Epílogo- Aceptación en casa.

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Los rumores habían empezado a circular lentamente, tomó más tiempo de lo que esperaban. Iniciaron con la desaparición repentina de las visitas semanales de Sevika al burdel; al principio lo atribuyeron al exceso de trabajo, estrés, quizás algún tipo de abstinencia sexual autoimpuesta por algún motivo, pero luego Sevika hizo un viaje de tres meses fuera de Zaun para manejar los negocios de Silco con otras tierras, era de esperar que a su regreso quisiera hacer aunque fuera una visita, sin embargo, para sorpresa de las muchachas del burdel, la Madame y los clientes habituales, Sevika no apareció.

Luego fueron las marcas en su espalda, claros arañazos de uñas largas, chupones que adornaban parte de su cuello, las personas los notaron en una de las luchas en el ring la semana en que Sevika regresó. Pronto se volvió un reto público el averiguar a quien se follaba la mano derecha de Silco.

La curiosidad podía ser producto del aburrimiento, tal vez de la falta de sucesos interesantes desde que la vida en Zaun se volvía cada vez más estable, lejos de las manos de Piltover, pero el desencadenante de la obsesión colectiva por adivinar el nombre del amante de la mujer fue, irremediablemente, el buen humor que empezó a presentar en casi todo momento. Algunos incluso la habían llegado a atrapar con una sonrisa a medias en sus labios.

Sevika estaba convencida de que nadie estaría tan interesado en su vida, excepto que no contó con que los zaunitas habían sido entrenados desde pequeños para fijarse en el más mínimo detalle que los rodeaba.

Era una habilidad aprendida por cuestiones de supervivencia, pero ellos supieron usarla en otros asuntos. Así fue como notaron la cercanía de Jinx con Sevika, a donde fuera la mujer mayor, era extraño no encontrar la brillante cabellera azul larga de la joven, viéndola desde los andamios de los tejados, apareciendo de repente en las minas cuando Sevika las visitaba, siguiéndola luego de las reuniones hacia donde sea que la mujer mayor fuera.

Eso no tendría que llamar la atención, puesto que podían atribuirlo a alguna de las locuras sin sentido de Jinx, si no fuera porque era obvio que Sevika no estaba molesta por su presencia, como antaño solía pasar. Así, las personas se fueron dando cuenta de otros detalles, como el cambio en el estilo de vestimenta de Jinx. Antes solía correr por todos lados con tops cortos que mostraban su espalda y abdomen, pero ya nadie podía recordar siquiera cuando fue la última vez que la habían visto usarlos.

Ahora, Jinx iba a todas partes con blusas oscuras de diseños brillantes dibujados, que tenían cuellos de tortuga y cubrían totalmente su torso, incluso usaba mangas que cubrían sus muñecas y antebrazos. Por sí solo eso no hubiera captado la atención de nadie, pero a las constantes visitas a Sevika y el cambio de ropa, se unió otra característica tan llamativa, que era difícil ignorarla: Jinx estaba de buen humor.

Todos sabían que su mente no estaba sana, y que era capaz de atravesar una bala por la cabeza de cualquiera sin siquiera pestañear, estaban acostumbrados a andar alrededor de su presencia con cuidado, temiendo el momento en que la bomba de relojería en su mente explotara y le dijera que matara a todos los que la rodeaban, pero ya nadie podía señalar que algo así hubiera pasado en demasiado tiempo.

Las personas empezaron a hablar, juntando la información que habían notado, buscando fechas que coincidieran. La última vez que Jinx había estado de mal humor y arruinando la vida de los demás con explosiones sorpresa y estallidos de temperamento incontrolables, había sido durante la ausencia de Sevika.

El rumor tomó fuerza a medida que el tiempo fue pasando, para ser sincera consigo misma, Sevika admitía que le resultaba impresionante que hubieran tardado un año y medio en empezar a hablar al respecto, considerando que, aun en contra de su buen juicio, Jinx siempre se las arreglaba para salirse con la suya y que ambas terminaran follando en los lugares menos discretos y más inapropiados posibles, la oficina de Silco incluida. No se habían cuidado en lo absoluto, no como deberían, y por eso todo estaba destinado a explotar en sus caras.

Fuego infernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora