Chain Wolve [Heeseung x Sunghoon] HeeHoon

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La noche oscura e incierta era abrazadora fuera de las rejas de aquel lugar de mierda.

Ethan solamente le dio un último vistazo al hospital en total silencio, y con las manos embarradas de sangre se colocó la capucha de su hoodie negro.

Avanzando a pasos tranquilos -y con una sonrisa de psicópata- se detuvo frente al estacionamiento improvisado del lugar, dónde -para su mayor suerte- se encontró con una vieja bicicleta que no se veía en tan mal estado.

Era hora de salir de allí.

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Heeseung enjuagó sus manos. Quitando los restos del seco fluido color rojo de su piel. Sus nudillos algo maltratados, y el agua llevándose consigo al tragadero la sangre que no tenía ni idea de a quién podría pertenecerle.

Se mojó el rostro y luego se miró en el espejo frente a él.

── Mierda, tienes que dejar de hacer esto. No soy un puto asesino, joder ──trató de regañar a su lobo, a pesar de que la figura que veía en el reflejo no era más que él mismo, algo pálido, ojeras levemente notorias, el cabello negro revuelto y las gotas de agua resbalando por su rostro.

Sabía que su lobo había hecho eso para sacarlos de aquel miserable sitio. Sin embargo eso de ir por ahí escapando luego de cargarse prácticamente a todo el personal de seguridad no era más que unos muertos más a la interminable lista negra que tenía desde que su lado animal había decidido ser partidario de sí mismo y volverse un loco peligroso.

Suspiró apoyando las manos en el borde del lavamanos, buscando aunque sea transmitirle alguna señal a su otra versión, sin embargo era prácticamente imposible. Ethan sólo le ignoraba. Salía a la luz cuando se le pegaba la gana, hacía de las suyas y luego dejaba a Heeseung asumiendo todo.

Genial... Qué buen alfa.

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Los museos siempre le habían parecido relajantes y conservadores.

No había lugar que le transmitiera más paz que estos. Así que, luego de haberse cambiado y tomado una gorra blanca se encaminó a uno de los tantos museos de Londres. El famosísimo "National Gallery".

En donde entró mirando a su alrededor como si fuese su primera vez -cuando esta ya se trataba de la cuarta en su vida- y segundos después decidió ir a su sala favorita.

Donde exponían la tan conocida pintura de Van Gogh "La noche estrellada". Quedándose cómo un bobo, observando cada detalle. Entendiendo de dónde provenía cada pincelada y hasta por dónde había comenzado a pintar el autor de la obra.

La música de Mozart a un volumen bajo, los pequeños murmullos, y los sutiles olores de las personas mezclados le hacían sentir sedado.

Quizás eran los efectos secundarios de recibir tantos tratamientos en aquel hospital psiquiátrico lo que lo tenían así de atolondrado, pero al menos no estaba matando a nadie y eso lo agradecía.

Se quedó por un buen tiempo sólo mirando, hasta que algo en su interior se sintió repentinamente. Asustado, se tocó el pecho. Estaba sintiendo a su lobo, y eso no era algo normal... Se volteó, con la intención de irse, tenía miedo de que este tomase el control e hiciese una estupidez, sin embargo un olor en específico le hizo detenerse... Frutos rojos... Y el dueño era nada más y nada menos que un chico alto -pero sin duda alguna más bajo que él-, de piel pálida, cara de muñeca de porcelana y cabello teñido de rubio, este apareciendo en su campo de visión y robándose toda su atención. Aquello le hizo darse cuenta de que no era más que un aviso.

Aquella belleza frente a sus ojos sostenía una cámara que se veía cara, y fotografiaba cuánto podía.

Su corazón latiendo a mil por segundo, y sintiendo inquieto al ser en su interior.

"Es nuestro omega".

Heeseung tembló cuando escuchó la voz de su lado animal en su mente. Y miró una vez más al contrario. Era cierto, podía percibir la conexión por más que el otro estuviese a unos 3 metros suyo.

── Omega ──susurró, la voz dulce y la mirada blanda.

Y quizás fue el destino, o que sus palabras viajaron a través del espacio y tiempo, que el chico dejó de tomar fotos y cruzó mirada con él.

También quedando estático al notar el escalofrío que le hizo sacudirse levemente y sonreír, a pesar de que ese tipo alto, a cierta distancia suya no era más que un extraño.

Pero era su alfa.

── Hey, Sunghoon ──un tercer chico pelirrojo llegó a irrumpir su momento y con él otro grupito de personas, haciendo que el rubio rompiese el contacto visual.

Lee gruñó bajo por eso, pero al menos se sintió feliz porque ahora sabía su nombre. Trataría de no olvidarlo nunca.

── Bueno, chicos, ya que han hecho suficientes fotos del lugar, tendré que darles la inoportuna noticia de que nuestros días en Gran Bretaña han acabado. Debemos llegar a la residencia a recoger nuestras cosas, ya han confirmado nuestro vuelo y sale a las 7:00 pm ──habló, quien parecía ser un profesor.

Heeseung trató de memorizar toda aquella información. Quizás le serviría de algo.

Escuchó a los chicos abuchear y varias quejas, mientras que el bonito omega de vez en cuando le miraba nervioso.

Lee sólo le veía fijo, sin miedo a que alguien más lo notara y le tacharan de acosador. Ese era su omega, joder, a quien tanto necesitaba para sanar... Pero justo cuando lo había encontrado este se iría y sabe Dios a dónde.

Sin dudas debía pensar en algo.

No podía sólo acercarse todo confianzudo, fingir que lo conocía y hablarle o pedirle el número. Puede que fuese su destinado, pero él no dejaba de ser un extraño.

Así que resignándose vio a Sunghoon alejarse junto a sus compañeros, en dirección a la salida. El rubio volteando a verlo por última vez, con ojitos algo brillantes y lo que parecía un mohin en sus bonitos labios color fresa.

── Adiós oportunidad ──se dijo a sí mismo amargamente, pateando al aire, mientras metía sus manos en los bolsillos de su jean.

Bueno... Por lo menos sabía su nombre y a qué hora salía su vuelo...

── ... Un momento... ¡Eso es perfecto! ──soltó en voz alta cuando notó que aquella información le sería de muchísima ayuda.

Las personas a su alrededor le miraron como si estuviese loco -que no estaba lejos de la realidad- pero bueno... Y él sólo sonrió sacando su teléfono. Debía pedirle ayuda Jake y a Jay.