El pelinegro mantenía su mirada perdida en la taza de café cargado que tenía en las manos. El bullicio alrededor era alto, pero él no lo escuchaba en absoluto. No quiso salir, realmente no quería hacerlo, y mucho menos en aquel lugar donde siempre encontraba la mirada del castaño, donde se perdía en aquellos ojos verdes llenos de brillo y tristeza.
Su pierna temblaba de manera inconsciente; no sabía si era por el frío o por los nervios de llegar a encontrarse con Will, pero la idea desapareció al recordar que él había renunciado.
—Demian, ya estamos cerrando. ¿Quieres que te acompañe a tu departamento? —La voz de su hermana desconcertó sus pensamientos.
—No me fijé en la hora. Gracias, Charlotte —dijo el pelinegro, levantándose de su asiento de manera tranquila—. Pero puedo irme solo.
—¿No quieres hablar sobre Will? —La pregunta lo dejó desconcertado.
—Quiero, pero no sé si es lo correcto —contestó dudoso.
—¿Por qué dices eso? —La pelinegra se encontraba confundida.
—Will... él siempre mantenía cosas en secreto, yo hice lo mismo. Siento que él te dijo algo que yo no debo saber —Demian se mantenía dolido ante la idea de que realmente el castaño habló con su hermana y confesó algo terrible, algo que él no quería saber.
—Demian, Will no dijo nada esa noche —la pelinegra mantenía un semblante calmado, pero de alguna manera preocupaba al menor—. Él no logró decirme nada. Quería hacerlo, pero aquella noche colgó la llamada. Me preocupa no saber nada de él.
—Yo también estoy preocupado por él.
—¿Harás algo al respecto? —Estaba dudando, ambos tenían dudas y no sabían qué hacer.
—¿Podré hacer algo? —El pelinegro dudaba de sí mismo, era algo que no le agradaba.
—Confío en ti, sé que harás algo por él. —De alguna manera, lo que su hermana había dicho calmó su mente y corazón. Demian asintió con una leve sonrisa y salió del restaurante de su hermana.
La noche era fría, sentía sus manos entumecidas por no llevar guantes.
—"Guantes" —murmuró para sí mismo mientras caminaba por aquel parque donde se encontraba siempre con Will, un lugar que formaba parte de sus recuerdos junto al castaño—. ¿Dónde estarás?
[...]
La mesita de noche estaba llena de papeles, recibos y revistas. El pelinegro mantenía su cabeza recostada en el respaldar de su cama, con el teléfono en la mano, esperando que la persona al otro lado de la línea contestara.
—Envíe su mensaje a la casilla de voz.
Demian estaba cansado de escuchar la voz robótica una y otra vez. Solo quería hablar con Will, pero este mantenía el teléfono apagado. Comprendía que no quisiera hablar con él, pero ya había pasado una semana.
¿¡Una semana con el teléfono apagado!?
Estaba preocupado. Demasiado. Solo tenía una idea de dónde podía encontrarlo y esperaba hacerlo. Tomó sus zapatillas y un saco negro, saliendo de su departamento rumbo al hospital.
Mientras iba en el bus, su mirada permanecía perdida en la ventana. Las calles estaban abarrotadas de gente ese día; solo veía a las personas caminar de un lado a otro antes de desaparecer de su vista. Sus manos permanecían juntas, tratando de darles calor, mientras despejaba su mente de cualquier pensamiento o recuerdo que quisiera volver del castaño. Era difícil despertar cada mañana sin sentir sus abrazos, sin sus besos llenos de amor y sin miedo o vergüenza. Extrañaba a Will. Extrañaba su dulce compañía.
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𝐓𝐮 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚ñí𝐚
Roman d'amourWill quería un trabajo para poder salvar a su abuela, mientras luchaba con sus pesadillas, y Demian estaba cansado de escribir cosas de amor sin aún conocerlo. ¿Y si lo único que necesitarán es la simple compañía del otro?