vi desaparecer a Bucky y al resto hacía cinco años. Noté como todas aquellas personas a las que había conocido a lo largo de mi vida se acercaron a mí, aún estaba consciente y no sabía durante cuánto tiempo lo estaría.

—¡Freya! Freya, mírame, por favor —escuché la voz de Peter.

Como pude, llevé mi mirada a la suya, estaba llorando. A su lado se encontraba Thor, quien también lloraba, pero se mantenía en silencio, supuse que no sabría que decir en ese momento, al fin y al cabo, estaba viendo morir a su hermana pequeña y hacía cinco años había visto también como Loki moría.

—Te vas a poner bien, vas a estar bien. Lo has logrado, hemos ganado.

Llevé mi mano a su rostro, limpié una de las lágrimas que caían y le sonreí.

—Gracias por haberme ayudado a encajar en este mundo —le dije para después mirar a mi hermano—. Y a ti por dejar que me quedase. Ahora debes salvar Asgard, serás un buen rey, hermano.

Noté como mis ojos se cerraron y de pronto ya no sentí dolor, era como estar dormida, solo que jamás iba a despertar.

EL FIN DEL UNIVERSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora