Es fácil no ser uno mismo en la corte en Kings Landing, especialmente cuando las mujeres solteras se lanzan a tu amante secreto, ¿era ese el término correcto para eso? ¿podrían siquiera llamarse así? amigos, pero menos que amantes, ¿había una palabra para eso?
no sabes qué es lo peor; que no puedes intervenir y mostrarles su lugar, o que no puedes estar con él, públicamente.
el malestar y la ansiedad son dos emociones difíciles de sofocar cuando empiezan a darse a conocer. te hace sentir atascado; como una piedra que fluye por las corrientes de un río, solo para quedar atrapada debajo de una roca más grande. como esta piedra atascada, estás viendo a todos tus otros amigos de piedra bailar corriente abajo, dejándote atrás sin una segunda mirada.
así es como se sentía esto, en este momento.
viendo a lucerys, el apuesto joven lord en el que finalmente se había convertido después de todos estos años, charlar con las otras damas de la corte. están parpadeando, girando su cabello y riéndose de todo lo que dice. Nada y todo.
En verdad, Lucerys no es tan divertido.
las damas son hermosas, sin duda. cabello rizado en tirabuzones y esparcido en esa moda sureña que tanto les gusta. vestidos largos y sedosos de essos que tocan el suelo y parecen vibrantes a la luz del sol. parecen mucho más elevados y... refinados; apto para un rey de driftmark.
lucerys siente tu mirada y vuelve su atención hacia ti, su sonrisa se ensancha cuando te mira a los ojos. logras dirigirle una sonrisa mansa, pero retrocedes rápidamente cuando las lágrimas comienzan a brotar de tus ojos.
sin mirar por dónde vas, tus pies te llevan a algún lugar por los giros y vueltas de la fortaleza roja. pasas la torre de la mano, el patio, luego subes unas escaleras hasta el nombre de una sala que no puedes recordar.
una puerta de madera ocupa entonces el marco de su visión. tus manos encuentran el mango y lo empujas para abrirlo con un suave gruñido. tu respiración se está volviendo lentamente más dificultosa, la amenaza de lágrimas es evidente en la forma en que tu respiración se estremece aquí y allá. ¿por qué estabas llorando?
cierras la puerta detrás de ti y te mueves hacia un sofá. te arrojas sobre él con bastante falta de gracia, con suaves y maullantes gritos que salen de tu boca. las lágrimas fluyen lentamente, cayendo en cascada ríos salados por tus mejillas y manchando el cojín de satén. estás así por unos momentos, tus gritos silenciosos resuenan en la gran sala. la puerta por la que entraste se abre y se cierra, y tu mano se mueve rápidamente para enjugar las lágrimas.
“vete”, balbuceas.
"Esta es mi habitación."
levantas la cabeza y ves a lucerys, su rostro contraído en una especie de ceño fruncido comprensivo. avanza, tomando asiento a tu lado. su mano se levanta hacia tu cara para limpiarte una lágrima perdida.
"¿Por qué estás llorando?" ¿Estaba inconsciente o era incapaz de leer una habitación?
sueltas un profundo suspiro, mirando hacia abajo avergonzado mientras juegas con la borla fruncida de una almohada, "las damas".
él mueve su cabeza lo suficientemente bajo como para captar un vistazo a tu cara. miras a través de tus cejas, observándolo levantar las cejas.
“Están... alardeando sobre ti. simplemente me hace”, te callas, inseguro de cómo confesar el deseo de tu corazón. “Lucerys, te amo, más que amigos.”
su rostro es ilegible, sus ojos bajan hacia donde tus dedos jugaban con la borla. se chupa el labio inferior, mordiéndolo suavemente mientras piensa. ahí es cuando los nervios comienzan a infundir miedo, cavando profundamente y haciendo temblar los huesos. te iba a regañar? decirte que esto no era más que—
"eres tu. siempre has sido tú."
miras hacia arriba, observando la forma en que su rostro se dibuja hacia abajo. su cabeza se levanta lentamente, los ojos se arrastran desde arriba de la misma manera. Luke te da una sonrisa de lado, como la que siempre hace su madre, y toma tus manos. sus manos cubren las tuyas y pasa suavemente su pulgar por la piel.
"Nadie puede convencerme de lo contrario", murmura, acercándose a ti. la calidez que trae es reconfortante, cubriendo tus hombros y abrazándote fuerte, diciéndote sin palabras que eres suyo. “nadie puede cambiarlo”.
él avanza, depositando un suave beso en tu mejilla.
