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El sonido del despertador programado a las siete de la mañana había hecho despertar a Zoe de su profundo sueño, cosa que le molestaba ya que primero odiaba levantarse temprano y segundo odiaba ir a la escuela.
Pero lo único que alegraba esos largos días de "aprendizaje" seria ver a su mejor amigo Jonathan Byers, el cual siempre hacia lo mejor para animarla y ella a el también.
Ambos se conocieron en primer grado de primaria, justo cuando Zoe y su hermano habían regresado al pueblo natal de su padre debido a que este junto con su madre, quien ahora viaja por Europa junto al hermano de la chica, se habían divorciado.
Volviendo con Jonathan y Zoe, ninguno se dirigió la palabras durante los primeras semanas de clases, fue un día Jueves en la ultima materia que les tocaba, la cual era Química, la menos favorita de Zoe, donde tenían que hacer un trabajo en parejas, y ella y el chico se habían quedado solos, no quedándoles otra más que hacerlo juntos.
Y a partir de ese día ambos se volvieron inseparables, saliendo todos los días juntos, estando todo el tiempo juntos, nunca alejándose el uno del otro. Eso también hizo que mucha gente pensara que eran pareja pero ambos siempre los desmentían diciendo que nunca podrían serlo, aunque ambos sabían muy bien que si querían.
Ahora volviendo al presente, Zoe se levanto con mala gana de la cama, arrastrando sus pies por todo el pasillo hasta llegar a la cocina, en la cual se encontraba su padre preparando el desayuno mientras tarareaba la canción Beat It de Michael Jackson, que se encontraba sonando en la radio.
- Buenos días mi bella princesa - la saludo con un sonrisa - Te hice unas tostadas con mermelada y un cafecito con leche para arrancar esta hermosa mañana invernal ¿Qué te parece? - dijo dejando el plato y la taza de color azul en la mesa.
- Maravilloso papá, gracias - le agradeció sentándose en la silla para luego tomar su café y darle un sorbo.
El hombre estaba también apunto de sentarse cuando el tono de llamada del teléfono que se encontraba en la barra de la cocina comenzó a sonar, haciendo al señor Stuart soltar un bufido de molestia, debido a que odiaba que interrumpieran su desayuno. De forma tranquila camino hacia el aparato, lo tomo y atendió la llamada.
