Diez

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El olor a humo y metal se mezclaban en mi nariz, causándome nauseas repentinas. Mi garganta estaba seca y el aire casi no llegaba a mis pulmones. Sentía las gotas de sangre recorrer toda mi cara hasta caer por mi cuello y llegar a mi ropa. Llevaba uno de mis pies desnudos y helados, al igual que algunas partes de mis piernas y torso. Uno de mis brazos estaba inmovilizado y sentía una fuerte presión sobre él. Me costaba abrir los ojos y acostumbrarme al calor que estaba cerca de mí. Sirenas y luces de todo tipo aparecieron y rápidamente sentí como varios brazos y cosas se posaban en mi cuerpo. Un plástico cubrió mi nariz y boca y en segundos noté el aire que éste me transmitía. Intenté abrir mis ojos con dificultad para que se dieran cuenta de que estaba despierta. Unas manos tomaron mi cabeza y la acariciaban con delicadeza, quitando algunos cabellos de mi cara. Pestañé algunas veces y entonces vi justo encima de mi a Nate llorando y arrugando sus ojos, dejando caer las lágrimas sobre mi cabeza. Intenté mover mi brazo para tomar el suyo, pero sentí un enorme dolor en él y un gemido de dolor salió de mi boca.

-No me dejes mi amor- oía susurrar en mi oído. Era la voz de Nate, totalmente quebrada y cargada de dolor. - No me dejes Faith...- todo se oía cada vez mas bajo y como si me estuviera alejando de ellos.




Hace un día entero que estoy en el hospital de Winnipeg, Canadá. Todavía no había visto a Nate y eso me preocupaba, a pesar de que recordaba haberlo visto la noche del accidente. Cada vez que venía la enfermera preguntaba por él, pero ella simplemente me ignoraba y seguía con lo suyo. Mis ojos estaban hinchados de tanto llorar, de tanto pensar lo peor.

Me dolían las manos de tanto aferrarme a las sábanas de la cama en la que me tenían postrada. Tubos y tubos colgaban de mi brazo vendado. Estaba volviéndome loca con el sonido que emitía el electrocardiograma a mi lado. Intenté mover mi cuerpo un poco para estar más cómoda, pero fui interrumpida por alguien que intentaba abrir la puerta de la habitación, que parecía cerrada con llave. Fruncí el ceño e incorporé en la cama, justo antes de que la puerta se abriera y viera aparecer a quién tanto esperé; Nate, sano y salvo.

Estaba de espaldas a mí, intentando cerrar la puerta sin hacer ningún ruido, lo que se le hizo imposible debido a que su celular cayó de su bolsillo roto y se estrelló contra el suelo. Una risa débil salió de mi boca y el se giró sobresaltado a mirarme. Sonrió también con debilidad y recogió el objeto del suelo antes de acercarse hasta mi casi corriendo.

-¿Estás despierta hace mucho?- sus labios acariciaron mi frente, transmitiéndome esa tranquilidad que extrañaba de él. Negué con la cabeza y sentí su mano en la mía. Se sentó en la silla a un lado de la cama y miró nuestras manos entrelazadas.

-No recuerdo que pasó para que termináramos así Nate- susurré tragando saliva. Su vista se posó en mi y vi sus ojos llenarse de lágrimas. Negó con la cabeza y besó mi mano con suavidad.

-Delante nuestro había una fila gigante de autos- sorbió su nariz y siguió mirando nuestras manos. -, y un idiota del lado contrario, borracho hasta el coño se atravesó- mi cuerpo comenzaba a pesarme. -Arrastró a todos, incluidos nosotros y los tipos que venían detrás- su voz sonaba tan débil que ni yo lo creía. Su vista volvió a posarse en mí y se encogió de hombros. -Murieron-un frío inmenso recorrió mi cuerpo.

Suspiré y levanté mi vista al techo, pidiéndo perdón interno a Dios por haber deseado la muerte de una persona. Pero, prefiero un millón de veces que muera otro a que muera Nate, lamento decirlo.

-Pensé que...-volvió a hablar Nate- iba a perderte- su voz se quebró y comenzó a llorar. Lo miré perpleja y me acerqué a él para abrazarlo de alguna manera. Escondió su rostro en mi pecho y me abrazó con necesidad, acariciando mi espalda. -No podría resistir la culpa si te perdiera Faith- escuchaba su voz débil en mi pecho, mientras lo sentí temblar como un niño pequeño. Con una mano acaricié su cabello y con la otra contenía su espalda. Las lágrimas caían por mis mejillas como una cascada, aterrizando en el cabello de Nate.

