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- ¡Anya!

La chica recién mencionada de cabello largo y rosa, volteó en dirección de la persona que recién le había llamado. Le causó un poco de intriga el que no estuviese con los dos chicos que siempre lo seguían, por lo que devolvió sus pasos hasta quedar frente a él. Arqueó una ceja bastante curiosa por lo que tenía que escuchar.

- ¿Que pasa, Segundo?

“Dios, ella es muy linda... ¿Cómo le digo?”  Fue lo único que logró leer en los pensamientos del pelinegro que yacía nervioso y con un gran rubor en sus mejillas frente a ella.

- ¡ Anya, relacionemos !

Fue lo primero que atinó por decir, no era muy consciente de lo que le había dicho pero los nervios se habían apoderado del chico, sin remedio alguno. Anya sin entender lo que quería decir, explotó de la risa, dejando atónito y expectante por la respuesta que esperaba al mayor.

- Pero si ya nos estamos relacionando, Damian.

Y ahí fue cuando le cayó como balde de agua fría
la realidad al chico. Con mucha vergüenza se ruborizó por completo, sintiéndose un gran idiota al soltar eso. Frunció su ceño con algo de molestia por lo tonto que llegó a ser al decir eso, ¿Que si se estaban relacionando? ¡Claro que sí, pero no se refería a eso! 

- Agh! ¡No hablo de eso, estúpida de piernas cortas!

Anya abrió su boca con sorpresa, tomando el comentario como una pequeña ofensa por lo que también frunció un poquito su ceño. ¿Ella de piernas cortas? ¿Por qué le seguía llamando así?

- ¡Segundo, eres un payaso! ¡No es mi culpa que hayas crecido!

Como si de un espectáculo se tratara, muchos estudiantes miraban la escena y murmuraban aquello que estaba pasando en la salida de la escuela. Lo suficiente para llamar la atención de Becky, la mejor amiga de Anya que justo la estaba buscando. Al encontrarla se acercó a ambos, dedicándole una mirada desaprobatoria de pies a cabeza a Damian.

- ¿Qué? ¿Acaso estás molestando a Anya? Porque espero que sea una confesión de amor, Damian.

Damian, sin querer seguir con eso y ya bastante humillado se sentía, se volteó en dirección a la escuela pues se dirigía a su habitación, dejando a ambas chicas sin palabras.

Becky observó al azabache hasta que desapareció de la vista de ambas. Volteó para ver a Anya y le arqueó una ceja mientras la tomaba del brazo para comenzar a caminar a sus hogares, pues ya era rutina que caminaran juntas hasta cierto punto.

- ¿Que fue lo que pasó, Anya? —Preguntó con curiosidad.

- No tengo ni la menor idea, dijo que quería relacionarse conmigo. ¡Pero sé que aunque soy despistada, el solo hecho de cruzar palabras ya nos estamos relacionando! —Botó un último suspiro.

La pelinegra burlona de la situación solo terminó por codear a la pelirosada.

- ¡Te dije que le gustabas! Se le notaba a millas.

Un sonrojo se presentó en las mejillas de la pelirosa, pues, había que admitirlo. Con el pasar de los años, Anya había notado que el comportamiento extraño del chico junto con los constantes pensamientos de lo linda que era, resultaba ser que se había dado cuenta de que le atraía pero no quería hacerse ideas equivocadas. Y aún con eso, el corazón de la chica de a pedacitos comenzó a pertenecerle al pelinegro.

Becky era consciente de ello, sabía la situación de ambos porque, fuera de que Anya se lo había dicho en una ocasión, a Damian se le notaba desde pequeños. Pensaba que ambos eran imbéciles que sentían lo mismo pero no eran capaces de confesarse. Rodó sus ojos sin darle más vueltas al asunto, pues, había entendido lo que quiso decir el azabache y al ver a la contraria completamente distraída pero con su inevitable sonrojo, botó un suspiro, ya agotada de la situación. ¿Acaso debería ser Cupido? 

- ¿Aún no lo entiendes, Anya? Damián quiere estar en una relación contigo.

Ese comentario terminó por enrojecer a la menor por completo. Sus ojos se expandieron de la sorpresa, a lo que su amiga se rió y soltó su brazo, deteniéndose.

- ¡Diablos, chica! Deberías verte —Terminó con su risa, y le dedicó una última sonrisa— Bien, meditalo mucho, aquí me despido. Mi limosina está esperando por mí aquí, nos vemos Anya.

Finalizó moviendo su mano de un lado a otro en señal de despedida mientras caminaba hacia el vehiculo, lo cual al abrir la puerta, antes de subir la vuelve a observar.

- ¡Dale muchos besos al guapo de tu papá!

Volvió a reír, subiendo por completo y cerrando la puerta. Anya vió como el vehículo comenzó a alejarse y guió ambas manos en sus mejillas que sentía hirviendo. No podía dejar de pensar en la estúpida idea de su amiga. ¿De que Damian quería estar en una relación con ella? ¡Tonterías!

Pero bueno! Aún quedaba el siguiente día para saberlo, y ahora tendría un largo día mañana.

¡Relacionemos! • Damian×AnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora