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||La llegada||

Al despertarme y darme cuenta que estaba en un cuarto super blanco y con cosas muy elegantes a mi alrededor, me di cuenta que todo lo que recordaba, no se trataba de un sueño, sino que realmente si había pasado y ahora estaba fuera de Azkaban. En el momento en el que puse un pie en el suelo, para levantarme de la cama, 3 mujeres entraron a toda velocidad y empezaron a sacar ropa, toallas y a moverse por todo el cuarto, mientras que yo las observaba en silencio.

Resulta que esas 3 mujeres se encargaron de arreglarme, me prepararon el baño, la ropa que consistía en un vestido blanco, con flores pequeñas, el cual me negué a usar y por lo que tuvimos una discusión, la cual termino en un trato, donde yo me podría poner uno de mis pantalones negros, siempre y cuando me pusiera una blusa que ellas me darían del armario. También se encargaron de arreglar un poco mi cabello y conseguí que solo me pusieran rímel en las pestañas.

Cuando baje a desayunar, reprimí una carcajada al ver a los chicos peinados con kilos de gel en el cabello y de trajes.

— Buenos días, todos ustedes se ven ...

— Será mejor que no termines esa frase —me amenazo Matheo y sonreí angelicalmente.

— ¿Por qué tu vienes normal y a nosotros nos obligaron a usar todo esto? —me cuestionó Regulus con un puchero y antes de que pudiera responderle, llegaron los Potter.

•••

El desayuno fue mucho menos caótico que la cena anterior, ya que no hubo ningún tipo de cámaras y el padre de Harry se mantuvo callado todo el tiempo, mientras que su madre era la que llevaba el rumbo de la conversación, de modo que todo estuvo tranquilo y no sucedió ningún altercado.

Al terminar el desayuno, un hombre nos llevó a los 6 a un castillo mucho más grande que la casa donde estuvimos y al bajarnos de la camioneta, nuevamente las cámaras filmaron todo lo que hacíamos, hasta que llegamos a la puerta, donde había un grupo de personas paradas en la entrada y todos tenían muecas raras, las cuales supongo que intentaban ser sonrisas, pero no se estaban esforzando mucho como para que alguien pudiera creerles que estaban siendo sinceros.

— ¿Por qué nos miran de ese modo? —pregunto Regulus y escuche la risa de Draco.

— Porque no somos los únicos que están fingiendo —comentó Matheo y nuevamente me centre en los adultos que tenía enfrente.

— Bienvenidos a Hogwarts —una mujer de pelo blanco nos sonrió, mientras extendía sus brazos hacia nosotros— Yo soy Minerva McGonagall.

— Horace Slughorn —el viejito nos regaló una sonrisa, que a diferencia de todos los demás, la de él parecía ser la única sincera.

— Sybill Trelawney —la mujer tenía unos lentes que hacía que su ojos se vieran gigantes y su voz era muy suave.

— Rolanda Hooch —ella tenía el cabello corto y blanco y en las manos traía una escoba.

¿Ella se dedica a limpiar en este lugar o la escoba es parte de su outfit?

— Ellos son algunos de los profesores que estarán instruyéndolos aquí adentro —nos informó Dumbledore y asentimos—. Sigan a la profesora McGonagall, ella les enseñara el lugar, yo los veré en un rato.

•••

Luego del tour por todo el castillo, nos detuvimos enfrente de unas puertas gigantes de madera.

— En un momento pasarán por aquí, para reunirse con sus demás compañeros y antes de tomar sus asientos, serán seleccionados para sus casas.

— ¿Cómo que casa? —pregunto confuso Theo.

Los herederosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora