chapter sixteen

67 16 22
                                    

Temo

—Dime que fue imaginación al verte con el pendejo del siglo.

—Ana Guadalupe —advierte papá en tono neutro desde el otro lado de la cocina mientras le sirve el café a mamá.

—Papá, no conoces a ese tipo. Tú también pensarías que es un pendejo si supieras lo que yo.

—Entonces, ¿por qué no nos hablas de él?

—Bueno, él...

—Tú no, Lupita —dice papá, mirándome a mí—. Temo, háblanos de tu novio.

Bunny tiene una mordaza visible, y yo le pellizco la pierna por debajo de la mesa. Es una chismosa. Debe haber un lugar donde pueda apuntarla a clases de modales. En el extranjero. En una cueva abandonada sin servicio celular.

—No es mi novio.

Ahí es cuando mamá interviene. Sé que está a punto de suceder, no me preguntes cómo. Corta una rebanada de pan tostado y se desplaza por su iPad de negocios. Siempre tenemos la sensación de que mamá está a punto de interferir con su sabiduría de mamá y jodernos a todos si no le hacemos caso.

Papá nos haría un nuevo destrozo y enterraría nuestros huesos en el patio trasero de los Hamptons, donde nadie nos descubriría si nos pusiéramos a hablar con mamá. Así que, aunque el inminente sermón me molesta, mantengo la boca cerrada.

—Temo, cariño. El joven estuvo en tu cama toda la noche, me molestaría un poco si no es tu novio.

—Dijiste que no podíamos quedarnos a dormir con novios o novias —Bunny tuvo que abrir la boca, y le lanzo una mirada de advertencia.

Nuestros padres tienen reglas flexibles para nosotros. Dijeron que depende de nosotros si queremos decepcionarlos rompiendo alguna política de la casa. Ese asunto siempre es una mierda mental y yo soy el único López que las sigue, en su mayoría.

—Todos pensamos que sería Julio quien rompiera las reglas de la pijamada, no imaginamos que fueras tú, Cuauhtémoc —Estoy a punto de repudiar a mi hermana. Llevarla en un puto barco muy grande para poder tirar su mocoso culo por la borda. Sin duda los tiburones entregarán personalmente a su nueva reina a casa.

—Probablemente Julio lo haya hecho —murmuro, no teniendo ningún problema en tirarlo debajo del autobús mientras él no está aquí.

Mamá espera, mirándome con sus ojos amables.

Suspirando, recojo mi café para tener algo que hacer.

—He roto las reglas. No estaba planeado. Nos quedamos dormidos. No volverá a ocurrir, lo siento.

—Gracias por la disculpa, cachorrito, pero no estaba buscando una. Quiero saber sobre el joven que se escabulló de mi casa.

—No es nadie.

—El tipo se ha estado metiendo contigo durante meses, Temo.

—Lo juro por Dios, Bunny —Advierto, fulminándola con una mirada dura. Ella no luce arrepentida cuando frunce el ceño.

—¿Me equivoco? ¿No ha sido un imbécil contigo durante años?

—Tienes que ocuparte de tus propios asuntos. Sé que te resulta difícil porque crees que todo es asunto tuyo, pero mi vida sexual no lo es.

—Dios mío, voy a vomitar aquí mismo si tienes sexo con ese cretino.

—Bunny, ¿no tienes que estar en algún sitio?

—No, estoy bien aquí, papá —Ella responde.

—Ana Guadalupe.

—Oh, bien —poniéndose de pie, me mira con la misma mirada que mamá usa a menudo, la que me dice que esto no ha terminado. Pero lo está. No tengo intención de discutir el sexo y con quién lo tengo con mi hermana—. Tengo que planear un asesinato. ¿Dónde vive el imbécil?

manhattan tormentor | matemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora