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PASADO

El día del funeral de la abuela Taeyon.

Alguien le tendió un pañuelo mientras las lágrimas le empañaban el rostro.

Sintió innecesario el hecho de culpar a su novio por ser incapaz de llorar en el

funeral de su propia abuela. Para Jimin, aquella mujer siempre le había tratado como uno más de la familia. Había tenido buenas palabras para el, le

había animado a perseguir sus sueños y le había enseñado recetas de cocina con las que triunfar en sus reuniones sociales.

Aturdido, no pudo agradecer el gesto

de la persona que le había tendido el pañuelo cuando el resto de personas

estaban demasiado ocupadas con su propio dolor. Al cabo de un rato, Jungkook le saludó desde la distancia antes de abandonar la sala. En ese instante supo que había sido él.

***

PRESENTE

Seúl, 13 de febrero 21 pm

Jimin había logrado evitar a Jungkook con suerte durante los últimos tres días.

Intentaba ir a la sala de la fotocopiadora en los momentos en los que él salía a almorzar. Había cambiado la hora del almuerzo para no coincidir con él. Y salía cinco minutos tarde de la oficina con tal de no encontrárselo a la salida.

Todo esto, que se recriminaba a sí mismo por concederle tanta importancia a un tipo al que nunca antes se le había concedido, estaba fuera de lugar, pero le hacía sentir seguro y tranquilo de tenerlo todo controlado. Las insinuaciones, o a

lo que fuera que Jungkook estaba jugando con el, le aterrorizaban y le gustaban a partes iguales.

Con certeza, lo más idóneo era mantener una distancia prudencial hasta que los cauces volvieran a su normalidad. Es decir, ambos tenían que volver a fingir que el uno no existía para el otro, y viceversa.Así que cuando, al salir de la oficina desierta, el se metió dentro del ascensor y segundos antes de que las puertas se cerraran, Jungkook se introdujo dentro del minúsculo cubículo, el contuvo la respiración y maldijo para sus adentros.

—No sabía que hubiera alguien dentro de la oficina —le recriminó Jimin a Jungkook, y fingió una sonrisa al darse cuenta de que su tono denotaba que estaba al borde de la taquicardia.

—Estaba en la sala de impresión, ultimando algo de trabajo —le explicó el pelinegro.

Jungkook sonaba extraño y distante. Demasiado formal y cortante incluso para dirigirse hacia el. En cuanto las puertas del ascensor se abrieron, Jimin salió pitando, y le rozó el hombro sin querer. Ambos tenían tantas ganas de salir de allí que se habían chocado. Él se excusó de mal humor, le colocó una mano sobre la espalda y le ofreció pasar primero. Jimin sintió su mano en la parte baja de la espalda,le pareció que la piel le ardía y salió con torpeza hacia la calle.

En cuanto el aire le rozó las mejillas, se sintió mucho mejor. Pero sabía que aquello se debía a que había puesto distancia entre ambos. Entonces, unas gotas de lluvia le cayeron sobre la cabeza y comenzaron a empaparlo. Volvió a meterse dentro de la fachada del edificio, y metió la mano en el maletín para sacar el paraguas de manos que siempre llevaba dentro. Se irritó al darse cuenta de que aquel día no lo había echado dentro.

Sintió la presencia de Jungkook a su espalda, y se negó a volverse. Fingió que buscaba algo dentro del maletín, con la esperanza de que él se fuera y no tuviera que ver como el salía corriendo y se empapaba.

AMOR A SEGUNDA VISTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora