9. Hipocresía

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HIPOCRESÍA

La hipocresía es la falsedad que demuestra una persona en sus acciones o en sus palabras, fingiendo o pretendiendo cualidades o sentimientos que, en realidad, no tiene

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Abrí mis ojos como platos, sin comprenderla todavía— Laykita ¿has respirado mucho humo de la bomba?

— Idiota —murmuró con la intención de que la escuchara— ¿De verdad no recuerdas ese suero?

Negué con mi cabeza. Realmente no sabía a qué se refería.

— Una vez estábamos investigando a cerca del cambio de color de tus ojos, y te comenté que tal vez tu cuerpo contenía alguna sustancia que en el momento en el que no controlabas tus emciones se liberaba, descontrolando la reserva de poder y tu cuerpo en general. —asentí recordando a la perfección ese día, ella incluso analizó mis ojos al detalle— Ese día fue sin lugar a dudas el que más avanzamos con nuestro proyecto. Por si no lo recuerdas, te desmayaste después de finalizar tu brote de caos.

— No estoy entendiendo a donde quieres llegar con esto.

— Cállate y déjame continuar —me gruñó de malas maneras. Que carácter— Mientras estabas inconsciente extraje de tus manos algo de líquido del torrente de energía mágica. El líquido era negro, Channel.

Me quedé muda. Mi torrente de energía no debería ser negro, mi elemento es el aire, no el jodido petróleo.

— Channel, ¿y si tuvieran alguien con tu misma condición encerrado proporcionándoles esas vacunas? Sabemos de lo que son capaces los exponentiales por conseguir poder.

Malayka seguía parloteando, pero todo esto era demasiado información para tan poco tiempo. Por mi mente pasaron unos ojos abismales, el mismo que se estaba inyectando.

— Los están matando lentamente —dije conmocionada agarrando mi pecho.

La bruja del agua también dejó de andar al ver que había detenido mi paso, cosa de la cual no me di cuenta.

Clavé las uñas en mis manos, intentando distraerme de la presión en el pecho que sentía.

— ¿Qué quieres decir? —ahora era ella la que no entendía.

Me mantuve callada, no sabía cómo confesarle a Malayka todo esto y que no me odiara.

— Channel —me llamó por mi nombre, y eso significaba problemas— ¿Que sabes?

Mis ojos picaban, pero ignoré la sensación. Si había alguien que se mereciera saberlo todo esa era Malayka.

— Mi madre sufría una enfermedad rara, ya sabes, la típica que solo le toca a dos desgraciados en el mundo —ella me miró atentamente aunque con una mueca de confusión— Era una enfermedad hereditaria, que suele manifestarse durante la adolescencia. Hace que con el cambio brusco de las emociones se liberen grandes cantidades de poder. Los ojos cambian de color porque son el reflejo de la cantida que se liberará. Es un arma de doble filo, porque te otorga un poder inmenso, pero cuanto más es su uso, más rápido avanza.

— Estás empezando a preocuparme.

La ignoré y seguí con mi explicación— Esa enfermedad te va consumiendo y apagando como si fueras una vela. En mi familia se ha ido pasando de generación en generación, y ninguno ha sobrevivido hasta más de los treinta años.

— Excepto tú —se conmovió. Malayka me observaba directa a los ojos, traspasándome el alma con sus profundos orbes color mar.

— Mi enfermedad sigue ahí, pero no puede matarme. A pesar de eso el líquido de mi torrente sigue siendo negro, porque no puedo parar la enfermedad ni el desgaste de energía, pero si soy la única que lo puede usar a su favor sin acabar en un ataud.

Etheria| Invictas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora