3._Actuación

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Mary dió un paso atrás ante ese semblante y se despidió esperando poder cerrar la puerta, pero antes de que pudiera intentarlo él volvió a hablar.

-¿Puedo saber que obra interpretara su compañía de teatro?- preguntó Dai.

- Una adaptaciones de I Am a Camera- contestó la muchacha.

Los ojos de Dai se abrieron un poco al oír aquella respuesta.

-¿Por qué no Cabaret?- le cuestinó.

-Porque el director es un ilustrado pretencioso que asegura se debe rescatar obras como esa del olvido. Además Cabaret fue basada en Am a Camera- agregó Mary- O eso dice el director.

-Al parecer, usted, no sabe mucho de cine ni de teatro- comentó Dai con cierta satisfacción.

-El cine rara vez consigue mi atención- señaló la muchacha- Sin embargo, sé un poco de libros y todas estas obras que desencadenaron en la célebre película Cabaret, provienen de un libro titulado Adiós Berlín.

-Esta en lo cierto- afirmó Dai apartando de ella la mirada por un momento.

-Sí gusta puede ir a ver la obra. Que este bien- exclamó Mary para terminar con el encuentro.

-Sara un placer, pero antes de que cierre la puerta en mi cara, quisiera hacerle una pregunta- exclamó Dai con un toque sagaz en su voz. La muchacha le concedió un momento de silencio así que él continúo- ¿Por qué no señaló quien soy en nuestro primer encuentro?

-Porque en ese momento no lo sabía- le confesó Mary medio riendo- Su voz quedó resonando en mi cabeza, anoche, pero no recordaba donde la había oído. Fue cuando entro en la tienda y Ann lo comparo con usted mismo, que se me hizo obvio de quién se trataba. Las voces, los sonidos, son únicos y los recuerdo más que las caras.

Aquellas últimas palabras hicieron que Dai llevará dos de sus dedos a sus labios delicadamente.

-Pero más allá de la voz, que a ratos parece esforzarse por hacer sonar más tosca, está el hecho de que sigue siendo usted- continúo Mary- Ese cabello suelto, su ropa menos formal y la improbable idea de que una persona tan famosa como usted ande por la calle como un tipo cualquiera, sin duda, lo ayudan a pasar desapercibido...Pero tarde o temprano alguien podría acabar por reconocerlo.

-Es triste y hasta vergonzoso no poder actuar como otra persona, a pesar de ser un famoso actor- comentó Dai cerrando los ojos y encogiendo un poco lo hombros- Supongo que por eso no soy alguien digno de su interés- agregó para indagar en el motivo de la indiferencia de aquella mujer, no hacía él, sino hacia su figura.

-Yo no diría eso. Es sólo que nunca he sentido admiración del tipo fanático por un artista- le señaló Mary con honestidad- Ni por un actor, ni por un músico. Excepto a Beethoven. A él si me hubiera gustado conocerlo...

-¿Le gusta la música clásica?- preguntó Dai, aunque era obvio asumir eso escuchando la melodía que salía de esa habitación.

-Sí, pero es la vida de ese hombre la que me despertó interés- le dijo Mary viendo de reojo al reloj en la pared- Bueno tengo que irme. Fue un gusto hablar con usted. Buenas noches.

-Buenas noches- respondió él y se dió la vuelta para volver a su habitación, aunque se detuvo un momento a ver la escalera. Bajo por ella un minuto después.

El pueblo parecía tomar más vida durante la noche. Se veía más gente por las calles, los carteles luminosos daban color y brillo al lugar. Una gran cantidad de personas se estaban congregando en la plaza, desde donde se oía música típica de la región y hacia donde iban algunos carritos con comidas callejeras. El olor a palomitas dulces inundaba el lugar. Para cuando Dai llegó al sitio el show musical había acabado. Un hombre alto y delgado subió al escenario para anunciar el siguiente espectáculo. Las personas parecían muy atentas a todo lo que sucedía. Se habían puesto unas hileras de bancas y sillas frente a la tarima armada de prisa, cubierta de cortinas rojas desteñidas y con luces a ratos parpadeantes. Dai se quedó atrás. No quedaba ningún lugar libre donde sentarse. Algunas personas se ubicaron detrás de los asientos dificultandole ver debido a su baja estatura. Intentar pasar entre ellos lo descarto inmediatamente, pues todo lo que tenía que hacer era conseguir una buena pocisión y desde atrás podía llegar a tener una mejor panorámica. Para cuando se anuncio la obra de teatro, él estaba en el castillo de la resbaladilla. El único problema que tenía a esa distancia era no poder escuchar del todo los diálogos. En el teatro la voz es muy importante. Saber proyectarla es crucial para que te puedan escuchar desde la primera hasta la última fila. El silencio del público ayuda con eso, pero también lo hacen las paredes del edificio. Algo con lo que no se cuenta al aire libre. Debido a esto y a la falta de técnica de los actores, sus voces a ratos desaparecían. Pero la de la mujer llamada Mary si conseguía escucharse de forma clara y entendible. Modulaba bien, pero él no presto atención solo a ella.

El toque de MidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora