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De todas las cosas que podría haber estado haciendo durante la tarde, Jimin se encuentra a pensado nombrar algo que le parezca más desagradable que su situación actual.
En este momento preferiría estar en una de las muchas reuniones aburridas de la realeza o el propio ejército que estar sentado aquí en el palacio, siendo regañado por no sentarse lo suficientemente bonito.

Con aburrimiento enredo sus dedos sobre el flequillo de cabellos rubios que cubría su ojo derecho, fingiendo que ponía la suficiente atención a su padre, el gran líder de los cambia formas, el alfa Namjoon.

— Esta tradición te honra, hijo mío —  dice el rey, como si no hubiera estado repitiendo las mismas palabras con una frecuencia que comenzaba a ser verdaderamente tedioso. Como si a su hijo le importara, y claramente, no lo hace — Así que espero que lo trates con la debida seriedad y dejes ese papel de cachorro inmaduro —.

Luego puedo olvidarme de todo una vez que esto termine — pensó sin quitar su mirada de pleno aburrimiento.

Aquel recordatorio apenas es necesario; después de todo, todos los miembros de la casa real desde que se registra su historia han sido el resultado de esta ceremonia y luego han participado en ella. Así de simple. Jimin mismo no es diferente, ni su padre el rey, ni su abuelo, y así sucesivamente. Ha tenido mucho tiempo para adaptarse a la idea; ha estado más o menos preparado desde mucho antes de que comenzaran los preparativos reales del tan susodicho evento.

Desde que era un niño había sido preparado para aquel día, pero en aquel entonces no tenía ni la más mínima idea de lo que la anciana mujer que impartía sus clases decía, simplemente le seguía la corriente esperando a que terminará para poder ir a entrenar. Lo cual nos lleva a un segundo punto: la falta de respeto del Príncipe Jimin por la tradición es una deshonrosa, su falta de interés es tonta y de mente débil, su despreocupación general por los pretendientes que habían estado llegando a la capital durante aquellas semanas era insolente, o así era como lo veía su padre.

No podían culparlo, sabía que aquella tradición no era más ni menos que con la única intención de encontrar un maldito donador de esperma que fuera lo suficientemente fuerte para que la próxima generación de la realeza lo fuera por igual, después de eso podría olvidarse por completo de su consorte y seguir con su vida. O eso era lo que le había asegurado su padre al ver la nula cooperación que presentaba su primogénito.

La arena no es visible desde el palacio, pero Jimin seguía con su vista en el gran ventanal. Sorprendentemente, se podía oír a la multitud bastante bien desde aquí, incluso si no podía verlos, el olor del humo y la carne asada junto al fuerte olor a vino, era llevado por el viento. A él, por supuesto, no se le permitirá ahogar su pena con respecto a toda esta farsa, porque tendrá que participar en el proceso, y por muy tentador que la idea le pueda parecer, su orgullo no le permitiría estar borracho frente a su reino.

— Soy más que consciente de lo que esto significa, padre — grita Jimin. Se permite hacer un pequeño capricho y que su irritación tuerza su rostro en una mueca, luego relaja su expresión en una sonrisa de autosuficiencia —No te preocupes, pondré mi gran culo en ese trono y prestaré atención, incluso fingiré que me estoy divirtiendo — soltó cruzandose de brazos.

El Rey Namjoon gruñe y sus ojos brillan peligrosamente, pero se aleja por un momento y Jimin lo cuenta como una victoria.

— Harías bien en recordar que esto es tan importante para el futuro de nuestra raza como cualquier batalla en la que hayas peleado — gruñe el rey después de un momento, y eso hace que Jimin se ponga rígido y gire sobre sus talones para retroceder. Sin embargo, la expresión en el rostro de su padre es clara, incluso para él. Esta a punto de replicar pero el hombre mayor habla primero sin darle oportunidad alguna — Eres el mejor guerrero que tenemos, nos has llevado a la victoria en varias batallas, pero algún día el pueblo te necesitará como líder, y cuando seas rey, necesitarás herederos para luchar en tu nombre. Así como luchas en el mío —.

𝘼𝙡𝙛𝙖 𝘾𝙤𝙣𝙨𝙤𝙧𝙩𝙚⇢kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora