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Jaemin fue despertado por un leve movimiento en su hombro, abrió los ojos y vio que todo aún estaba oscuro, no entendía porque lo despertaban, miro a su lado y allí estaba Jeno quien le sonrió

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Jaemin fue despertado por un leve movimiento en su hombro, abrió los ojos y vio que todo aún estaba oscuro, no entendía porque lo despertaban, miro a su lado y allí estaba Jeno quien le sonrió.

- ¿Qué sucede? -su voz había salido algo ronca.

- Acompáñame -menciono Jeno en voz baja.

No entendía que es lo que pasaba, pero aún así tenía curiosidad.

- ¿A dónde? 

Jeno acerco su silla de ruedas, Jaemin se acomodo sentándose en la camilla, parecía que aquel chico no estaba somnoliento ni un poco.

- Es un secreto.

Jaemin fue ayudado por Jeno para poder sentarse en su respectiva silla de ruedas, y fue cuando Jeno comenzó a empujarla hacía la salida de la habitación, Jaemin simplemente no entendía, Jeno era un chico con muchos misterios y quería saberlos todos, y Jeno  no era la excepción, sentía que tenía mucho que decirle a Jaemin además de que él quería saber más cosas sobre él.

- ¿Sabes algo? -hablo Jeno-. De las muchas cosas que hay en este lugar hay unas que entretienen mucho más por la noche.

- ¿Cómo cuales? -Jaemin hizo su cabeza para atrás para mirar a Jeno.

- Dime, ¿cuál es la razón por la cual de vez en cuando seguías a tu madre en las noches para subir la escalera que te llevaba a la azotea?

Frunció el ceño al escuchar aquella pregunta, había muchas razones por las que le gustaba subir a la azotea, una de ellas era siempre mirar el cielo, o jugar en un espacio más amplio, pero Jeno le dijo que en la noche.

- Bueno, supongo que sería para ver las estrellas.

Jaemin a veces gustaba de subir las escaleras y admirar el cielo nocturno, siempre eran aquellos sus momentos favoritos, solo en sonido del viento con el de los grillos frotando sus pequeñas patas para sacar una melodía, y mirar el cielo en tonos oscuros, y ver los puntos brillantes, y a veces a la Luna.

- ¡Exacto! -Jeno se escucho feliz al decir aquello-. De este lugar lo que más me ha gustado ver, es el cielo nocturno, sé que te encantará.

- Pero, se supone que aquí el elevador no funciona en las noches ¿no?

- Lo sé, y es por eso, que iremos por las escaleras.

Jaemin frunció el ceño al escuchar aquello, ¿acaso Jeno estaba olvidando que no se encontraba en condiciones para subir escaleras?

- Jeno.

- No digas nada, sé que no puedes subir, pero eso no impide nada.

No lo entendía, simplemente no le entendía.

Cuando llegaron a las escaleras, por primera vez a Jaemin, se le hicieron eternas cuando las observo, se quedo tan absorto admirando los escalones, que se sobresalto al sentir unos brazos rodearlo.

- ¿¡Qué crees que haces?! -miro como sus piernas eran alzadas, en un impulso coloco sus brazos alrededor de los hombros de Jeno-. ¡No hagas esto!

- ¿Por qué no? Quiero que veas el cielo, te encantará.

- Jeno, deberíamos estar durmiendo, y no deberías de cansarte, estás enfermo...

- Jaemin -el mencionado se sonrojo ante el apodo-, no me importa, además quiero que veas conmigo el cielo nocturno, no es mucho pedir, mi enfermedad no impide nada.

Jaemin sintió como era alzado por los brazos de Jeno, miro el perfil del chico de tez pálida, y luego aparto la mirada, ahora entendía porque el doctor Kim Doyoung se desesperaba, Jeno era muy terco.

Jeno comenzó a subir los escalones, iba a buen ritmo, parecía que solo caminaba él y que no estaba cargando a nadie, Jaemin se sentía demasiado avergonzado, estaba siendo cargado, y además estaba con aquel chico que había llamado su atención, y luego recordó el apodo que le puso, se sonrojo de nuevo.

- ¡Llegamos!

El hospital era pequeño, era más que nada un lugar casi de rehabilitación, además de que allí lo que más destacaba era que siempre se atendían más a los niños, pediatría era la zona más llena, además de la de maternidad.

Jaemin dejo de aparta la vista y sus ojos se abrieron en sorpresa al mirar hacía el frente, debía admitir algo, ese cielo era precioso, casi estaba cubierto por estrellas, la Luna no estaba, lo que hacía apreciar mucho mejor aquel paisaje lleno de puntos brillantes.

- Es... es hermoso.

- ¡Te lo dije! -Jeno con cuidado lo dejo en el frió suelo.

Jaemin iba a colocar sus manos para recargarse, pero pronto sintió como alguien se sentaba detrás de él, se sonrojo, sabía que ese alguien era Jeno.

- ¿Qué haces?

- Seré tu recargadera oficial -dijo Jeno-, será mejor que aproveches, Jaemin, no todos los días podré hacer esto.

Jaemin negó con la cabeza, no sabía porque Jeno había adquirido demasiada confianza con él.

Pero le gustaba  estar así y hubiese sido mejor que Jeno lo abrazara

Pero le gustaba  estar así y hubiese sido mejor que Jeno lo abrazara

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