5._Vacuo

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Cuando Mary regreso su mirada al frente, vio la televisión y la película. No se oía nada, pero la imágen era muy nítida. Unos minutos después cambiaron de canal para poner un partido de fútbol que acaparó la atención de la mayoría de personas ahí.

-Las cosas como son- repitió, la mujer, antes de vaciar la taza en su boca-Creo que este lugar dejó de ser un sitio agradable donde hablar...

-Estoy de acuerdo- contestó Dai, que estaba muy pendiente de a su alrededor.

Dieron por terminada su reunión en ese sitio que se había saturado de gente llamando a la camarera al mismo tiempo, pero Dai la invitó y él pagó la taza de café con pastas para té.

Salieron del café y se quedaron, un momento, parados al amparo del toldo de franjas blancas y rojas que los cobijo de la lluvia nocturna que dió a ese pueblo de calles vacías, el aspecto de una escenografía de esas películas viejas dónde los escenarios eran estáticos y borrosos. Las luces de la acera parecían focos de teatro, iluminando tarimas pequeñas y redondas sobre los adoquines rotos de la vereda.

Mary saco uno de esos paraguas retractiles de su bolso y lo abrió para echarse a andar de vuelta a casa. Al ver atrás descubrió a Dai ahí parado, como si aquella lluvia lo hubiese tomado por total y absoluta sorpresa. Tenía una expresión un tanto ingenua que no permitió a Mary adivinar que estaba pensando exactamente. Aunque tuvo la impresión, sin ninguna razón, de que Dai no estaba pensando en nada.

-¿Volvemos juntos a la casa de huéspedes?- le preguntó Mary sacándolo de ese estado.

Él asintió con la cabeza y caminó hacia ella para meterse bajo el paraguas. Mary cambio la mano con la que lo sostenía y echo a andar junto a él, caminando por la orilla de la calle. Aquello obligaba a Dai a avanzar por el límite de la acera. Y ese desnivel de sendas los dejó a una estatura más próxima él uno del otro. No fue algo al azar desde luego. Él lo advirtió. Le pareció simpático. No era extraño que las personas altas que debían caminar junto a él se vieran obligadas a inclinarse un poco hacia el costado, para poder oírlo con claridad. Él no hablaba muy alto y siempre había algún factor que dificultaba que su voz llegará a los oídos de su acompañante. En ese momento era el sonido de la lluvia sobre el paraguas, lo que competía con sus palabras. Claro que bien podía hacerse oír sin necesidad de esfuerzo, pero no consideraba debía hacer tal cosa. Era un tanto indiferente a las necesidades de los demás.

-Entonces- exclamó para retomar la charla- Conmigo no sucede lo que mencionó respecto a ver al actor a través del personaje...

-Pues no- afirmó Mary viéndole con una dulzura de índole incierta- Usted es es usted todo el tiempo.

-Decepcionante supongo- comentó Dai poniendo las manos tras su espalda después de apartarse el cabello del rostro por segunda vez.

-Desde luego. De un actor uno espera nos de un personaje, no facetas de él- declaró la muchacha- Pero si yo fuera usted no me sentiría tan mal por eso.

-¿No?- le cuestinó Dai con interés y viéndola de reojo.

-No. Usted tiene muchos fans y, supongo, les agrada por ser como es- le señaló Mary ganándose una mirada interrogante de Dai- No muchos pueden decir eso.

-¿Y cómo soy?

-Siempre he creído que todos tenemos tres caras-le dijo Mary después de sonreír con cierta satisfacción. Estaba segura que le haría ese cuestionamiento- La primera es la fachada que mostramos a las personas en general. La segunda a nuestros cercanos y la tercera la que solo mostramos a nosotros mismos. Pero al fin todas están conectadas.

-La identidad del hombre es multiforme ¿No?

-Así es- afirmó Mary.

Callaron un rato.

El toque de MidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora