Doyoung observaba con tristeza como es que el pasto de la tumba de su padre había crecido tan rápido, gracias al trabajo en el campo de cultivo no tenía tiempo de venir y limpiar la zona como era debido, su hermanita menor tampoco podía, ella estaba muy ocupada con los deberes del hogar al igual que su madre, se suponía que cuidar del lugar de descanso de su padre era una responsabilidad que el quería tomar.
Y por idiota la descuidó.
—Probablemente me hubiese regañado —habló a la nada, sintiendo como el viento movía sus holgadas ropas. De la canasta que llevaba cayeron un par de flores al suelo, la temporada de lluvias parecía que traería mucha ventisca consigo.
Nacer como un doncel en esas épocas era prácticamente la muerte, nadie quería relacionarse con ellos y mucho menos tener una relación amorosa, se decía que aquellos hijos de donceles no eran más que hijos de un pecado horrendo hacia dios y hacia la humanidad entera.
Así que vivía alejado del pueblo, cubriendo con telas su "fina" figura y ocultando siempre la marca en su cadera que lo hacía notar como doncel a todo aquel que tuviese la oportunidad de verlo. Por el bien de su madre y de su hermana, decidió alejarse de ellas.
No es que no las amara, de hecho, eran su todo en esta vida, pero tampoco se arriesgaría a que las quemaran vivas por convivir con un espécimen como él.
Después de terminar su labor, limpió con cuidado sus manos llenas de tierra y se dispuso a seguir su camino, visitaría a su madre para llevarle la paga que había recibido esta semana y de paso les daría las flores que tenía sembradas en su jardín a las dos mujeres de su vida.
Taeyeon, su madre, era la luz de sus ojos, existía por ella y la respetaría hasta el final de sus días, era la única persona en esta tierra capaz de hacerlo sentir dichoso de existir. Confiaba plenamente en ella porque cuando tuvo la oportunidad de asesinarlo por el bien de toda la familia, no lo hizo, se negó rotundamente frente a una multitud de personas que querían deshacerse del pecado viviente.
Valiente y a la vez hermosa, había heredado sus ojos.
Karina, su pequeña hermanita, su muñequita de carne y hueso es como la nombró al momento que la vió nacer. Recuerda haber rogado tanto por un hermano menor, también recuerda haber llorado cuando el doctor del pueblo dijo "felicidades, es una hermosa niña" en lugar de un varón.
Pero entonces, la bebé sonrió y Doyoung se enamoró.
Pasaban horas enteras sentados en la cama de sus padres, Doyoung peinaba los hermosos cabellos de su hermanita y la vestía de una y mil formas, riendo a carcajadas porque a los cinco minutos la pequeña ya se encontraba hecha un desastre. Definitivamente su hermana no era del tipo de personas que les gustaba la elegancia, siempre fue más de jugar con los niños del pueblo y apostar incluso su colección de rocas.
Hermosa, valiente y generosa, heredó la sonrisa de su padre y los ojos de su madre.
—¡Doyoung! —gritó Karina, saltando rápidamente a los brazos de su hermano mayor.
Y definitivamente ruidosa. Muy ruidosa.
—Mi muñequita —Doyoung la sostuvo con fuerza entre sus brazos y cerró los ojos un momento, sintiendo el aroma fresca del perfume que solía utilizar. Era su favorito, lo sabía. —La mujer más preciosa del universo.
—Me haces sentir celosa —exclamó Taeyeon con un falso enojo. Era obvio que, con una sonrisa como la que llevaba en su rostro, no estaba para nada enojada.
—Usted, mi madre adorada —dijo Doyoung, extendiendo su mano para que la mujer pudiese tomarla. —Es la mujer más hermosa y valiente que mis ojos han podido ver.

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Dinastía
Fanfiction¿La has escuchado? Aquella leyenda sobre una dinastía que se doblegó por completo ante un niño de campo. Amor, poder y venganza. Esta no es la típica historia de cuentos de hadas. TW: Aquí no se viene a reír y ser feliz, prepara los pañuelos amix y...