Negué y tragué saliva antes de hablar.

-Nate, todo fue mi culpa. Fue mi culpa por querer ir a Canadá, fue todo mi culpa- mi cuerpo temblaba, tenía la garganta seca y los ojos más hinchados aún.

El rostro de Nate volvió a estar frente a mí, pero aún tenía una de sus manos en mi espalda y la otra en una de mis manos. -Nada de ésto es tu culpa-.

-Nate- susurré con debilidad. Él me miró con tristeza. -Te amo, y estoy inmensamente agradecida de tenerte en mi vida, de que seas parte de ella y de poderla compartir contigo- mi pecho estaba lentamente quedándose sin aire, pero intentaba con todas mis fuerzas recuperarlo. -Pero me siento totalmente egoísta al hacerte pasar todo esto, que tuvieras que haber movilizado y cambiado toda tu vida por mi y por ayudarme a cumplir esto. Sé que no debe haber sido fácil hacer todo lo que hiciste solo por un chica ordinaria como yo.- tragué saliva y me pasé una mano por la cara para secar mis lágrimas. -Te amo mucho, con toda mi alma y espero que me perdones por todo ésto.- suspiré y acaricié la mano de Nate.

Él secó algunas de sus lágrimas también y negó con la cabeza.

-Creo que te lo dije un millón de veces, pero no creo que pueda parar de decirlo- hizo una pausa- Te amo, y puedo jurar por Dios que nunca amé a nadie como te amo. Cuándo te conocí supe que eras lo que le faltaba a mi vida, a pesar de que le faltaban muchas cosas, supe encontrar todo dentro de tí. Estoy infinitamente agradecido con el destino y con Dios por haberte puesto en mi camino, porque sinceramente si no te hubiese conocido, probablemente ahora estaría muerto.- mi cuerpo temblaba a medida que escuchaba todo lo que Nate decía- Nunca creí que iba a amar de ésta manera a una persona, pero es imposible no amarte Faith, es tan imposible como respirar bajo el agua. Y, aunque suene demasiado adelantado, estoy dispuesto a cuidarte toda mi vida y pasar cada minuto de ella a tu lado. Quiero que formemos una familia si te parece, tener la cantidad de hijos que quieras, porque para mi no hay nada más lindo que verte feliz. Si no quieres tener hijos voy a aceptarlo, al igual que si quieres tener diez.- una risa se escapó de mi boca.- El punto, es que te amo como a nadie en éste mundo, y estoy dispuesto a todo con tal de estar a tu lado y recordarte todos los días, a toda hora, cada minuto y cada segundo, cuánto te amo, lo hermosa, inteligente y valiosa que eres.- no dejé que Nate siguiera hablando, me acerqué a él y besé sus labios con delicadeza.

-Te amo, para siempre- susurré secando sus lágrimas con mis dedos. -Y estoy en una infinita deuda con Dios por haberte traído hacia mi- volví a besar sus labios y lo abracé como nunca antes.


Esa noche Nate durmió junto a mi en la cama del hospital, de alguna manera no se lo impidieron. A la mañana siguiente dijeron que podía irme, pero debían enyesar mi brazo y darle a la persona a mi cargo algunas indicaciones sobre cómo cuidar de mi hasta que la herida sane. Ese día, seguimos camino para poder llegar al aeropuerto de Winnipeg y llegar hasta Ottawa esa misma noche. Nate había contratado un servicio de mudanza que llevaría la camioneta, junto con el colchón y las demás cosas que no podíamos subir al avión hasta la casa.

Una vez en el avión nos acomodamos, pero no mucho debido a que era solo una hora o menos de viaje. Nate retiró el apoya-brazos que nos separaba uno del otro y me abrazó con cuidado de no tocar mi brazo.

-¿Te das cuenta?- susurró Nate, haciéndo que lo mirara y sonriera un poco.

-¿De qué?- estiré un poco mi cuello y le deje un beso corto en los labios.

Una amplia sonrisa se formó en su rostro y lo imité. -Estamos yendo a Canadá, juntos- amplié mi sonrisa y lo abracé lo más fuerte que pude mientras lo besaba.






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