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Tengo su rostro como recuerdo imposible y su concepto idealizado cual dios moribundo,

Conservo en su presencia la irrealidad de mi cordura mientras busco en el exilio una mano con su nombre.

Porque a pesar de conocer la imposibilidad de nuestro encuentro le dedico mi lucidez a la mujer que sólo me conocerá después de vivo,

Y en la decadencia de mi espíritu espero pueda alguna vez encontrar perdidas en un libro las palabras que llevan su apellido sobre las lágrimas que embadurnaron;

Y le repito nuevamente, no me conocerá hasta que de mis respiros se conozca el último, y mientras usted no tenga presente al poeta desesperado por su llamado más letras serán etiquetadas a su favor,

Porque si no he hecho nada por mis sentimientos es porque hasta ahora no he pensado en amar, y si loco me dirijo al sufrimiento acepto ser el mártir desaforado que no acepta consejo alguno así sea de Dios,

Porque le juro, mano en pecho, que mientras vida tenga mi corazón, él estará dispuesto a inmortalizar su divino concepto en la poesía vacía del pobre niño llorón,

Y le prometo, terminando, que si usted llega a saber mi nombre es porque mi lucha inmarcesible por dejar plasmado su ideal en versos muertos no habrá sido en vano.

Ya luego de un gran tiempo, cuando sobre mis ojos no se forje más imagen que un cielo o un infierno o cuando mi cuerpo fertilice un pequeño castaño, habré sabido con certeza el sentido de mis estrofas;

Para después, cuando su mano haya acariciado mi rostro o cuando él no encuentre más consuelo que la atemporalidad del fin, reconocer que habré vivido el sueño metafórico del destierro nihilista;

Y sean ambas posibilidades igual de convincentes, nos buscaré más otra compañía que no tenga su linaje, todo lo demás será hampa,

Mientras el escritor, representando su dolor, seguirá plasmando inmortales súplicas por los labios que nunca lo nombrarán,

Y no será hasta que de mí se oculte la viveza de antaño que seré recordado por unos pocos o por los ilusos muchos como el hombre que ganó la soledad buscando las islas del oriente, el deseo del estúpido, la placer de la compañía.


TOC 20Donde viven las historias. Descúbrelo ahora