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Damian Desmond.

Un alumno destacado, hijo de Donovan Desmond, una persona de la mayor clase y de la mejor elegancia que podría haber, para por último, ser un Imperial. El mejor alumno que pudo haber pisado Edén, el grandioso chico de 18 años...

Que terminó perdidamente enamorado de una enana fastidiosa que tenía por amiga y compañera de clase.

¡Dios! ¿Cómo podría explicar eso?  Fue lo que pensó el chico en el intento de describirse. Con mucha frustración tapó ambos ojos con sus manos mientras mordía con fuerza su labio inferior.

Ewen y Emile solo le dedicaban miradas de vez en cuando, pues estaban bastante ocupados jugando. Hasta que uno decidió romper el silencio entre los tres que había en su habitación compartida.

- ¿Hasta cuando piensas no decirnos que te gusta esa mocosa? —Dijo Emile sin despegar la mirada de su juego.

Los tres chicos estaban recostados en sus respectivas camas, pues eran altas horas de la noche. Ewen y Damian compartían una litera, en donde el último se acostaba abajo, mientras que Emile tenía una cama solitaria a un lado del camarote.

Damian algo irritado sacó las manos de sus ojos, mirando la madera blanca que sostenía la cama de arriba. Algo agotado, terminó por enfadarse más con los pensamientos que le venían cada vez con más frecuencia.

- ¿Acaso no es evidente? —Contestó fríamente.

- Más que evidente, pero creímos que nos contarías. Pero ya que han pasado años y nosotros crecimos juntos, nos dimos cuenta hace ya un tiempo pero no quisimos hacer el comentario. —Dijo Ewen en la cama de arriba— ¡Demonios! —Lanzó su consola de mano al suelo del enojo por haber perdido.

Emile sonrió, pues le había ganado a su compañero de cuarto y apagó su consola, sentándose en la orilla de la cama para observar de frente a Damian. Ewen se dobló para mantenerse de cabeza para también observar desde arriba al pelinegro.

Damian con el ceño fruncido les dedicó una mirada fulminante a ambos. Para segundos después botar un suspiro agotado, a pesar de todo, ya sus lacayos no eran tan lamebotas y se hicieron unas personas más comprensibles. Y para que mentir, se sentía en un círculo de confianza.

- No lo sé chicos, no sé como decirle a esa enana lo mucho que... me hace sentir cosas.

Ewen y Emile se vieron unos segundos algo burlones.

- ¿Acaso ya se te para cada vez que piensas en ella?

- Yo creo que ya se ha tocado pensando en ella.

- ¡No sean imbéciles! ¡Dios! ¡Sabía que no debía decir eso!

Unas risas cómplices resonaron por toda la habitación, haciendo a Damián sonrojar levemente por la sola idea de los comentarios que habían soltado antes.

- ¡Ya vayan a dormir! Me cansé, ya arreglaré esa situación —Dijo el azabache dándole la espalda a ambos chicos. Tapando con las cobijas hasta sus ojos— No quiero a Becky aquí temprano Ewen, ya estás advertido.

- ESPERA, QUÉ?

- Buenas noches —Terminó burlón Damian, los chicos no se llevarían la parte ligera de todo. Él también debía burlarse como debía.

🌸🌸🌸

Por algún motivo extraño, la alarma no sonó en la habitación de los chicos. Damian había despertado por inercia, aún sin abrir sus ojos, bostezó y escuchó unos murmullos proveniendo del baño. Claramente de una chica y de un chico. Suspiró con pesadez, era Becky y Ewen.

- Agh, que fastidio —Exclamó en voz baja el pelinegro.

- ¿Que es un fastidio, Segundo?

Sus ojos se abrieron con sorpresa y se volteó, quedando cara a cara con Anya quién no había dejado de mirarlo. La habitación estaba a oscuras todavía pero podía divisar un poco a la chica que le gustaba, además de que nadie más lo llamaba Segundo.

- ¡MIERDA, ANYA!

Gritó con algo de susto Damian, por la sola sorpresa de que ella estuviese en la habitación. Se escuchó una pequeña risita por parte de la recién mencionada y se acercó a abrazarlo.

- ¡Buenos días, Segundo! ¡Deberías levantarte, estamos llegando atrasados por cuestión de minutos a clases!

- ¿Que haces si quiera en mi habitación, Anya? ¡No vuelvas a entrar así! Es más! ¿Como diablos entraste?

Exclamó Damian, algo sonrojado terminó por corresponder el abrazo de la contraria. Anya le iba a contestar hasta que escucharon unos quejidos suaves, junto con unas leves risitas provenientes de su baño.

El rostro de ambos enrojecieron por los sonidos, sin dejar de mirarse el uno al otro. Damian si estaba apenado por ello pero viendo que los segundos pasaban y la pelirosada no se movía dejándolo ahí recostado, tomó un poco de valor y acarició la mejilla de Anya.

Un silencio entre ambos se mantuvo, aunque ninguno era capaz de cortar el contacto visual, pues sentían que el ambiente simplemente era de los dos. Eran ellos y nadie más, o eso pensaba Damian. 

- Anya

- ¿Dime?

Por unos instantes se quedaron en silencio, el rostro de Damian se enrojeció. Y sin ser capaz de decirle que después de esos 12 años que conviven juntos estaba bastante enamorado de ella, con algo de molestia, frunció su ceño y desvío su mirada.

- No me voy a rendir

Los ojos de Anya divagaban por el rostro tan delicado del azabache, mordió con suavidad su labio inferior por haber pensado que el chico le pediría salir en ese mismo instante. Aunque si a lo que se refería era que no se rendiría con ella, una pequeña sonrisa surcó de sus labios y se acercó a darle un gentil beso en su mejilla. El contrario ahora si estaba en un sueño, pues no esperaba sentir los esponjosos labios de la chica en su rostro.

Estaba por decir algo hasta que de una sola patada se abrió la puerta del baño. Becky con algo de incomodidad se volteó a ver a ambos chicos quienes se encontraban en la cama de Damian. Soltó una risita nerviosa y con sus manos limpió su falda, para pronto mirar hacia atrás a Ewen con su mejilla colorada por un claro golpe de la contraria. 

- ¿Que diablos? Te dije que no vinieras con Becky en la mañana —Dijo desgustado el azabache, ignorando lo que había pasado con Anya.

- Agh, ya sabes... Insistió en venir —Miró a Becky unos segundos antes de mirar el reloj, ya iban 30 minutos atrasados. — ¡Ya vistete Damian, eres el único que falta!

- ¿Qué?

Becky rodeó sus ojos fastidiada por la obviedad y con unos aires de altanería, sonrió con superioridad.

- Que te levantes, flojo. Eres el único que sigue acostado, ¿No te sirvió mi sorpresa? Creí que Anya levantaría tu culo de la cama —Miró como la recién mencionada desvío su mirada mientras se reía nerviosa— Pero por lo que veo, casi la acuestas a ella.

Eso hizo que inmediatamente Damian se sentara en la cama y que ambos chicos se sonrojaran en demasía. Con ello la pelinegra estalló de la risa pues no lo decía en doble sentido, sino que se refería a hacer que Anya se durmiera a su lado.

- ¡Ya largo déjenme vestirme!

🌸🌸🌸

Puede que más tarde suba otro capítulo.

Gracias por el apoyo a esta idea tan loca que me dió por hacer esta historia<3

¿Que les gustaría ver en la siguiente parte? 👀

¡Relacionemos! • Damian×AnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora