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[Narra Irina]

Parecía que el mundo se había revolucionado. Habían demasiados periodistas a las puertas del Hospital y todos por la noticia más ansiada desde hace unas horas... La única sobreviviente de la "masacre" en la calle mayor.

Mantenía la cabeza apoyada sobre mis brazos, estaba cansada pero no me quería separar de mi mejor amiga. No sé por qué pero, espera alguna señal. Algo que me indicase que se encontraba estable. Un leve movimiento, una palabra... Algo, simplemente algo. Pero nada, mis esperanzas eran en vano. Escuché un suave chirrido, proveniente de la puerta. No estaba segura de quién había entrado ni tampoco me importaba. Posó su mano en mi hombro y noté cómo presionaba lo suficiente como para intentar calmar mis nervios. Alcé la vista y le mostré una falsa sonrisa, que apenas creyó. James se colocó enfrente de mí, al otro extremo de la camilla.

- Es mejor que te marches a casa.- dijo de pronto.- A descansar. Yo me quedaré con ella.- le miré no muy convencida pero acabé haciéndole caso. Él era su hermano, era la única persona a la no podía negarle el estar a solas con ella.

Caminé fuera de la habitación. Era reconfortable, en un cierto sentido, el que los pasillos estuviesen en silencio. Camina por ellos, acercándome cada vez más a la sala de espera. Allí se encontraba Bill, a quien pedí que esperase en aquel lugar. Sabía lo que sentía por mi amiga, era más que notorio. Por ello no quería que la viese en aquel estado, ya que Bill se derrumbaría y acabaría matando a su gemelo. No podía negar que guardaba algo de rencor hacia Tom. Por lo que sabía, esto ocurrió por su culpa, pero en parte, también era mía. Yo le entregué las llaves aún sabiendo lo histérica que estaba...

Unos gritos me sacaron de mis pensamientos. Los reconocí al instante, Bill y Tom. De nuevo estaban discutiendo, ¿nunca se cansaban esos dos de pelear? Me dirigí hacia donde estaban ellos y me planté al frente de ambos. Quedaron callados al notar mi presencia.

- ¿Qué demonios pasa con vosotros?- pregunte de muy mal humor, ya estaba harta de sus estúpidas peleas.- ¡Quiero una explicación sobre todo esto!

- Es una tontería.- contestaron ambos a la vez.

- ¡No!- les repliqué gritando- ¡Esto no es ninguna tontería! ¡Joder! ¡Comportaos como adultos de una maldita vez!

Tom me miró serio y cansado, después me dio la espalda y marchó hacia la salida. En cambio Bill se acercó a mí con intenciones de disculparse, le sonreí a modo de respuesta con lo que él dejó de estar un poco menos tenso. Pero quería que Tom me lo contase todo y esta vez no le dejaría ir así como así. Fui tras él hasta alcanzarle en los aparcamientos del lugar. Me pareció ver a Emily, pero hice caso omiso y me centré en Tom.

- ¿Qué demonios haces?- conseguí agarrarle del brazo y hacerle parar.- ¡Aún no hemos acabado de hablar!

- Yo creo que sí.- contestó él en un tono borde. Me miraba serio y yo aguardaba las ganas de llorar.

- ¡Oh, vamos! ¡No seas tan infantil!- Vi cómo Emily se abrazaba del brazo de Tom.

¡¡Esa víbora!! Cada palabra que salía de su asquerosa boca era como dagas envenenadas.

- ¡Cierra tu maldita boca!- le grité- Mi mejor amiga está en una cama entre la vida y la muerte- un recorrido de lágrimas humedecía mi cara.- ¡Y ojala fueras tú la que está en esa cama y no ella!

Y entonces ocurrió algo que jamás pude esperar. Tom me agarró del brazo, parecía furioso.

- No puedo creerlo- dijo apretando su mano libre, la cual había cerrado en un puño. Sus nudillos se pusieron blanco a causa de la fuerza ejercida.- Jamás pensé que serías capaz de decir algo así a mi novia. ¡Y que te quede bien claro que ella no hizo nada salvo abrirme los ojos!

- Te equivocas...- le volví a gritar, ésta vez entre sollozos- Toda la culpa... es de ella. No has hecho más que cerrar tus ojos ante la verdad...

Tom me soltó bruscamente. Gracias a que Bill llegó a tiempo de cogerme y evitase que me hiciese más daño.

- Tom, ¿¡qué demonios te pasa últimamente!?- de los ojos de Bill emanaba ira.

Tom se marchó junto a Emily. Bill y yo nos fuimos rato después hacia casa. Cuando llegamos vimos que la luz de la cocina estaba encendida, seguramente Tom estaría allí. Entramos y de inmediato Tom salió a recibirnos.

- Irina, siento lo de antes. No...no sé qué me pasa, quizá la frustración por lo del nuevo álbum o... no sé. De verdad, siento lo que pasó. Perdóname.- rogó Tom.

- Me gustaría creerte pero, siempre haces lo mismo. Siempre me haces daño, me pides que te perdone y lo hago. ¿Para qué? Para que luego vuelvas a dañarme.

- De verdad, estoy más que arrepentido. Por favor, sabes que odio estar así contigo.

Le miraba poco convencida, ¿realmente estaría arrepentido?

- No creas que porque seas mi primo favorito te seguiré perdonando todo- le dije con un pequeño tono bromista.

- ¡Genial!-exclamó.- Entonces, ahora sí me gustaría presentaros oficialmente a mi novia.- La sonrisa se me borró al instante, al igual que a Bill. De la cocina salió Emily con su más que falsa sonrisa y en sus manos un gran plato de pasta, a lo que supuse que sería nuestra cena.

- Lo siento- me excusé- pero creo que me desapareció el apetito.- Subí a mi habitación corriendo, me tire boca abajo en mi cama. Escuché que abrían la puerta.- Tom, Bill. Quién de los dos sea, que se marche...

- No soy Tom, ni mucho menos Bill.- De nuevo esa víbora. Me levante rápidamente de la cama.

- ¿Cómo te atreves a entrar en mi cuarto?- estaba frustrada y bastante cabreada como aguantas las mentiras de Emily.

- No me digas, ¿te lo creíste de verdad? Hahahaha. ¡Qué ilusa eres! Es obvio que Tom no está arrepentido de lo que te dijo, ¡ni mucho menos!

- ¡FUERA DE MI CUARTO!- alcé la voz. Mis primos subieron hasta mi habitación a causa de mis gritos. Tomé de mi escritorio una cadenita con una medalla, dentro de esta había una foto de Tom y mía. Le lancé el colgante a los pies- Toma, te devuelvo tu estúpido colgante. Puedes quedarte con la foto o tirarla. A mí me da igual.- Les eché a todos de mi habitación y cerré con llave. Nunca le perdonaría a Tom todo el daño que nos estaba causando a Neysa y a mí.

[NARRA JAMES]

Estaba en la habitación 348 del hospital, la habitación de mi hermana. Era incapaz de dejar de mirarla, se veía como hecha de porcelana, tan frágil... La habitación estaba en silencio, salvo el pitido de aquellas máquinas necesarias para saber su estado. Aún seguía inconsciente, así desde el accidente. La mantenía agarrada de la mano mientras cantaba en un hilo de voz, casi susurro, su canción favorita. La canción que solía cantar mientras estuvo en el orfanato.

- Un día completamente normal. Las calles se vuelven tumbas. Los rastros se borraron. No hay búsqueda. La noche es fría. Quien se congele es demasiado débil. Nadie los contará. Nadie los ha visto. Solos y perdidos. Nacidos invisibles. Muertos de frío en el primer grito. Niños olvidados... Nombre desconocido. Huye al infinito. Desterrados del mundo. Niños olvidados... Ellos ven, ellos sienten. Comprenden, al igual que nosotros. Ellos ríen y lloran. Quieren vivir, igual que nosotros. Ojos sin felicidad. Todos los sueños asfixiados. Pánico, ante la luz. Y miedo de cada cara. La culpa no es de nadie. El tiempo no cura. Solos y perdidos. Nacidos invisibles. Muertos de frío en el primer grito. Niños olvidados... Nombre desconocido. Huye al infinito. Desterrados del mundo. Niños olvidados... Ellos ven, ellos sienten. Comprenden, al igual que nosotros. Ellos ríen y lloran. Quieren vivir, igual que nosotros. Todo debería ser tan diferente. Vemos, sentimos. Comprendemos, al igual que ustedes...- Antes de acabar la canción, me acerqué más a su oído, quería decirle algo importante.- Odio verte así... Desde aquella vez, ¿recuerdas? Yo sí. La primera vez que intentaste suicidarte, dos días después de que yo saliese del orfanato... Alguien como tú no merece morir, pero no siempre se tiene lo que se desea... Te echaré de menos, hermana.- tras aquello, me levanté y salí de allí.



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