07

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Jimin regresó al trabajo al cabo de media hora. Se había concedido más tiempo del previsto porque tras su encuentro con Eunwoo estaba hecho polvo. No habían vuelto a verse desde que él lo había descubierto follando como un conejo con su mejor amiga, y quizá tenía una opinión demasiado buena sobre sí mismo,pues lo cierto es que no estaba preparado para un encuentro sorpresivo.

De una cosa estaba seguro: no amaba a Eunwoo,ya no.

Lo había hecho, no obstante. Pero se había desencantado tan pronto descubrió la clase de ser egoísta y manipulador con el que compartía su vida. Lo que detestaba era la persona en el que se había convertido a su lado. El ser apagado, aburrido y carente de ilusiones. El chico formal y comedido que jamás alzaba la voz. ¿Y todo para qué? ¡Por una vida fácil, simplona y que no le había aportado nada!

De mal humor consigo mismo, le entregó el café a Jungkook con tan mala suerte que volcó el contenido caliente sobre la perchera de sus pantalones.

—¡Joder! —se quejó, levantándose de golpe.

Jimin trató de limpiar la mancha con un pañuelo.

—Lo siento mucho —se disculpó aturdido.

—No pasa nada. Puedo pasar por mi casa y cambiarme de pantalones —le restó importancia.

Pese a todo, Jimin lo siguió camino del servicio y atrancó la puerta en cuando los dos estuvieron dentro. Con el ceño fruncido, evaluó la mancha marrón que se extendía sobre la tela. Ante la mirada recelosa de Jungkook, comenzó a vaciar su bolso y colocó el contenido sobre el lavabo de manos.

—Quítate los pantalones —ordenó.

Jungkook puso las manos en alto con sorpresa.

—Estás yendo muy deprisa, eh.

Jimin agarró la hebilla de su cinturón, y de un tirón lo sacó de los pantalones ante el gesto perplejo del pelinegro.

—O te los quitas tú o te los quito yo. Puedo quitarte esa mancha con mi kit de supervivencia.

—¿Los calzoncillos también? —sugirió Jungkook, mientras se bajaba los pantalones.

Jimin hizo un gran esfuerzo por mantener la vista apartada de las piernas torneadas de Jungkook. Poco tenían que ver con las piernecillas enclenques y paliduchas del idiota de Eunwoo, pues las piernas de Jungkook tenían un tono tostado que enmarcaba unos músculos trabajados a base de su afición por el deporte.

—Mantén el pajarito a buen reguardo.—le bromeo.

Jungkook le entregó los pantalones, observándolo con una mirada cargada de intenciones que Jimin se esforzó en ignorar. Roció la tela con los productos que guardaba en su bolso y comenzó a frotar con un cepillo de cerdas gruesas.

—Mi pajarito se pone nervioso cuando te tiene cerca —insinuó Jungkook, colocándose a su espalda.

Jimin apretó los labios al sentir el bulto de su entrepierna contra sus nalgas. Frotó la tela con mayor ímpetu del debido mientras se le aceleraba la respiración al sentir las manos de Jungkook ascender por su cintura.

—Jungkook... —lo censuró, pese a que deseaba que continuara.

Jungkook mordisqueó el lóbulo de su oreja y descendió en besos cortos y húmedos por el cuello. Jimin cerró los ojos y se agarró al lavabo. Lo quería dentro de sí, pero desearlo de tal forma le parecía una locura.

—Me vuelves loco, Jimin... —su respiración caliente le bañó la nuca.

Jimin comenzó a frotar los pantalones con fuerza, tratando de ignorar las manos masculinas y grandes que se adentraban por el interior de su pantalón. Entreabrió los labios y soltó un gemido en cuanto los dedos rozaron la liga de su ropa interior. Jungkook percibió la seda y murmuró su nombre suavemente, lo que provocó que Jimin abriera los muslos en un gesto de entrega.

AMOR A SEGUNDA VISTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora