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|| La proclama ||

"Los hijos no deberían de cargar con los pecados de los padres"

POV HARRY

Desde que nací he estado bajo la sombra de mis padres y aunque no quiera admitirlo en voz alta, eso me tiene muy cansado, porque desde que tengo memoria, nunca he podido hacer algo sin que mis acciones las comparen con las de mis padres.

Todos esperan cosas grandiosas de mi, porque mis padres fueron los magos que acabaron con toda la maldad y oscuridad que había en el mundo mágico, trayendo la paz que todos deseaban desde hace ya varios años atrás. Al decir esto me refiero a que ellos fueron los que encerraron en Azkaban a Voldemort y al 98% de sus seguidores la noche que intentaron asesinarme; por ese motivo, me auto-exijo más de lo que debería, para un día hacer algo igual de grandioso que lo que hicieron ellos varios años atrás.

Es por eso que desde que estoy en Hogwarts he intentado hacer cosas diferentes para sobresalir y así lograr que mis padres estén orgullos de mi y de mi desempeño, pero la mayoría de las veces mis planes no salen bien, porque siempre que tengo buenas intenciones, termino metiéndome en problemas de una u otra forma; es por eso que por varios años creí que tenía una especie de maldición, la cual siempre me ha traído problemas sin siquiera buscarlos.

Y aunque hace unos meses estaba apunto de confirmar lo de la maldición (porque fui seleccionado para ser uno de los magos que participaría en el torneo, cuando yo en ningún momento  puse mi nombre en el cáliz) al final termine descartando esa opción, porque termine ganado el torneo y no hubo ningún percance.

El haber ganado consiguió que por primera vez desde que nací, me reconocieran por mi mérito propio, además, de que el ministro de magia, me informo que yo sería su sucesor. Noticia que alegro a toda la orden, pero que sobre todo enorgulleció a mis padres, los cuales me han preparado para esto toda mi corta vida. Gracias a esto, ahora tengo que tomar probablemente una de las decisiones más difíciles de mi vida.

•••

Estaba colocándome la corbata tranquilamente cuando Snape, Dumbledore y McGonagall entraron en mi cuarto.

— ¿Y bien? — McGonagall fue la primera en hablar.

— ¿Tomaste una decisión? — me preguntó de manera serena Snape y asentí.

— He decidió aceptar — les informe y la puerta se abrió nuevamente, solo que esta vez entraron mis padres.

— ¡Les dije que aceptaría! — canturreo mi mamá emocionada.

— Estoy muy orgulloso de ti — me informo mi papá y sonreí de oreja a oreja —. Ahora solo tienes que acabar tu formación en Hogwarts para que puedas convertirte en el nuevo ministro de magia.

— ¡Esto es muy emocionante!

— Demasiado — se limitó a responder Snape en su tono habitual, sin mostrar ninguna emoción, mientras que de reojo miraba a mi mamá.

No se porque mi mamá le sonríe de oreja a oreja y lo mira de una forma dulce como si lo que hubiera dicho, hubiera sido la cosa más tierna y bonita del mundo, cuando solo dijo una palabra y para colmo utilizo el mismo tono neutro y frío de siempre.

Sacudí la cabeza de un lado al otro, para intentar dejar de pensar en ellos, porque estoy seguro de que nunca voy a terminar de entender como es que los dos son amigos y vuelvo a prestar atención en lo que Dumbledore decía.

— ¿El ministro ya sabe que aceptaste? — me pregunto Dumbledore y asentí.

— Está mañana le envíe una carta con mi respuesta.

Los herederosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora