Porque en mi lecho de muerte extrañaré el azúcar de la vida,
Pero en vida desearé la muerte.
Así que te pido, amada mía, derrames en mi tumba
Todo el jarabe que quede en la alacena,
Porque, aunque no conozcas el sabor de la panela
Aquel cuerpo por quien hoy lloras
Con alegría endulzará su castigo
En espera que algún día volvamos a estar juntos.