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La verdad es que los días pasaban con su debida tranquilidad en la casa de los Kim y un poco en la de los Jung.
Los segundos estaban al borde el colapso por culpa de sus padres, casi querían cometer un homicidio en contra de los adultos que se hacían llamar sus padres.
- Jimin, ya te dije que me opongo rotundamente a tu casamiento. – comentó Youngjae.
Los Jung se encontraban cenando con tranquilidad, hasta que sacaron el tema de la boda del hermano mayor de aquella familia. Los menores miraban todo sin saber qué hacer, pero gran cosa no podía realizar, Jimin jamás los dejaría meterse entre sus padres y él.
- ¿Pueden dejar de pelear un rato? Mis hermanitos están presentes. – Jimin rodó los ojos con cansancio.
Sunghoon tomaba la mano de Sunoo y Heeseung, por debajo de la mesa, Taehyung hacia lo mismo con Beomgyu y Yeonjun. Era su manera de mantenerse tranquilos, aunque fuera un momento.
- Así mejor, aprenden a no ser como tú. – devolvió Hoseok.
- Papá. – Jimin lo miró con advertencia.
- Tu padre tiene razón, así mejor aprenden a no ser como ustedes dos – apuntó a Taehyung, ahora también lo habían metido a la palea – y no se meten con personas que los harán cambiar para mal.
- ¿Y a mí por qué me meten?
- Por Dios, ni siquiera nos cambiaron ellos. – Jimin estaba casi fuera de sus casillas. – Solamente nos hicieron ver la verdad de ustedes dos con mayor claridad.
- ¿Cómo te atreves?
Los mellizos mayores alejaron sus platos y subieron a sus habitaciones.
- Se les ocurre ser como ellos y no saben la que les espera. – amenazó Youngjae.
El más asustado fue Sunoo, porque al ser el menor, era al que peor le iba, generalmente.
- Vámonos a dormir. – Yeonjun tomó la mano de su hermano más chico y lo llevó hacia su cuarto.
- Juro no hablarles a los vecinos. – sorbió su nariz.
Yeonjun soltó un suspiro algo pesado y con enojo. Su hermanito no debía pasar por eso, ninguno de sus hermanos
- Sunoo, sabes que no debes de hacerles caso, es por ellos que no tienes amigos en la escuela, porque para ellos todas las personas son malas influencias. – tocó la mejilla del menor, quien se recargó en la palma de su mano en cuanto sintió aquel toque, como si de un perrito se tratara.
- Lo hacen por mi bien. – murmuró no muy seguro.
- Lo hacen por su bien. – corrigió. – Su único bien es una familia perfecta, recuérdalo y no lo olvides jamás. – le dio un beso en su frente y apagó la luz en cuanto vio a su hermano recostado en su cama, a punto de dormir.
