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Era la hora del almuerzo, me encontraba en la cafetería terminando pedir mi comida, las señoras encargadas me lo fueron sirviendo de poco a poco en mi bandeja y al ya tener todo solo agarre un jugo y emprendí camino para buscar un lugar en donde sentarme.

En mi campo de visión, solamente logre ver una mesa vacía, en donde había pocas sillas. Sonreí mientras comenzaba a caminar hacia allá. Pero mi sonrisa se fue desvaneciendo poco a poco cuando mire al chico nuevo de mi clase sentarse ahí. Me quede a medio camino, y me bloqueé al no saber que hacer de mi vida en este punto de ella.

Okey, exageraba, pero enserio, ¿Ahora qué? No quería sentarme ahí y que las cosas fueran incómodas.

—¿Vas a quedarte ahí parada o vendrás a sentarte? —aquella voz, cerré mis ojos brevemente y al abrirlos pude mirarlo, mirándome. Maldita sea, ¿Por qué me tenía que pasar esto a mí? Lo mire sin saber muy bien que hacer— Bien, sigue siendo el centro de atención —dijo.

Mire a mis al rededores y todos me miraban con confusión y burla al verme de pie en medio de la cafetería. Caminé a paso no seguro hasta terminar de acercarme a la mesa. Tome asiento sintiéndome demasiado incómoda. Al colocar mi bandeja sobre la mesa, largué un pequeño suspiro de cansancio.

El chico frente a mi no decía nada, solo se limitaba a comer sin siquiera dignarse a mirar cualquier cosa. Portaba esa típica actitud del chico al que no le importa el mundo, su mirada mostraba seriedad y fastidio.

—Aquí lo hago más —hablé en un susurro, él levantó por primera vez la mirada, y frunció ligeramente el ceño.

—¿El qué?

—Ser el centro de atención —me removí incómoda.

—No prestes atención, no importan —se encogió de hombros, y siguió comiendo.

—No puedo actuar como tú, como si la vida no me importara —las palabras salieron de mi boca antes de que las hubiera procesado mejor. Quise tomar el tenedor de mi bandeja y incrustarlo en mis ojos pero no podía.

—¿Asumes mi forma de actuar? —sonó más incrédulo y burlón que molesto.

—Tal vez.. —me digne a decir, tragando saliva fuertemente.

—Bien, no me interesa.. —el pareció haber querido decir mi nombre, se quedó en silencio, tal vez esperando a que lo dijera, por lo que lo hice al causarme vergüenza.

—Hana.. —susurré bajando la mirada.

—Hana —levanté la mirada enseguida. El dejo de mirarme y se dispuso a comer.

Decidí hacer lo mismo y hacer como si esto no me importara, por qué por más raro e incómodo que sea, debía demostrar que no le estaba dando importancia.

—¿Por qué eres tan callada?

—No lo sé.

—¿Tienes amigos?

—No —negué.

—¿Por qué eres tan negativa?

—No lo sé —me encogí de hombros, el chico frente a mi dejo caer su cuchara para el arroz y se removió en la silla para mirarme.

—¿Estás incomoda?

—Sí —respondí con total sinceridad, levantando la mirada dignándome a verlo. Una sonrisa se posó en sus labios.

—Bien, adiós.

Tomó su bandeja y se alejó. Sí, así de rápido y fácil.

Realmente no me importaba. Solamente me concentre en seguir comiendo ya que estaba hambrienta.

HANA; la primera | Hwang Sun-ohDonde viven las historias. Descúbrelo ahora