Eran las 9 en punto de un viernes por la noche y estaba comiendo pizza mientras miraba lo que sea que pusieran en la televisión. No había nadie en casa.
Salto una vez que escucho un golpe en mi puerta, "¡Ya voy!" Gimo antes de ponerme de pie y hacer mi camino hacia la puerta.
Me encuentro cara a cara con mi novio, Daniel. Le sangraba la nariz, tenía cortes y rasguños en el cuerpo y comenzaban a formarse moretones.
"Dios mío, ¿qué pasó?" Pregunté, empujándolo adentro y llevándolo al sofá.
"¿Cómo se ve? Johnny y sus idiotas comenzaron otra pelea conmigo". Respondió. Niego con la cabeza, camino hacia mi refrigerador y agarro una bolsa de guisantes congelados.
Agarro el botiquín de primeros auxilios y me siento en el sofá junto a él, "Aquí, ponte esto en el ojo". Le entrego la bolsa congelada.
"Debería darle una paliza a Johnny Lawrence. Es un capullo". Murmuro con enojo, comenzando suavemente a desinfectar los cortes y rasguños de Daniel. Hace una mueca de dolor, "No quiero que te acerques a él ni a ninguna de sus cobras, ¿me escuchas (t/n)? Si te lastiman por culpa de ellos, no creo que pueda perdonarme nunca".
Le sonrío suavemente, "No te preocupes, no dejaría que ese idiota se me acercara ni siquiera con un poste de diez pies".
Me besa suavemente en la mejilla y entrelaza nuestras manos. "Podría acostumbrarme a esto. Me curas las heridas después de que me patean el trasero".
Ambos nos reímos y niego con la cabeza, "Trata de que no te pateen más el trasero, ¿quieres? Odio verte así, me preocupa".
Daniel asiente: "Haré lo mejor que pueda, bebé".
Después de finalmente limpiar todas sus heridas, comencé a vendarlas suavemente para asegurarme de no hacer un movimiento en falso y terminar lastimándolo más.
Termino colocando una tirita de Star Wars en un rasguño cerca de su clavícula y le doy un suave beso, "Ahí, todo mejor". Le sonrío.
Envuelve sus brazos alrededor de mi hombro y envuelve sus dedos en mi barbilla, atrayéndome a otro de sus besos.
