Capítulo 04

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Una semana desde el funeral del que fue el pilar de fuego. Una semana en la que no salió de su casa en absoluto.

¿Por qué la vida era tan cruel con él?

¿Acaso en alguna vida anterior cometió algo tan malo para que ahora los seres que amaba le fueran arrebatados?

No podía sentirse más miserable.

Al principio no quiso ceder, pero cuando el patrón le solicitó verle, no pudo controlarse y acabó por llorar desconsoladamente en los brazos gentiles de Ubuyashiki.

El pelinegro le sostuvo y le escuchó hasta que que el llanto desgarrador se apaciguó un poco. Entre balbuceos Tomioka se disculpó por su forma de actuar, a lo que recibió una negativa del contrario. La cálida mano de Kagaya le dió leves caricias en su espalda, y tal vez no era un buen momento pero con la voz que tanta paz les transmitía a sus hijos le cuestionó si dejaría la organización.

Ubuyashiki no tenía inconveniente si aún deseaba irse, pero para su sorpresa la respuesta que recibió fue un rotundo no. Sonrió compasivo, aún así Giyu no estaba en condiciones para salir a alguna misión, la etapa de duelo no sería fácil.

Otorgándole un retiro temporal de su deber, cuando el pilar se tranquilizó por completo se retiró de la mansión de su patrón y se encaminó a paso lento a su propia casa.

Abrió la puerta e inmediatamente sintió el gran cambio.

Oscuro y solo, como fue en un principio antes de la llegada del rubio entusiasta. Se fue directo a su habitación, tirándose en el futon con la cara escondida entre la almohada. Rememoró todos y cada uno de los momentos vividos junto al rubio en ese lugar.

Las lágrimas volvieron a salir, esta vez de manera silenciosa. No emitió algún lamento como antes, solo apretó las sábanas y mordió su labio con fuerza hasta que lo hizo sangrar. En medio de los recuerdos y su llanto sigiloso, se quedó dormido imaginando lo que pudo ser una vida feliz junto al rubio.

Pero parecía ser que el destino no quería que lo fuera.

Cuando despertó al día siguiente se sentía cansado, como si hubiera estado en vela toda la noche. No tenía ánimos de nada, por eso cuando alguien tocó su puerta solo pudo irritarse por el molesto sonido que provenía de esta.

Con fastidio se levantó y caminó hasta la entrada con la idea de decirle a la persona al otro lado que se largara por qué no estaba de humor. Se mordió la lengua antes de poder decir algo, enfrente suyo se encontraba Senjuro junto a Tanjiro.

El ver al pequeño Rengoku ocasionó un vuelco en su pecho e instintivamente le atrajo a su cuerpo. Senjuro se ruborizó levemente, los brazos de Tomioka le apretaban como si no quisiera dejarlo ir.

Justo en ese instante sintió su hombro ser mojado, el azabache volvió a llorar, cayendo de rodillas sin soltar al menor. Tanjiro le miraba con pena, pues el también estaba dolido por la pérdida del pilar. Se unió al abrazo, Giyu para él era muy importante y se imaginaba que tan profundo debía ser su dolor.

El pequeño rubio acarició las hebras oscuras del mayor y con la otra mano le daba suaves palmaditas en su espalda.

Logró calmarse unos minutos después e hizo entrar a los menores a su hogar. El cielo se había nublado, pronto las gotas de agua empezarían a caer del cielo.

Tanjiro le explicó el por qué de su presencia, pues el pilar de fuego le había dejado un último mensaje. Giyu escuchó atentamente al menor y casi vuelve a llorar cuando dijo que le perdonara por no cumplir su promesa.

La lluvia cayendo solo daba aumento el aura deprimente del lugar, esa noche Senjuro y Tanjiro se quedaron en la finca del agua haciéndole compañía.

Ambos menores se marcharon temprano al día siguiente, y aunque trataron de persuadir al azabache para quedarse, desistieron al ver las negativas del mayor. No es que a Giyu le molestara su presencia, pero ahora había muchas cosas que debía pensar a solas.

Transcurrieron los meses y el pilar del agua continuaba con su labor de cazar demonios. Su semblante frío regresó con más fuerza, pues el convivir con el rubio lo había hecho ser más expresivo, no tanto como él pero si más de lo que esperó.

Senjuro pudo hablar el tema con su padre y actualmente estaban bien. Shinjuro recapacitó sobre sus acciones y actitudes, ahora llevaba una mejor relación con su único hijo.

El pequeño rubio visitaba constantemente al azabache, a veces iba sólo o acompañado por Tanjiro. Al principio le causaba algo de temor su presencia, pues desde que salia con su hermano mantenía un aura tranquila e incluso maternal con su persona, pero cuando Kyojuro falleció todo en el azabache cambio.

A Giyu le costó algo de trabajo sobrellevar su convivencia con el Rengoku menor, a pesar de no ser iguales en el sentido de su personalidad, habían pequeños detalles aparte de lo físico que le recordaban al que fue su pareja. Pero gracias a Kamado y el tiempo, pudo recobrar algo de esa aura serena para el rubio menor.

Que a decir verdad, a veces llegaba a avergonzar al pequeño. El azabache podía ser muy protector con el rubio si se lo proponía.

Se podía decir que ahora, Tomioka estaba bien.

Al menos mejor que antes.

Un día les llamaron a la mansión de su superior, para el informar lo de las marcas y el entrenamiento de los pilares. Le quedó más que claro que sus comentarios no le hicieron gracia a cierto peliblanco, pero no pudo importarle menos. Estaba considerando de nuevo la idea de retirarse, dejar que Tanjiro asumiera su puesto como el próximo pilar del agua a pesar de estar trabajando con la respiración solar.

Mientras los demás entrenaban el se quedó unos días en su hogar, reflexionando sobre su vida hasta ahora. En una de esas tardes, el burdeo llegó a visitarle sin haberse recuperado de sus heridas después de la pelea en la villa del herrero. Por más que intentó hacer que dejara de seguirlo, fue imposible. Tanjiro parecía una cría siguiendo a su madre dónde fuera.

En medio de ello y las palabras del menor, recordó sus días de entrenamiento con Sabito. Fue tan claro que sintió el ardor de la cachetada que este le había propinado hace tiempo atrás. Suspirando y dándose cuenta que no podía seguir así, le informó al menor que se incluiría al entrenamiento con los demás.

Las semanas pasaban y todos daban los mejor de sí para volverse más fuertes. En uno de sus entrenamientos con el pilar del viento, se descubrió el amor de este por el ohagi. Fue cuando se le ocurrió la idea darle a Sanemi el dulce como regalo, tal vez y así su relación podría mejorar.

Quien pensaría que en cuanto cayera la noche, el infierno mismo se desataría.

El futuro de todos dependía de lo que sucediera en esa fortaleza.

Cazadores contra Demonios, solo un bando saldría victorioso.

Cazadores contra Demonios, solo un bando saldría victorioso

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¡Buenas tardes precios@s!

Aquí io con el cap 4 de esta historia.

Si no estoy mal, ya solo falta uno o dos capítulos y esto termina.

Estuve releyendo esto, y me doy cuenta del arrepentimiento que siento de seguir lo canon y matar al kyo aquí TwT xdd pero ya ni modos :( ya está con la reina Isabel.. me reí feo por este mal chiste :,)

Bueh creo que eso es todo.

Si hay fallas ortográficas las corregiré luego.

Nos vidrios en el siguiente cap.

Nico <3

Una Razón Para Sonreír •|RenGiyu|•|KNY|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora