Nueve

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La suave luz del sol cuándo estaba amaneciendo golpeó mi rostro. Lentamente mis ojos fueron sintiendo el calor de ésta y no resistieron el no abrirse. Acostumbrándome a ella, presioné mis párpados e inspiré aire con dificultad. Sentí un peso contra mi cuerpo y entonces lo vi. Nate estaba recostado a mi lado y su brazo derecho me rodeaba la cintura. Su rostro expresaba cansancio, y por eso no tuve el valor de despertarlo.

-Llevo despierto más de dos horas- escuché. Su voz estaba terriblemente ronca, más que de costumbre. Me sobresalté y dirigí mi mirada hacia él.

-Buen día- susurró y se acercó a besarme. Sonreí sobre sus labios.

-Buen día- repetí. El sonrió también y se alejó para verme a los ojos.

-¿Cómo dormiste?- sus manos acariciaban mi cadera con suavidad, intentando transmitirle calor a mi cuerpo completamente congelado.

-Cómoda- articulé apenas-, ¿y tu?- acomodé los cabellos que caían sobre su frente.

-Perfectamente- volvió a besarme suavemente. En ese momento, me percaté de que era la primera vez que Nate y yo dormíamos juntos.

Luego de holgazanear un poco, nos vestimos y comenzamos el viaje hacia Canadá. Estaba tan emocionada, que no paraba de hablar, a pesar de que yo era bastante callada. En el camino, paramos en una cafetería a un lado de la carretera para desayunar algo. Cuidadosamente, inspeccionamos para ver si los que la otra noche estaban persiguiéndonos no estaban por allí. Al estar todo verificado, bajamos y nos sentamos en una mesa algo apartada del ventanal.

-¿Puedo tomar su orden?- preguntó una señora de edad mayor.

-Yo quiero un café fuerte y un trozo de torta de chocolate- dijo Nate. Me miró mientras la señora anotaba y asentí.

-Yo solo quiero un jugo de naranja, por favor- sonreí a Nate y la mujer hizo lo mismo hacia nosotros.

-En un momento se los traigo- se retiró y suspiré.

Nate apoyó sus codos en la mesa y me miró fijamente. Sus ojos eran los mas lindos que había visto alguna vez en mi vida. La forma en la que me intimidaban y al mismo tiempo abrazaban y contenían. No podía creer que por fin tenía lo que siempre soñé; amor y compañía.

-¿Crees que para ésta noche lleguemos a Canadá?- una mueca graciosa se cruzó por su rostro y ambos reímos.

-Tal vez, si vamos a 120 km por hora- solté una carcajada e inmediatamente me tapé la boca con las manos.

-Bien, con eso entendí que no. ¿Pasaremos la noche en la camioneta?- la señora llegó con nuestro pedido y puso todo a nuestro frente. -Gracias- susurré cuándo estaba por marcharse. Ella sonrió.

-Si quieres, no tengo problema en buscar un motel u hotel- Nate vertió un sobre entero de azúcar en su café y lo revolvió con delicadeza. Con un tenedor, tomó un trozo de torta y se lo llevó a la boca. Luego tomó otro y me lo extendió. Negué con la cabeza y se lo comió.

-Prefiero dormir en la camioneta, si no te molesta- comencé a beber el jugo mientras veía como Nate tomaba su café.

-Por mi es perfecto- sonrió y lo imité.

Luego de desayunar, pagamos y salimos otra vez a la carretera rumbo a Canadá. Tomé uno de los bolsos en los que Nate tenía guardados sus cd's y saqué uno de Jake Bugg. Aunque Nate tenía preferencia por el hip hop y rap, disfrutaba de escuchar música indie o soft. La canción 'Me and you' comenzó a sonar y no pude evitar cantarla. Nate sonrió y se me unió. Era lindo aprovechar las mañanas de ésta manera, con él, escuchando música y viajando hacia el principio de nuestras nuevas vidas.

Habían pasado ya, cinco horas de viaje. Los paisajes eran realmente hermosos, tanto que mis ojos no eran suficientes para apreciarlos. Nate cantaba una canción mientras tenía su mirada fija en la carretera. De repente, un ruido molesto comenzó a hacerse presente en el ambiente. Miré a Nate y el suspiró.

-La gasolina- dijo. -Vamos a tener que detenernos allá- señaló con su dedo a una estación de servicio pequeña a un lado de la carretera. Asentí y el se pasó a la banquina para dejarle el paso a los demás autos detrás de nosotros. En cuánto vimos que no pasaba ningún auto, Nate cruzó la carretera para aparcarse en la estación. - ¿Quieres comprar algo para comer en el minimercado?- preguntó desabrochando su cinturón.

Asentí y desabroché el mío. -Ahora vuelvo- abrí la puerta, pero Nate agarró mi brazo con cuidado. Me giré a verlo y sonrió, inclinándose hacia mí y dejando un dulce beso en mis labios. Sonreí y bajé del auto. Caminé hasta el minimercado y abrí la puerta. No había nadie, salvo dos hombres sentados en una mesa de espaldas hacia mí. Caminé hasta un sector que decía con letras grandes "Sándwiches"y tomé dos. Luego tomé una botella de agua mineral y fui a la caja. La chica a su cargo me sonrió y pasó todo. Cuándo estaba por pagar, vi a lo lejos una estantería con cajas y tabletas de goma de mascar, justo a un lado de los dos hombres. Fui y tomé dos cajas con sabor a menta fresca, y justo antes de poder volver a la caja, sentí la mirada de ellos en mí. Me giré incómoda y mi corazón se detuvo del miedo. Eran los hombres que estaban persiguiéndonos. Mi cuerpo se congeló y sentí mi cara palidecer. El miedo estaba apoderándose de mí lentamente, mientras intentaba reaccionar. Finalmente, me largué de su lado, sintiendo aún su mirada en mí. Pagué a toda prisa y los vi levantándose de sus asientos. Salí casi corriendo de la tienda y llegué a la camioneta, en dónde se encontraba Nate. Abrí la puerta y me metí con rapidez, abrochando mi cinturón y tirando todo a la parte de atrás.

-Arranca- dije sin aliento. Nate me miró extrañado.

-¿Que pasa?- se acercó a mí preocupado. Miré por el vidrio y los vi saliendo del local y buscándonos con la mirada.

-Ellos- los señalé. Nate se giró a mirarlos y palideció completamente.

-Mierda- susurró y se puso el cinturón. Temblando puso el auto en marcha y arrancó a toda velocidad. Me giré en el asiento y los vi subiéndose a su auto y arrancando. Mis manos temblaban al igual que las de Nate. ¿Justo a nosotros tenía que pasarnos esto? Nate maldecía en voz baja, intentando meterse en la carretera con rapidez. Finalmente lo consiguió, casi rozando a un auto que venía en dirección contraria. Me aferré al cuero de mi asiento y cerré los ojos con fuerza. -Lo lamento- dijo con miedo en su voz. Lo miré y vi que estaba más asustado que yo. -No quiero que te pase nada por mi culpa, no podría perdonármelo. Y si, ahora estamos juntos, y tengo un compromiso contigo y con Lorenzo; cuidarte Faith- al oír el nombre de Lorenzo mis ojos se llenaron de lágrimas, además de lo que estaba oyendo de la boca de Nate.

-Te amo- susurré mirando al frente. Nate giró su cabeza hacia mí y acarició mi mano.

-Te amo- besó mi mano y volvió la mirada a la carretera.



faith.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora