𝐼

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"El día que lo conocí fue tan obvio que era para mí".


Unos jeans azules y una camisa blanca lo distinguían de los demás que solo usaban chaquetas de cuero negras y pantalones del mismo color.

En cuanto entro en la habitación hizo mis ojos arder. Fue inevitable. Era hipnotizante verlo, sus movimientos te enrollaban y cuando hablaba era todo un espectáculo. Las chicas iban al rededor de él cual moscas fastidiosas. Actuaban justo como lo que son, unas perras baratas. 

Y mientras ellas tratan desesperadamente de llamar su atención él me miraba a mi, y de repente pasó lo que debía pasar, se acercó a mi y hablamos. Él dijo: "eres tan linda que no me puedo ir sin antes saber tu nombre". Al responderle supe que ese sería el principio del fin, que estaba cavando mi propia tumba, y es que simplemente verlo a los ojos era saber que no saldrías de ellos porque eran un mar tan inmenso y profundo que querías entrar y no salir hasta haber descubierto todos y cada uno de los secretos que ocultaba, pero esa era la trampa. Los secretos jamás acaban.

Era un hombre ocupado y solo iba al bar de paso. Me dejó su número en un cigarro, estaba mal pero lo tome, esperaré y le llamé. Cuando respondió solo hablamos para ponernos de acuerdo y vernos de nuevo, al finalizar la llamada ya tenía una cita con posiblemente, el hombre más hermoso que jamás había visto. Camino a casa finalmente pude fumar aquel curioso regalo que me había dejado.

Y aunque al inhalar y exhalar el humo del cigarro solo hacia que este desapareciera más rápido de mis manos, el recuerdo de nuestro primer encuentro viviría para siempre en mi memoria.

𝑩𝒍𝒖𝒆 𝑱𝒆𝒂𝒏𝒔 -𝐴𝑙𝑒𝑥 𝑇𝑢𝑟𝑛𝑒𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora