VII- Zafiro (Dicha Marital)

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"Todo iba bien en la cueva del amor hasta que mandan a buscar a Liu Qingge. El caballero tiene una razón muy válida de por qué no puede acabar con Shen Jiu"

*

Después de aquél día donde dejaron claro los sentimientos del por el otro, no tardaron mucho en desenvolver el resto de sus sentimientos y pensamientos. Liu Qingge se había mudado de forma más oficial adentro de la cueva de Shen Jiu dónde pasaban el rato en sus finas sábanas y cama de plumas suaves. 

Shen Jiu deslizó su lengua por el cuello expuesto de Liu Qingge, lamiendo las gotas de sangre que escurrían de la herida que causó con sus dientes al morderle momentos atrás. 

—Tengo que entrenar— Mencionó con una amplia y satisfecha sonrisa. 

Shen Jiu resopló y se giró para quedar boca abajo dejando su rostro de lado contrario. 

Liu Qingge se agachó y beso su nuca para después levantarse; se colocó los pantalones y zapatos, y sin camisa, procedió asegurar su cabello en una alta coleta para salir a la entrada de la cueva y ejercitarse. 

Al sentir los rayos del sol, tomó su espada y comenzó a blandirla. 

Eventualmente el sonido de un galope acercarse lo volvió a la defensiva. 

El jinete que se aproximaba era un caballero imperial también; justo como él. 

Cuando bajó del caballo y se quitó el casco; la melena negra reluciente se balanceó con gracia. La mirada amatista le enfrentó con dureza. Por supuesto Liu Qingge sabía de quién se trataba. 

—QingQi—Dijo con solemnidad sin aflojar el agarre de su  espada. 

Ella le miró confundida, molesta y exigía una explicación. 

Quién diría que al mandar a su mejor soldado para acabar con el dragón de la montaña, este desaparecería por un poco más de medio año. Esperaba encontrarlo en estado complicado. No entrenando tranquilamente en la entrada de una cueva. 

Antes de que alguno de los dos pudiera hablar, Qi QingQi se puso en guardia; una figura del interior de la cueva se aproximaba. Esto alertó a Liu Qingge pues sabía que debía explicar la situación en cuánto antes. La pregunta era cómo

Shen Jiu sintió la presencia de alguien más, por lo que tomó rápidamente una túnica para envolverse y salir de su hogar a enfrentar al invasor. 

Al encontrarse con una mujer de belleza lírica de aura elegante y feroz vistiendo la misma armadura de Liu Qingge frunció más su entrecejo.  

—Quién es esa—Vocifero a la defensiva. 

Esa

Qi QingQi desenvainó su espada. 

—Shen Jiu vuelve adentro—Quiso indicar pero el dragón lucía alerta. No iba a escucharlo. 

—¡No me ordenes! —Le contestó sin quitarle la mirada de encima a la mujer —¿Qué quieres?

—QingGe, explícate. 

Apunto de abrir la boca, Shen Jiu lo interrumpió:—¡No le expliques nada, idiota!

—Cierra la boca. ¡Alto los dos!—Ordenó eufórico. A este paso destruirían las montañas. ¿Qué no el impulsivo aquí era él? Esos dos usualmente, eran más prudentes que él.  Pero comprendía el punto. Él debía aniquilar, por órdenes del emperador a Shen Jiu. No solo estaba vivo, él mismo había desaparecido un tiempo. Shen Jiu debía estar asustado. Que un caballero te buscara no era un signo de buena fortuna. 

El dragón de la montaña que conoció el amor | #LiuJiuWeek 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora