🔆Capítulo 15| Te amo tanto... que duele🔆

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POV CHRISTIAN

Apenas encuentro la puerta de nuestro ático, saco la tarjeta de acceso del bolsillo de mi chaqueta y la deslizo por el lector. Cuando consigo abrirla, golpeo a tientas el interruptor de la luz y, con la palma de la mano, acciono el otro, el que cambia el color de las luces que están junto a la puerta, en el
pasillo, y que indican al personal del hotel que sus huéspedes están dentro.

Cogiendo a mi mujer de la muñeca, la meto dentro y la coloco contra la puerta en cuanto logro cerrarla. Dejo caer mi chaqueta al suelo y capto el
sonido de su clutch cuando éste va a parar al mismo sitio. Me arrastro hacia ella, eliminando la distancia que nos separa; como un poseso, la aprisiono
con mi cuerpo y me apodero de su boca mientras mis manos recorren cada curva de su cuerpo; las deslizo con avidez, intentando recorrer con ellas cada resquicio, cada rincón, y la aprieto tan firmemente como puedo, hundiendo mis dedos en la carne de su culo, mientras mi erección no deja de crecer dolorosamente dentro de mi pantalón. En un intento de conseguir algo de alivio, me froto contra su vientre.

—Te deseo tanto. -exhalo contra su boca mientras me vuelvo un poco más loco por ella, estrujando un poco más su trasero.

—Y yo a ti, amor.

Devorando de nuevo su boca, intento esta vez ser más tierno antes de darle la vuelta y presionar su pecho contra la madera, y luego mis manos buscan la cremallera de su vestido y empiezo a bajársela. Sé muy bien que está en un lateral, porque, además de habérsela subido hace unas horas, lo estudié minuciosamente cuando lo compré, para saber cómo quitárselo sin demoras.

Ella baja sus manos cuando la prenda se afloja y me permito deslizarlo por sus brazos y su cuerpo, y cuando veo la seductora tonalidad de su piel rosada tan sólo interrumpida por el negro de sus braguitas y su sujetador, quiero
recorrer con mi lengua cada poro, dejando mi huella.

Ella baja sus manos cuando la prenda se afloja y me permito deslizarlo por sus brazos y su cuerpo, y cuando veo la seductora tonalidad de su piel rosada tan sólo interrumpida por el negro de sus braguitas y su sujetador, quiero recorrer con mi len...

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Levanto una mano y la deslizo por toda la extensión de su columna vertebral con el dorso de mis dedos, y me concentro en observar cómo su piel se estremece ante mi contacto. Cuando llego al broche del sostén, estoy a punto de desprenderlo, pero, por mucho que quiero tomarlo todo de ella cuanto antes, no voy a perderme la vista de sus pechos firmes dentro de ese sujetador que yo mismo he elegido para ella, así que la giro y me aparto de ella mientras se retuerce ante mí, y me muerdo los labios, admirando su hermoso cuerpo expuesto a mi vista.

Ana es perfecta, cada curva empieza y termina donde debe hacerlo, y aunque sus caderas están un poco más llenas después de la maternidad, todo se ve en extremo armonioso. Estoy salivando por mi mujer, y siento que, a pesar de haber tenido su cuerpo innumerables veces, siempre voy a sentirme como la primera vez que fue mío.

Estiro la mano, cojo la suya y la ayudo a salir de su vestido, que permanece agrupado en sus pies. Luego la uno nuevamente a mi cuerpo y, sosteniéndola por las nalgas, una vez más, muerdo y chupo sus labios. La vuelvo a alejar y me percato de que ya está algo nublada por el placer, así que la hago caminar hasta el borde de la cama; allí hago que se gire, levanto la mano y la cojo por el cuello, dejando que mis dedos descansen ahí antes de bajar lentamente hasta el cierre de su sujetador.

Asistente de Compras - Amor 《Christian y Ana》Libro 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora