Prólogo- Caminos separados.

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El puente estaba desolado, la luna no estaba en el cielo y la oscuridad solo se atenuaba lo suficiente para permitirles verse una a la otra. El azul y el rosado se enfrentaban en una batalla de voluntades, mirándose mutuamente en un reto no pactado que sellaba sus caminos. Vi frunció el ceño, mirando directamente a Jinx, buscando respuestas a esa expresión divertida y relajada que mostraba, perdiéndose en los ojos violáceos que le devolvían la mirada.

—No entiendo, ¿por qué querrías quedarte en Zaun cuando Caitlyn nos está dando la oportunidad de estar en Piltover? ¿una puerta abierta para empezar de nuevo?

—No tienes que entenderlo, Vi, es simplemente como es —respondió Jinx, apoyándose casualmente contra uno de los postes del puente.

—Les dijimos que habías muerto, usamos el escenario inventado de la explosión de Silco para fingir tu muerte y que Jayce te dejara en paz, tienes la oportunidad de venir con nosotras a Piltover y sigues escogiendo quedarte en Zaun —acusó Vi, mirando con lágrimas en los ojos a su hermana menor—. ¿Qué demonios hizo Silco en tu cabeza que te destrozó tanto?

—Silco…, él se otorga a sí mismo el mérito de haber creado a Jinx, ¿sabes? —dijo Jinx, mirando con diversión quieta hacia su arma, y luego alzando la mirada hacia Vi—, pero no fue él quien me creó, fuiste tú.

Las palabras de Jinx pegaron con la misma fuerza de los guanteletes de Hextech que Vi había usado, de repente, fue como si el aire le faltara producto de un golpe en el estómago que nadie le había dado. Miró a Jinx, intentando entender qué había pasado desde aquella fatídica noche hasta ese momento. No encontraba respuestas a sus preguntas.

—Fuiste tú quien me hizo quien soy, a veces es perturbador la manera en que Powder y Jinx se mezclan en mi cabeza, y no negaré que no estoy bien, incluso yo puedo darme cuenta, pero no encajaría en Piltover, Violeta, ni en tu vida —afirmó Jinx, separándose del puente y avanzando hacia Vi con pasos lentos, como quien camina cansado por un suelo de cristal.

—Eres mi hermana, siempre encajarás en mi vida, eres parte de ella —rebatió Vi, la desesperación marcando sus palabras.

—No, ya no lo soy —aseguró Jinx, deteniéndose delante de Vi y mirándola directo a los ojos. Vi intentó encontrar algún rastro de Powder en aquella mirada, no encontró nada.

—Por favor, ven con nosotras —suplicó Vi, colocando una de sus manos en el hombro de Jinx, la otra señalando hacia su pecho, donde sentía la opresión crecer conforme el silencio se extendía entre ellas.

—Silco es mi padre, él es mi familia ahora, solo él me entiende, Vi, solo él me acepta como soy —repuso Jinx, colocando una de sus manos sobre las de Vi—. Quise matar a Caitlyn, quise torturarte con ella para hacerte daño, él fue quien me detuvo. No soy buena, no pertenezco a Piltover, soy mejor aquí, en Zaun.

—No tiene por qué ser así —intentó hacerla razonar Vi, sintiendo como si su propio corazón se fragmentara a medida que Jinx hablaba.

—Tú perteneces allí, donde las luces te llegan con fuerza, al lado de tu novia, o lo que sea. Yo pertenezco aquí, entre las sombras, donde mi locura insana brilla y puedo ser feliz —dijo Jinx, sonriendo dulcemente; por un instante Vi llegó a confundir esa sonrisa con la de Powder, pero los ojos violetas le impedían olvidar que a quien tenía delante era a Jinx.

—No quiero dejarte —afirmó Vi, su último intento suplicante por llevarse consigo.

—Y yo no quiero ir contigo.

Jinx se puso en puntas de pie, dejando que sus labios depositaran un suave beso en la mejilla de Vi, y luego inició una caminata en reversa, sus ojos fijos en quien antaño había sido su hermana, su razón de existir. Ahora ella existía para sí misma, por y para sus necesidades, no tenía control ni freno, pero era feliz.

No recordaba haber sido muy feliz como Powder, pero tenía incontables recuerdos felices como Jinx, incluso con tantos matices oscuros que la bañaban, aun con una muerte y resurrección sobre su propia persona. Había abrazado el dolor y a su locura, ya no escuchaba a Mylo ni a Claggnor, las voces se habían detenido, Powder ya no estaba.

—Llévatela, vigilante, y no dejes que regrese nunca —ordenó, más que pidió, mirando por un instante a Caitlyn, quien mantuvo su rostro impasible mientras pasaba un brazo por encima de Vi y tiraba de ella.

Jinx se quedó allí, mirando como Caitlyn se llevaba a Vi, hasta que estas estuvieron tan lejos que la oscuridad no le permitió verlas, hasta que Piltover activó las poleas y la unión de los puentes fue elevada, hasta que Zaun quedó libre e independiente, para siempre.

Solo entonces, silbando una tonada que Silco solía tararearle mientras le trenzaba el cabello cuando era más pequeña, Jinx emprendió el camino de regreso a casa, donde el hombre que era su padre y el resto de sus secuaces la esperaban. Donde su vida tenía sentido. Donde ella quería estar. Ese día fue el inicio de una nueva era para Zaun, de un nuevo tiempo para Jinx.

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Hola a todos, pequepinkypitufibolas, y bienvenidos a este short fic de Sevika x Jinx que tendrá mucha tensión entre ambos personajes y cuya trama girará en torno al desarrollo sexual de la relación, porque es para lo que me gustan ellas. ¿Les sirve? ¿Les gusta? ¿Quieren leer?

Si la respuesta es SÍ, quédense cerca, pero si la respuesta es NO, no acepto odio de parte de nadie. ¿No te gusta? No lo leas.

Dicho esto, los que si quieran leerlo, disfruten.

Fuego infernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora