Asistente de Compras - Amor 《Christian y Ana》Libro 3

🔆Capítulo 20| Vestido de novia🔆

POV ANASTASIA

—¿Dónde está nuetra bebita? -le pregunto tan pronto como salimos del hospital y nos dirigimos al aparcamiento para recoger el coche de Christian.

—Se ha quedado con mi madre y mis hermanos.

—Debí suponer que no ibas a quedarte en casa esperándome.

Me abre la puerta y se me queda mirando.

—Después de lo que te he contado ¿vas a seguir echándome la culpa?

—El puño que le ha roto la nariz a Paul ha sido el tuyo, que yo sepa, y, aunque tal vez sí que se lo merecía, has debido actuar de otra manera y no meternos en problemas -le digo cuando sube, acomodándose tras el volante.

—Soy un hombre, y cualquiera en mi lugar hubiera hecho lo mismo.

—Deduzco que tal vez ha imaginado que has sido tú quien ha cambiado la cita que tenía conmigo. —Es obvio que deberías haber hecho las cosas de otra forma y pensar en la compañía.

—No me jodas, Ana.

Continuamos el resto del viaje en silencio. Ahora es Christian quien está ofendido y no me habla porque he defendido a Paul. Realmente no puedo entender que no se dé cuenta del problema que esto puede suponer para el holding. Me siento como una estúpida por haber provocado esta situación, porque es  mía. Sin embargo, el daño ya está hecho, y al parecer no hay manera de sacarnos a Paul de encima.

Cuando llegamos a casa, nada más entrar en el ático, el aroma a comida invade mis fosas nasales, y no me extraña, puesto que Grace se ha quedado a cargo de todo, así que es obvio que ha tomado el toro por los cuernos.

—Mamá, te invité a cenar y al final has acabado haciéndolo tú todo- suelta Christian a bocajarro en cuanto pisamos la sala.

Veo que Mía tiene a Phoe en su regazo, cuidando de su sobrina como toda una experta, y rápidamente miro alrededor, para localizar a Luke, pero no está a la vista. Al oír a su hijo, mi suegra sale de la cocina.

—No es nada, tesoro. Ha sido un placer para mí cocinar para todos.

Él abraza a su madre y besa su coronilla. Entonces me acerco y le doy un cálido abrazo.

—Gracias por ocuparte de todo, de verdad.

Mía se acerca a nosotros con nuestra hija en sus brazos. La chica está preciosa; ya está cogiendo cuerpo de adolescente, con sus catorce años.

—¿Y Luke? -pregunto.

—Jugando con los videojuegos en el salón -contesta su hermana.

—Se pasa todo el día con eso. Ya no sé qué hacer con este chico, a ver si tú hablas con él, Christian, tal vez te escuche más que a mí. —Ha traído unas notas muy bajas del colegio.

—Ya me sentaré con él a conversar, lo prometo.

* * *

Mientras cenamos, les contamos nuestros planes y le planteo a Mía si le gustaría ser mi dama de honor.

—¿Lo dices en serio?

—Por supuesto, me encantaría que lo fueras.

—Y a ti, Luke, ¿te gustaría ser uno de mis padrinos?- pregunta mi esposo.

—Lo siento, pero eso me parece una idiotez; mejor no cuentes conmigo.

—Luke -lo reprende Grace-, ¡cómo le haces ese desaire a tu hermano!

—Déjalo, mamá. Si no quiere, está bien, no tiene ninguna obligación de aceptar. —Las cosas se hacen de corazón o no se hacen.

—Cada día te vuelves más grosero, ya no sé qué voy a hacer contigo.