18. Tenemos Que Hablar

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CAPÍTULO DIEZOCHO

Como tres palabras que no dicen nada

Llegan de la nada y yo me desespero

Tal vez no sea nada

Pero igual prefiero no tener que hablar....

Tenemos que hablar - Susana Cala

Olivia Whitley

Otro día.

Hoy mi madre regresaba al pueblo.

Anoche me quede dormida en el incómodo sillon cafe de la sala por lo tanto mi espalda dolía como la mierda.

Me levante del incómodo sillon.

Mi madre estaba lavando los platos sucios en la cocina y Kate hacia su licuado verde asqueroso.

Camine hacia la cocina.

-Kate, ¿Sigues con los licuados verdes?

Ella nego.

-Son asquerosos, pero, este no es para mi.

La mire confundida.

-Es para la persona en esta habitación que no ha comido nada en veinticuatro horas.

Rode los ojos.

-No me haras tomar ese asqueroso licuado verde.

Mire el reloj en la pared, eran las cinco de la tarde, ¿tanto habia dormido?

Oh no.

De repente unos golpes se escucharon en la puerta.

-Yo abro.

Camine a la puerta y la abrí.

La chica alta castaña.

Me talle los ojos y la mire.

Se veía desesperada.

-Hola disculpa, dios mio, ¿Eres Olivia, cierto?

Asentí y la salude.

-Hola Lynn, ¿Que haces acá?

Ella sonrio preocupada.

-Pues me mude con el asqueroso de mi hermano al departamento de enseguida y paso algo...

Se rasco la nuca nerviosa.

-¿Que paso? - Kate llego con el asqueroso licuado a mi lado y me lo tendió.

Maldita sea.

-Me robaron mi sillon.

De pronto me dieron ganas de reírme pero ella se veia triste.

-¿Como? - Pregunto Kate.

-Pues así, en la mudanza deje el sillon afuera una noche y por la mañana ya no estaba. ¿No lo han visto? Es café y es un sillon individual.

Aunque no sea conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora